(La moneda devaluada equivale a m, falsificada)

Conozcamos Cuánto Vale Bs. 1,00 (1)

Conocida la inestable paridad del bolívar frente al dólar, el valor de la moneda oficial venezolana (moneda proletaria1) es tan fútil como el del afamado dólar. Todavía ninguna estadística seria nos responde cuánto vale un dólar; es la moneda oficial de una potencia, y ya; por eso ignoramos cuánto vale Bs. 1,00.

Cuando rigió el patrón oro2, todas las monedas valían lo mismo entre sí con determinada proporción y arreglo a sus correspondientes aleaciones, confiabilidad y estricto control de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) 3.

La leyenda que traen los billetes de banco de los diferentes países: “Pagaderos en las Oficinas del banco”, de un tiempo para acá es por demás inoficiosa, una burla a sus tenedores y una clara demostración de cómo los gobiernos de estos países burgueses manejan las finanzas de la Hacienda Pública y los salarios cómo les da la gana, siempre y cuando se sometan a las órdenes de aquella organización política, económica, militar y cultural.

En EE UU, por ejemplo, todos sus estados, ya en el siglo XVIII, estuvieron constitucionalmente facultados para acuñar monedas y emitir papeles respaldados por oro o/y plata4. En oro se acuñó monedas con alto valor intrínseco, y la “calderilla”, en plata, una histórica y fehaciente demostración de que el dinero también es clasista y que sólo cuando lo concretamos como salarios o como ganancias capitalistas podemos apreciar su división social. El argumento manejado por los explotadores y financistas es que mientras menos valioso es un metal, más admite divisiones menores en el “cono monetario”. Pagar grandes e importantes sumas de dinero no resulta funcional hacerlo en metal feble ni en billetes de baja denominación.

Las monedas proletarias son imaginarias, monedas de cuenta que no coinciden con las monedas de pago. Suelen servir para la recuperación del dinero burgués (dólar y afines) que es también una moneda de cuenta pero con mayor respaldo por parte del Estado emisor.

Los importadores y financistas de los países capitalistamente menos desarrollados pagan con dólares y con dólares deben cobrar. Por eso, el dinero proletario o nacional del país débil solo sirve para las operaciones domésticas. Las inyecciones de dólares recibidos por países, como Venezuela, suelen favorecer las devaluaciones monetarias mientras sus gobernantes y su Banco Central no sean cuidadosos con las necesidades circulatorias correspondientes al volumen de su economía productiva extracomercial, o de recursos no petroleros.

Digresión importante: Una manera expedita de frenar las presiones devaluacionistas sería no convertir cada dólar importado en bolívares, (Cuadro2). Una de las funciones de las famosas Reservas Internacionales es precisamente estar representadas en dinero burgués5 y en proporciones tales que el circulante criollo no alcance la paridad 1/1, como en los tiempos del “patrón oro”, ya que de ser así, las fugas de divisas podrían dejar sin respaldo importantes acreencias extranjeras. Pero, “ni tan calvo, ni con 2 pelucas”, Pongamos el siguiente ejemplo:


Cuadro 1

Año Importación $ Circulante Bs. Paridad6

1          1,00             4,30 Bs.          4,30/$1

2          1,00             4,30 Bs.          8,60/$2

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2,00   8,60 Bs. 4,30/$1

En Venezuela, por ejemplo, todos los años ingresan fuertes sumas de dólares en pago de hidrocarburos. Estos dólares suelen ser inmediatamente convertidos en moneda proletaria. Eso se recoge en el Cuadro 1. Veamos este otro cuadro:


Cuadro 2

Año Importación $ Circulante Bs. Paridad 7

1          1,00            4,30 Bs.        4,30/$1

2          1,00            2,15 Bs.        6,45/$2

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2,00     6,45          Bs. 3,23/$1

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Como se observa, la devaluación subsiste, pero con una paridad aproximada 25% menor 8 que la reflejada en el Cuadro 1. He ahí un ejemplo demostrativo de cómo los daños económicos y sociales del Rentismo Petrolero van más allá del freno de una industrialización no petrolera.

Concretamente, nuestra moneda se devalúa indolentemente por causa de una Banco Central que no responde ya a las necesidades financieras del país, sino de la Administración Pública.

Venezuela se ha venido convirtiendo en una sociedad paternalista, dependiente de las dádivas y auxilios (cesta tickets, pasajes preferenciales estudiantiles, etc.), susidios y subvenciones gubernamentales, o del mejor o peor uso que los gobiernos terminen dándole a una Renta Petrolera que nada nos cuesta, y con unos dólares que permiten la emisión de una moneda nacional que guarda muy poca diferencia con cualquier dinero inorgánico.

Digamos que está resultando igual operar las transacciones de compraventa domésticas con bolívares devaluados que con circulante tipográfico sin respaldo real, tal como si se tratara de billetes fabricados en una “maquinita” ad hoc.


2 Base material que respaldaba las emisiones de billetes de banco y otros títulos valor de cualquier país.

3 ABC de las Naciones Unidas Primera Parte, Consejo Económico y Social, Fondo Monetario Internacional y otros Organismos Especializados.

4 René Sedillot, Historia del Oro (Edit. Bruguera, España, 1975), p. 223.

5 Cónfer: Nota 1.

6 Entendida como cociente entre el volumen de divisas y el v. de circulante criollo. Suponemos que en el momento 2 se convirtió también $1.0

7 Esta vez, en el momento 2, la conversión de dólares en moneda criolla fue de $ 0.5.

8 Dejamos salvas nuestras consideraciones respecto del correcto cálculo de la paridad cambiaria con el dólar, según: www.aporrea.org/ideologia/a114819.html .

i Hemos venido creando la serie de entregas virtuales sobre Economía Científica Política, y sobre Economía Vulgar, bajo la envolvente denominación de: “Conozcamos” y afines. Su compilación posterior la llamaré. “Conozcamos El Capital”, un proyecto de literatura económica cuya ejecución se mueve al ritmo y velocidad de los nuevos “conozcamos” que vamos aportando y creando con la praxis correspondiente. Agradecemos a “aporrea.org”, a su excelente y calificado personal, “ductor” y gerencial, toda esa generosa puerta abierta que nos vienen brindando, a mí,   y con ello a todos los lectores virtuales del mundo moderno.


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Manuel C. Martínez M.


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