Los ideólogos burgueses quieren hacernos pasar al Estado como un órgano de conciliación que goza de independencia de clases, en lugar de un órgano de opresión y de dominación de clase que mantiene a raya a las clases oprimidas para que no puedan luchar para el derrocamiento de sus opresores
De la actitud que adopte una revolución ante la cuestión de la naturaleza del Estado depende si se limitará a una serie de reformas audaces de tinte democrático pequeño burgués con una fraseología casi socialista, o iniciará las acciones para crear un Estado de transición, de nuevo tipo, diferente al Estado de la clase opresora y que tenderá a extinguir la burocracia y el mismo Estado.
Entonces, conociendo que el carácter represivo del Estado es producto irreconciliable de las contradicciones de clases, ¿cómo se podrá liberar la clase oprimida de este yugo al servicio de las clases opresores, de los burgueses, sino es destruyendo el viejo aparato?.
No es suficiente la explicación de los ideólogos burgueses y de su ejército de profesores que el Estado, con sus cuerpos armados y la burocracia, al servicio de la burguesía debe existir debido a la complejidad de la vida social, a la multiplicidad de funciones de la vida moderna y otras cosas por estilo. ¿No será que precisamente esta necesidad de cuerpos armados dice que el conflicto entre las clases existe y que si el pueblo tiene las armas explotaría la lucha armada?. Este mismo hecho explica la preocupación de la burguesía venezolana, que al sentir la revolución bolivariana ha trastocado su Estado y al cuerpo armado, tiene como meta de primer orden crear divisiones y fracturas entre los soldados influenciados por la revolución, para que si la contrarrevolución logra derrumbar la revolución puedan recuperar el control de la fuerza armada y emplearla para desarmar al pueblo que se ha venido armando. Cada revolución, al destruir el aparato del Estado, debe emprender la tarea liderada por la clase oprimida para crear una nueva organización de este tipo, el pueblo en armas, que sea capaz de servir a los explotados y no a los explotadores. Solo de esta manera tendría sentido la defensa de la patria, y no la defensa del Estado de los opresores. Ya las frases sobre la defensa de la república y de la revolución tendrían un sentimiento popular y revolucionario y no burgués.
Así mismo, históricamente el Estado se ha dotado de funcionarios, ubicados por encima de la sociedad, protegidos y blindados por las leyes, con la “autoridad” que le proporciona el Estado de clase opresora, pero que nunca podrán obtener el respeto sincero que le brinda la clase trabajadora a sus líderes naturales. La tarea de la revolución de los oprimidos, de los proletarios, del pueblo, consiste en que una vez derogado el Estado, rápidamente desarrolle un Estado de transición que por su carácter de representación de la mayoría, del pueblo en armas, en lugar del antiguo Estado de la minoría burguesa y su cuerpo armado especial, vaya simplificando los trámites y funciones del Estado de tal manera que la burocracia ya no sea necesaria.
Mientras que dure este período político especial de transición, los funcionarios del Estado deberán limitarse a ser servidores del pueblo, pasar de ser sus amos a ser instrumentos de la ejecución de las políticas de la democracia ampliada y desarrollada más allá de los límites del Estado burgués, de la democracia del pueblo oprimido, de los proletarios. Estos funcionarios deberán ser sometidos al estricto control del pueblo hecho gobierno y en el gobierno. Ya no tendrán las manos sueltas para ser instrumentos de un Estado que oprimía a los trabajadores a favor del capitalismo. De un Estado que HOY, a través de los funcionarios de las empresas del Estado, como por ejmplo PDVSA Intevep oprime a la clase trabajadora y combate las iniciativas para consolidar el nuevo Estado, el Estado de transición, el Estado de la democracia ampliada, del pueblo soldado en armas contra la burrguesía apátrida.
La república democrática moderna que conocemos es la más sutil de las formas de dominación del capitalismo, ya que a través de las elecciones y el sufragio universal se logra una representación “popular” tan engañosa (no pocas veces seudosocialistas, seudorevolucionarios), que proporciona una seguridad al poder de la burguesía, tan firme, que ningún cambio de personas, instituciones, o partidos, dentro de la república democrática burguesa, hace vacilar este Poder. Es por esto que la revolución debe ser dirigida a romper el Estado por los medios violentos o por los medios que imponga la propia dinámica revolucionaria dependiendo del tipo de Estado y país. Esta es la diferencia entre reforma o revolución.
INDEPENDENCIA Y PATRIA SOCIALISTA. VENCEREMOS
(*)Asesor del Sindicato Unitario de Trabajadores de PDVSA Intevep