Como descargo el fino analista Alfonso Cano ha expresado que la empresa política que lidera –las FARC– nació como respuesta proporcional a la violencia sistemática e histórica de la bravucona y encariñada oligarquía colombiana, así como también a la generada por los latifundistas y terratenientes que ha empapado de sangre los campos neogranadinos a los fines siempre odiosos (también execrables) de usurpar las tierras de campesinos y colonos, pero al mismo tiempo también como plausible forma de rechazar la indecorosa injerencia de Washington en el interno cotejo militar y político de Colombia, tal como en 1964 se rotulara en el Programa Agrario de Marquetalia que fundamentara su germinación, razones que por cierto aún hoy persisten con igual o quizás mayor ímpetu provocador.
Que sobre las artimañas prohibidas en combate ha comentado que, desde hace años, y dada la intensidad de ellos, difundieron unas normas de comportamiento bélico a fin de que la población civil no permitiera que las fuerzas militares la utilizaran como escudo erigiendo cuarteles en medio de poblados, entreverando vehículos militares entre transportes civiles para sus desplazamientos por carreteras, además de sus pernoctas en colegios y escuelas, creando por tanto deliberadamente altos riesgos a la población. Y admite, que unidades suyas eventualmente pudieran violentar sus normas internas, no obstante que una concepción revolucionaria de la vida pretenda siempre armonizar las relaciones entre combatientes, así como también con la población civil. Y ha destacado que las normas sobre el uso de las armas no convencionales se aplican para la guerra entre naciones, que no podrían alcanzar por tanto a movimientos populares como el suyo que en sus inicios utilizó sólo palos y machetes para defenderse de la arremetida de un Estado asistido, desde todo punto vista bélico, por la Casa Blanca. Que eso sería como recriminar al pastorcillo David por haber utilizado una piedra en su honda para defenderse del bastante agresivo y crecidito Goliat, que por cierto medía un metro más que Rafael Ramírez, por lo que podía darse el lujo de portar una cota de cobre de casi sesenta kilos de peso y blandir una lanza cuya hoja pesara cerca de siete.
Y que como se desprende de los partes de guerra correspondientes, Cano dice que las FARC han magullado a los militares y paramilitares del Estado (que ellos bien lo saben), a las fuerzas institucionales y a las para institucionales, encerrando a aquellas cínicas que dicen desconocer la existencia de los siniestros “falsos positivos” y que se cierran ante los medios en admitir su arreglo con el narcoparamilitarismo, pero que, en la oscuridad de cualquier circunstancia propicia, ábrenle las escotillas de sus lujosas naves secretas para confabularse esencialmente contra el pueblo, ya que en Colombia es asesinada por la oligarquía la oposición democrática y revolucionaria, encarnado tan grotesco exterminio en los 5.000 militantes de la Unión Patriótica -experiencia llena de riqueza como dolorosa, según su evaluación, y que fuera producto de los acuerdos de La Uribe de 1984- así como los pitiyanquis asesinaran al mariscal Sucre y que de milagro no acabaran con la vida de Bolívar, a Rafael Uribe Uribe, a Gaitán, a Jaime Pardo Leal, y pare usted dicha cuenta tenebrosa.
Y ante el cargo de estar asociadas al narcotráfico, ha dicho Cano que en nada ha sido cómodo para las FARC debido a que en los últimos 30 años Colombia fue contaminada radicalmente por sus dineros, lo que resulta público y notorio, pero además nefasto. (Radicalmente significa el Estado sin excepción, la banca, la industria, la política, el comercio, el deporte, el agro, la farándula, y en general el conjunto del tejido social). Y no tenía porque escapar las FARC por tanto a ello tan generalizado y considerado normal, donde sólo la Iglesia sale indemne de su certero criterio en tal sentido. Pero resultaría muy enfático cuando aclarara que: …ninguna unidad fariana, de acuerdo a los documentos y decisiones que nos rigen, pueden sembrar, procesar, comerciar, vender o consumir alucinógenos o sustancias psicotrópicas.
Y como consecuencia de este delicado cargo, ha expresado Cano también que su empresa revolucionaria goza de tres fuentes de financiamiento a saber: las contribuyas de amigos y simpatizantes que conceptúan limpiamente el deber revolucionario de las FARC y el principio por el que luchan; los impuestos que cobran a los acaudalados basadas en su ley 002 y en las rentas que generan unas inversiones que mantienen.
También ha dicho el jefe guerrillero que, con el asociado esfuerzo de muchos demócratas progresistas ciertamente interesados en una salida serena al trance armado, sería posible producir atmósferas e iniciar parlamentos directos con búsquedas ciertas con cualquier gobierno, incluido el de Santos, que infortunadamente se inició reduciendo posibilidades con la imposición de una ley que da un portazo a los diálogos. Pero que sin embargo, por parte de ellos, la esperanza siempre se prorroga. Que el actual rechazo al canje de prisioneros no les merma la voluntad de lograr la libertad de sus camaradas presos, así como para que regresen a sus casas los prisioneros capturados en combate. Que más allá de la indiferencia del Estado sobre sus propios soldados, van a perseverar en ello y que, la salida política al conflicto no se ha logrado, porque la oligarquía piensa en la rendición de las FARC (evento que descarta, por completo) pensando ellas más bien en cambios democráticos de fondo a la vida institucional del país, así como a las reglas de la convivencia.
Por último ha admitido que al gobierno de Venezuela se le ha pretendido afectar por dos testimonios de antiguos miembros de las FARC en lo de unos presuntos cursillos de manejo de explosivos por parte de la ETA en suelo venezolano, lo que negó rotundamente incluyendo todas sus premisas. Y sobre si las FARC mantienen relación con el gobierno de Venezuela, prefirió abstenerse de dar contestación alusiva a las relaciones de las FARC con cualquier país del mundo.
Es bueno anotar que mientras Cano articulaba estas reflexiones y respuestas, consignadas el 21 de mayo del año en curso, ya había sido entregado a Colombia, por lo menos Joaquín Pérez Becerra casi un mes antes, el 25 de abril, sin que tal circunstancia se viera reflejada, ni para bien ni para mal en las repases del jefe guerrillero, lo que me hace colegir que fue capaz de entender las razones que tuvo el gobierno para hacerlo, pero no así en lo tocante a la entrega de Joaquín Conrado, dado que ella sería materializada con posterioridad: el 3 de los corrientes.
Visto entonces a manera de pasaje muy rasante el pensamiento del actual jefe de las FARC, hallamos en él en principio un sentido primariamente local de su realidad; un control espeluznante de sus emociones que lógicamente domeñadas deben hallarse en su geografía humana por la casi segura ambivalencia de sus victorias y derrotas siempre teñidas de una sangre que pretende resultar histórica y sublime y, una actitud a la autocrítica ciertamente difícil de consagrar en resultados, tomando en consideración pues la naturaleza humana especialmente cuando se confronta dentro de un entorno harto desafiante y adverso. Pienso que Alfonso Cano resulta muy capaz de entender todo dentro de sus circunstancias de lugar y tiempo, por lo que a la vez es capaz de aceptar también los infortunios y fatalidades de una lucha casi eterna por estar sujeta a innegables condiciones -y sin dársela de víctima, y por tanto, sin estridencia- sobre todo allí, donde la vida no resulta precisamente un no caber de contento, sino más bien un orden (no sé si en el fondo) de anómalos sacrificios.
Por eso no han dejado de extrañarme las reacciones contra Chávez -a mi modo de ver, desentonadas pero legítimas por cuanto tienen el derecho a hacerlas con entera libertad- de algunas individualidades y grupos de izquierda que a lo mejor no los ha picado ni siquiera un mosquito, ni mucho menos han estado nunca como Alfonso Cano y las FARC en la interminable situación de evaluar con relativo acierto las complejísimas realidades y relaciones revolucionarias, que tuvieron lugar con motivo de las entregas hechas al gobierno de Colombia por su expresa solicitud, al parecer muy bien fundamentadas así: código rojo de la INTERPOL, en un caso, y aposentamiento en territorio venezolano, en el otro.
Y parafraseando a Bernard Shaw, para fines de complementar el título de estas notas, diría:
Algunos revolucionarios miran el mundo y dicen, ¿por qué? Y otros lo miran, y dicen, ¿por qué no?
Así es que lo importante es estar claro dentro de un intrincado mundo de complejidades. De laberintos. Y a quien lo vea posible, de verdad lo congratulo.
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