El socialismo bolivariano, no fracasará porque estamos empoderándonos con la democracia directa, fortaleciendo el poder popular con la participación protagónica, en pocas palabras, el gobierno revolucionario y su pueblo, están en plena sintonía, estamos aprendiendo a vivir viviendo. Partiendo de esa deducción que el capitalismo es muerte y el socialismo es vida. Sostenemos que el socialismo bolivariano no fracasará, porque sobre la marcha se vienen haciendo los correctivos políticos, enderezando lo torcido, rompiendo paradigmas, atacando los viejos vicios.
En el mundo sólo existen cuatro sistemas democráticos, que son: Democracia directa, cuando el pueblo ejerce su gobierno por si mismo. Democracia representativa, cuando el pueblo elige un representante para que lo gobierne. Democracia cristiana, cuando se obliga a sus ciudadanos a ser cristianos. Y Democracia popular, cuando es un régimen comunista.
Un gobernante democrático debe de guardarse de dos excesos, del espíritu de desigualdad que lo conducirá a la aristocracia oligarca y del espíritu de igualdad externa, que lo conducirá sin duda al despotismo en contra de sus conciudadanos.
Un buen gobernante democrático, sólo debe de pensar en la felicidad plena de su pueblo y en la libertad de todos sus ciudadanos puesto que nadie puede sentirse feliz, mientras uno solo de sus vecinos, esté en la cárcel, en el exilio o en el cementerio y, el pueblo esté viviendo bajo el régimen de una anarquía.
¿Por qué fracasan los gobiernos? – Para contestar esta pregunta sin caer en contradicciones, se hace necesario que el lector conozca el pasado para vivir el presente y pensar en el futuro. Ya se dieron cuenta del por qué, los opositores no quieren que les hablen del pasado. En el caso de una monarquía, recordemos la del Rey Luis VI de Francia, que se metió a cerrajero haciendo las mejores cerraduras en vez de dedicarse a gobernar a Francia, mientras que su esposa la reina María Antonieta, se dedicaba a las extravagancias de regalar a todas las monarquías de Europa los mejores tesoros del estado.
En el caso de los dictadores, recordemos a Adolfo Hitler y a Mussolini, que tan grande fue su avaricia de poder, que llevaron al mundo entero a un verdadero holocausto. Con respecto a los gobiernos comunistas, tenemos el ejemplo de Rusia y sus satélites, que su fracaso no pudo ser más estrepitoso. Y los gobiernos marxistas, socialistas, no se puede decir que fracasaron porque lo cierto es que nunca fueron prósperos. No tenemos más que mirar el desastre de miseria en que vivió Carl Marx con sus delirios de borracheras en una mesa asquerosa, llena de botellas vacías de bebidas de alcohol barato y ceniceros llenos de cenizas y cigarrillos a medio fumar, mientras que su esposa Jenny y sus hijas, vivían en la más espantosa miseria.
En el mundo político de la democracia, lo más fácil es ver surgir a un filósofo, sociólogo o politólogo, sin mayores estudios universitarios que con estrategias mañosas, se adueñan de las armas y caudales de una nación y se convierten en emperadores mesiánicos o en sacerdotes predicadores que nos expliquen repetidas veces con dones de bastante fiabilidad las ideas que él tiene de la riqueza y de la pobreza, utilizando toda clase de refranes poéticos; pero nunca permitirá que un pobre miserable use sus poesías para que explique sus opiniones acerca de su pobreza.
Las desavenencias entre el mandatario que fue elegido por un pueblo democráticamente, empiezan cuando ambos descubren que fueron engañados recíprocamente. El pueblo engañó a su presidente cuando lo eligió, haciéndole ver que era el mejor del conjunto político. El señor Presidente se lo cree y con estos pensamientos se convierte en un caudillo dictador. Cuando esto pasa, el pueblo le retira su opinión y el presidente se siente traicionado, siendo aquí cuando empiezan los fracasos del gobierno. Así fueron fracasando uno a uno, los gobiernos de turnos del pasado de la cuarta república.
Y ese fracaso es tan rotundo, que más nunca volverán, porque el pueblo cobró conciencia, ya sabemos que las victorias políticas, se ganan luchando en el terreno con empoderamiento popular alternándolo con la participación directa y protagónica y no con “simples votos” como era en el pasado con el puntofijismo, que en tiempos de elecciones, salían los politiqueros a arrear las ovejas, para llevarlas a las urnas electorales. Hasta la próxima.
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