Mi estimados lectores, comenzaré diciendo que tengo mis dudas acerca de si existe en primer lugar, algo que pueda llamarse Socialismo del Siglo XXI, y esto lo digo, porque una vez escuché definirlo a un ministro en los siguientes términos. Para mi sorpresa, el señor ministro señaló que para él, era el mismo socialismo de siempre, el del siglo XX, pero claro, en el XXI. La verdad es que me quedé estupefacto, pero debo reconocer que nunca había escuchado una explicación más simple. Debo reconocer que yo creía que el Socialismo del Siglo XXI era algo bastante distinto al del siglo anterior, o por lo menos, pensaba que debía serlo. De hecho, escribí hace mucho tiempo atrás, un artículo con mi visión de este nuevo socialismo. Después de ver la explicación del ministro, me quedó claro, que no hay nada más oscuro, nebuloso y difuso que el socialismo de este siglo naciente. Posiblemente, haya tantas definiciones del mismo como gente consultemos.
Ahora bien, si ya de por sí, puede ser difícil saber qué puntos calza este socialismo que tenemos, definitivamente, la gata se sube a la batea cuando tratamos de encontrar un modelo teórico en lo económico que lo sustente. Y más aún, si opinamos que el modelo económico del socialismo real del siglo XX terminó siendo un adefesio. Aquellos, que concuerdan con el mencionado señor ministro, en el sentido que este socialismo es en esencia igual al del siglo anterior, deben entonces en lo que se refiere a lo económico, tomar sus ideas del Capital de Marx y de los otros textos económicos del autor.
El gran problema se presenta cuando visualizamos que Marx no esbozó en ningún momento un modelo teórico económico del socialismo. Sólo se limitó a delinear una crítica del sistema capitalista y enfiló sus baterías a demostrar que el capitalismo estaba sentenciado a muerte por sus contradicciones internas, más temprano que tarde. Es innegable que el capitalismo ha sufrido unas cuantas gripes y hasta pulmonías, pero hasta ahora se ha recuperado, y más aún ha evolucionado como los virus, el capitalismo de la época de Marx no es el que tenemos actualmente.
Además, debemos precisar que Marx, quien esbozó una teoría de la destrucción del sistema capitalista sin definir claramente lo que vendría después, tampoco fue capaz de hacer un análisis convincente del funcionamiento del mismo. Como he señalado en otros artículos, la teoría del valor no fue ni es capaz de explicar el funcionamiento de los mercados, ni la formación de precios, ni desarrollar una teoría del comercio exterior. La teoría de Marx fue una teoría de la explotación del hombre por el hombre y más que nada un manifiesto político. Si usted desea comprender la inflación, la deflación, como se calcula el valor de una moneda, las implicaciones del sistema monetario en la producción de bienes y servicios, cómo funciona el comercio exterior, que es una balanza de pagos, la relación entre variables como empleo, inversión y producto interno bruto, sencillamente, no lea El Capital de Marx, allí no hallará las respuestas.
Para Marx, el centro del sistema capitalista estaba en la propiedad privada de los medios de producción, esta propiedad era lo que permitía a los capitalistas explotar a los trabajadores. En este punto quiero expresar mi desacuerdo con Marx, porque la propiedad privada de los medios de producción no fue una característica exclusiva del sistema capitalista, también existió este tipo de propiedad en la esclavitud y el feudalismo. Esto implica decir que la apropiación de la plusvalía también se dio en estas formaciones sociales, y por ende, la explotación del hombre por el hombre es anterior al capitalismo. Por lo tanto, asignarle esta característica como rasgo distintivo y fundamental a éste último me parece errado. En este punto, me atrevo a esbozar otro elemento como característica distintiva del capitalismo, y este no es otro, que la introducción de la tecnología como un factor de producción de primera importancia, que no sólo se combina con los otros factores sino que es capaz de remplazar el uso de los demás. Hoy vemos que la tecnología puede rebajar la cantidad de trabajo necesario para la producción de un bien o servicio, también vemos que la tecnología puede abaratar la inversión necesaria, y que la tecnología puede hacer que una menor extensión de tierra produzca mucho más que antes. En la esclavitud y el feudalismo mayores niveles de producción requerían proporcionalmente la utilización de más recursos, pero eso cambia radicalmente en el capitalismo, y se da el fenómeno de mayores niveles de producción con menos recursos como tierra, trabajo y capital, pero con un uso intensivo de tecnología.
Aquí es donde creo que Marx no fue capaz de vislumbrar correctamente la esencia del capitalismo, y planteó la tesis del empobrecimiento absoluto del proletariado, cuando en todo caso, lo que se dio fue un empobrecimiento relativo, es decir, que aunque mejoraran las condiciones de vida del proletariado, la burguesía lo haría en una proporción mayor. Releyendo a Marx, en el capítulo I del Capital, éste plantea que la tecnología disminuirá el tiempo de trabajo necesario para producir un bien, y por lo tanto, su valor disminuirá. Aunque es cierto que el tiempo de trabajo puede disminuir, el uso de la tecnología requiere de una mano de obra más especializada y por lo tanto más cara. La tecnología fue capaz de producir más y mejor, en menos tiempo y a menor costo, lo que lógicamente incrementó la tasa de ganancia, lo que permitió que esto mejorara las condiciones de vida de los trabajadores, a la vez que les permitía a los capitalistas obtener mayores beneficios. El mejoramiento de los niveles de vida del proletariado tuvo como efecto la ampliación del mercado interno, lo que permitió la reinversión de capital e incrementar la producción. Todo esto dio al traste con la teoría marxista de la declinación de la tasa de ganancia, una mayor explotación del proletariado y un ejército de reserva industrial en aumento.
Es así, como podemos entender que el panorama sombrío que Marx pintaba para los países más desarrollados de su época no se hiciera realidad. Por lo tanto, para mí, la clave del sistema capitalista es la productividad creciente en base al desarrollo tecnológico. Es también en este punto, donde podemos encontrar la explicación del por qué los países socialistas no pudieron superar al mundo capitalista, aquellos jamás pudieron llegar a los niveles de productividad de éste último, y finalmente perdieron la carrera. En los países capitalistas la creación y captura de nuevos mercados, la diferenciación de productos, la segmentación de los mercados, la aparición de nuevas necesidades han sido el acicate para el desarrollo de nuevos productos y nuevas tecnologías. Esto no fue así en los países socialistas, donde no existía el mercado como sitio de confrontación de diversos productores, es decir, no había competencia. Por lo tanto, los productos que se vendían eran poco variados, tecnológicamente atrasados y poco atractivos, pero el ciudadano no tenía alternativa, era lo que había y punto. Por lo tanto, no había ningún acicate para mejorar la tecnología y la productividad. Sólo aquellos sectores en donde la URSS se propuso competir con Estados Unidos, se vio interés en el desarrollo de tecnología de punta, en particular, en el campo militar y espacial.
Por lo tanto, quienes acometieron el desarrollo de un modelo económico socialista, obviamente, se agarraron del argumento de Marx, que la propiedad privada de los medios de producción era la característica distintiva del capitalismo (que como ya expliqué considero falsa), y llegaron a la conclusión que para enterrar al capitalismo era necesario abolir la propiedad privada de los medios de producción. Estos deberían pasar a manos de los trabajadores, ahora en socialismo, el Estado es la representación de todos los trabajadores (según pudimos ver en el Socialismo del Siglo XX fue la representación de una nueva clase burocrática poseedora del carnet del partido), por lo tanto, los medios de producción deberían pasar a manos del Estado. El resultado en la práctica fue un capitalismo de Estado, donde la burocracia estatal se apropió de la plusvalía generada por los trabajadores.
Si el socialismo de este siglo es el mismo que el del anterior, pues el camino económico está trazado y no hay otro, es decir, hay que reducir la empresa privada a cero y con esto acabaremos con la explotación del hombre por el hombre. El único problema con esta visión es que su implementación en el siglo pasado fue desastrosa, creo que difícilmente alguien me pueda argumentar que el bloque socialista no cayó por culpa del sistema económico existente. Creo que si la economía de los países del Este hubiera estado boyante, aún existiría la Unión Soviética. Además, China seguiría aferrada a al modelo maoísta. Pero no es así, la URSS no existe y China dio un viraje sorprendente hacia un modelo capitalista de mercado y exportador.
Por lo tanto, aquellos que piensen que el socialismo del siglo XXI es el mismo de toda la vida desde Marx, podemos decir que si cuentan con un modelo teórico económico pero que fracasó. Algunos defensores de ese modelo, se han limitado a decirme que lo del siglo XX no fue un verdadero socialismo y que el pensamiento de Marx fue desvirtuado en la praxis. Por supuesto, la explicación me parece muy simplista y poco esclarecedora, y no creo que la idea central de Marx haya sido desvirtuada, sino que fue adoptada a rajatabla, abolición total y absoluta de la propiedad privada de los medios de producción, desaparición del mercado como mecanismo de asignación de recursos, y los precios dejaron de ser un indicador de la abundancia o escasez de los bienes y servicios, reemplazo del mercado por un sistema de planificación muy complejo. La verdad es que el sistema de planificación nunca pudo funcionar a la perfección y las cantidades a producir de bienes y servicios para la población pasaron a ser una estimación de unos burócratas de oficina, que en muchos casos no fueron acertadas produciéndose escasez de algunos bienes y servicios, por una parte, y por la otra, sobreabundancia, en resumidas cuentas, la planificación centralizada no fue un mecanismo eficiente en la sustitución del mercado.
Ahora bien, si suponemos que el modelo marxista fracasó, debemos mirar otras experiencias, y nos topamos con las ideas de la cogestión, la autogestión y el cooperativismo. Por cierto, ideas acuñadas dentro de la socialdemocracia e incluso dentro del socialcristianismo, movimientos ideológicos que siempre han sido acusados por la izquierda ortodoxa de reformistas. En todo caso, ninguna de estas formas de asociación de los trabajadores para la producción de bienes y servicios ha logrado realmente levantar mucho vuelo. En el caso venezolano, hay miles y miles de cooperativas registradas, o sea de papel, pero cuando vamos a ver cuántas están funcionando y sobre todo cuántas son exitosas, el panorama es desolador. Hay que decir que el auge de las cooperativas en Venezuela se ha dado a la sombra del gobierno, es decir, la gran mayoría de las cooperativas se han formado para venderles bienes y servicios al Estado, el cual debería darles prioridad. Sin embargo, en muchos casos, y esto es archiconocido, el Estado no se caracteriza por ser un pagador excelente, los atrasos en los pagos a las cooperativas es algo muy grave para asociaciones de productores que no cuentan con capital de trabajo suficiente para operar meses sin recibir pago alguno. Por otra parte, es el Estado el que fija en definitiva el precio al que compra, y en muchas ocasiones, este precio ha sido una camisa de fuerza para muchas cooperativas que han visto subir sus costos pero el precio al que venden no es modificado. La mayoría de las cooperativas se crearon para tener como cliente exclusivo alguna dependencia del gobierno, cuando esta relación falla por alguna razón, la cooperativa desaparece. Con las cooperativas se dio un fenómeno de monopsonio estatal (un único comprador) que fija las reglas del juego, establece la calidad y cantidad a comprar, compra cuando le da la gana y paga también como le da la gana.
Quizás, las únicas cooperativas que han funcionado bien, son aquellas que ya operaban como empresas privadas y que asumieron la identidad de cooperativas para conseguir financiamiento blando o algún contrato específico con el gobierno, y que están orientadas al mercado en el cual participan como cualquier otra empresa buscando maximizar la rentabilidad.
Por ahí, a algún genio de la economía, se le ocurrió la idea de que el trueque era profundamente socialista y que había que desarrollar los mercados basados en éste. De esto, hace ya algunos años, yo escribí un artículo crítico al respecto y vaticiné que en seis meses ya nadie se acordaría del bendito trueque, y la pegué.
Como se puede ver, aparte de las nacionalizaciones de empresas que corresponden al modelo marxista tradicional, el resto de iniciativas económicas en el área de la producción han sido como flechazos lanzados al aire a ver si dan en el blanco, aparentemente, esto no ha sido así. Aparte de esto, la conducción económica del gobierno ha sido bastante tradicional y neoliberal, apelando a las devaluaciones para obtener más bolívares, control de cambios con tasas de cambio diferenciadas, venta y compra de bonos para tratar de estabilizar el valor de la moneda y manipular la liquidez monetaria, presupuestos irreales que siempre requieren una retahíla de créditos adicionales para llegar a fin de año, una política de ajuste anual del salario mínimo para contrarrestar la inflación, sin que exista una política anti inflacionaria como tal, dependencia total de la renta petrolera y economía de puertos.
Por último, la pregunta obligada que debemos hacernos. ¿Por qué tanta incoherencia en el plano económico, a diferencia de otras áreas como la política y la social donde pareciera verse muchísima más coherencia? Es posible que muchos de ustedes, lectores perspicaces, ya habrán dado con la respuesta. La incoherencia en el plano económico viene dada por la ausencia de un modelo teórico económico del Socialismo del Siglo XXI. En mi opinión, no se ha querido llevar las nacionalizaciones de empresas a su máxima expresión y decretar la abolición total de la empresa privada debido a la fallida experiencia del siglo XX, el viraje chino, y ahora último por si faltaba algo, el viraje cubano con planes de liberalizar la economía.
Nos hemos quedado entrampados y sin respuestas en el plano económico, entrampados por el axioma que el socialismo debe ser algo radicalmente distinto al capitalismo, y que esto implica la abolición de la propiedad privada, que caminos intermedios como el que plantea la socialdemocracia, es una claudicación velada ante el capitalismo, entrampados por el fracaso de la estatización de la economía y la planificación centralizada, entrampados por la demonización del mercado.
Sin embargo, y a regañadientes tenemos que aceptar que el mercado como mecanismo de asignación de recursos con todos sus fallos pareciera ser más eficiente que cualquier sistema de planificación centralizada de la economía, y que por los momentos, nadie ha podido idear un sistema mejor. Tenemos que reconocer, por supuesto, que el mercado no es un mecanismo que garantice una justa distribución del ingreso, que el mercado no es un mecanismo que garantice una estabilidad permanente, y que en forma recurrente se hace necesaria la intervención del Estado para superar las crisis que se originan, sobre todo en el área financiera. Aparentemente, el mercado es un mecanismo que hay que dejarlo funcionar, pero bajo una supervisión constante, y que requiere ser regulado e intervenido por el Estado de tiempo en tiempo, pero por los momentos, no hemos ideado ningún mecanismo que pueda reemplazarlo, que combine una eficiente asignación de los recursos y también asegure una justa distribución de la riqueza.
Me inclino a pensar que tal vez debamos abandonar la utopía de una sociedad totalmente justa e igualitaria, y conformarnos con una sociedad que vaya evolucionando en ese sentido, pero sin llegar a ver el sueño plenamente cumplido. Esto implica aceptar que para garantizar el crecimiento económico, debemos aceptar el rol de la inversión y la empresa privada que siempre buscará la maximización de la ganancia, lo cual puede implicar cierto nivel de injusticia social, el cual puede ser minimizado por la acción reguladora del Estado y la asistencia social financiada con los impuestos a las ganancias del sector privado, asumiendo el Estado el rol de distribuidor de la riqueza. Al parecer, en Cuba se han dado cuenta de que el Estado no puede cargar con todo el peso de la economía y que hay que darle espacio a la iniciativa privada, lo que sin duda, deberá traer cierto nivel de desigualdad social con el cual la sociedad cubana deberá convivir.
Por último, hoy me pregunto si el socialismo en verdad debe verse como un sistema económico, la verdad es que fue Marx quien propulsó esta idea de que el socialismo debía sustentarse en un modelo económico propio y diametralmente opuesto al sistema capitalista. Antes de Marx, el socialismo fue visto como un movimiento filosófico, político y social y fue calificado de utópico por aquellos que creyeron que el socialismo sólo era posible si se daba una profunda transformación de la base económica. La verdad es que los explotados trabajadores de los países capitalistas desarrollados, por la vía de una lucha constante de los sindicatos por sus reivindicaciones, lograron estándares de vida muy superiores a los que gozaron los liberados trabajadores del bloque socialista que vieron anulados sus sindicatos como instrumentos de defensa de sus intereses.
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