En el vocabulario militar se denomina “fuego amigo” a los tiros provenientes del propio bando que suelen producirse - por errores humanos, casi siempre - debido corrientemente a un fuerte resbalón al momento de procederse con la identificación del blanco. Pero esto es cuando ya se está en la guerra llevada por otros medios que no sean la política.
Pero también en la política pura y simple - en aquella que se lleva a cabo con disparos de retórica dentro de la guerra de las ideas - pudiera calzar la noción de “fuego amigo”. Y estaría éste constituido por las críticas (sobre todo las henchidas de acrimonia) que pretenden carcomer la base, el soporte espiritual pudoroso de nuestros “conmilitones políticos”.
Esto nos lleva al análisis (sin pretensiones abstractas, claro, está) de la semántica que circunda a este signo lingüístico.
Yendo al DRAE nos encontramos con que `crítica´ en principio se anuncia como un adjetivo; es decir, una expresión que modifica al sustantivo, aunque como adjetivo también pudiera eventualmente ser sustantivo: esa crítica resulta burda de crítica… ¿No?
Dentro de sus varias acepciones están la de: “Conjunto de los juicios públicos sobre una obra, un concierto o un espectáculo”. (…) “Conjunto de las personas que, con una misma especialización, ejercen la `crítica´ en los medios de difusión”. (…) “Murmuración”.
Y para no salirnos de los simples lindes del DRAE, veamos:
En relación al primer conjunto, sí, la Revolución es una obra, pretende ser un concierto y también es un espectáculo. Ahora, de lo que no estoy seguro es de que la crítica a sus debilidades (ojo, no a sus posibles dislates, porque estamos en revolución inventando, no copiando) deba hacerse públicamente porque para eso hay un aparataje mediático mundial que lo hace durante las veinticuatro horas del día, y que, a pesar de eso, no ha logrado ponerla contra las cuerdas… Salvo el 11 de abril, momento en que muchos venezolanos creyeron en las patrañas que urdieron en contra de Chávez los medios privados de comunicación, sobre todo los televisivos y radioeléctricos.
En relación al que sigue, sí, los que sentimos la política constituimos un conjunto de personas que, con o sin especialización, ejercemos la crítica en los medios de difusión. Pero insisto, no estoy seguro de que los revolucionarios debiéramos ejercerla contra la Revolución en nuestros propios medios de difusión. Ahora, ¡hagámoslas a la contrarrevolución dentro de nuestros medios! Pero, ¿dónde y cómo pudiéramos hacerla contra las debilidades que identifiquemos de la Revolución? Bueno, diríamos a través del partido para que el partido las conciencie y a la vez se las convierta a Chávez en oportuna antología propicia para la reflexión… Sería su deber. Lo veo así muy bien canalizado. Y dejémosle a Globovisión entonces, y a sus a láteres, las públicas. ¿No?
Y por último… Sí, en muchas críticas de “revolucionarios” que saltaron la talanquera, y en otros que aún no lo han hecho y que a lo mejor ni lo harán, he notado siempre claros murmurios de traidor en plena perspectiva. Murmurios propios de exasperados; eso sí, pero como por irse raudos adonde esté el apetecido parné verde esperándolos… Es una ingrata impresión que no sé si se justifica. Porque me pregunto: ¿Cómo explica entonces moralmente un “revolucionario” el irse con ese son y ese ton al cotarro de la derecha? ¿Gratiñán? ¿Con esa danza de billetes cuyo ritmo se interpreta en Washington, y se baila aquí?
No sé.
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