Es
una felicidad para todos nosotros que el homenajeado de la FILVEN 2012
sea mi maestro Luís Britto García, autor de más de 60 obras y, sobre
todo, un venezolano que nos ha enseñado con la práctica que hay que
escribir pa' ver si algo queda.
Luís repite cada vez que puede que afortunadamente los intelectuales
orgánicos, y no aquellos meritocráticos, están de este lado de la acera
política, aunque muchas veces sean ignorados.
Luís, aquel muchacho
ganador por partida doble de ese Premio Casa de las Américas que hizo
comentar a más de un malintencionado: "Luís Britto García es el único
venezolano que respetan los cubanos...".
Con sus obras, sus dibujos, con su submarinismo, y el amor por la música
y las mujeres, Luís Britto García nos ha enseñado el arte de ser un
intelectual "todero", que dicho de manera un poco más fina, o acaso
rebuscada, sería un intelectual holístico: un touche-á-tout, como dicen
los franceses, un indisciplinado e indisciplinario de la vida que
entendió que sólo sobrevivimos quienes no nos encerramos en el
academicismo de nuestras ridículas especializaciones.
Luís es un ermitaño pero con vocación social: un solitario acompañado.
Alguien que puede vivir encerrado en la libertad de su biblioteca y su
escritura, pero que al mismo tiempo puede hablar contigo durante horas
de los temas más apasionante, más profundos y, claro está, más banales.
Alguien que te puede describir pormenorizadamente los mangas
latinoamericanos y japoneses y calcular cuántos kilos aumenta uno por el
peso del agua después de una sesión de submarinismo, mientras te
detalla mapas oceánicos de piratas renacentistas.
Mi maestro Luís Britto García hizo reír a más no poder al Aula Magna de
la UCV en la Cátedra del Humor muchos años hace, pero también nos ha
hecho llorar con las memorias de los saqueos y los peligros de invasión
imperial en sus obras sobre Nuestra América.
Amigo de sus amigo, Luís se paseó por Sabana Grande con su pana recién
exiliado, por aquellos años, Eduardo Galeano y me ha contado cómo
presenció en persona el caer desmayadas de las venezolanas delante de
los ojos azules y tristes de un Galeano recién expulsado de su país por
las dictaduras de derecha.
Alguna vez le dije que yo adoraba Caracas como se ama a una mujer fea,
sin terminar de entender el porqué, a lo cual me respondió: quizás
cuántas mujeres nos han amado pensando exactamente lo mismo. Mi
conclusión es que también Caracas nos debe amar a pesar de ser nosotros
tan pero tan desgraciados con ella en ocasiones.
Luís ha tenido la paciencia de escribir los prólogos de mis dos más
recientes libros y, debo confesar, que desde entonces no logro leer más
allá de esos prólogos que he llegado a pensar son más esenciales que
esos libros que tanto escribí y escribí y escribí.
Reivindico pues a ese Britto García en quien su amigo Nazoa reconoció el
gran escritor que entraría en la historia y, justo antes de morir, le
regaló su vieja máquina de escribir y un cheque en blanco (que todavía
conserva) pues, según las palabras de Nazoa, nunca nadie te pagará lo
que realmente vales, Luis.
No cabe duda: con esa máquina y ese cheque le entregó el testigo
generacional de una escritura, un humor y amor, y un compromiso
revolucionario que hasta ahora no ha traicionado Britto García.
Con
Luís he asistido a reuniones políticas graves, conferencias aburridas,
fiestas silenciosas, presentaciones de obras protocolares, programas
televisivos preocupantes, largas y libres conversaciones telefónicas y
nunca, pero nunca, dejo de observarlo silencioso, como quien observa a
un gato aburrido por el mundo y, a la vez, fascinado por partes
divertidas de ese mundo aburrido.
En el prólogo que Luís hace de mi novela Pueblo él escribe: "En algún
lugar de la novela se establece que 'hay que acercar esa línea del
horizonte porque, carajo, está muy lejos de Pueblo'. Acercar el
horizonte, hacer próxima la distancia, es el imposible que toda
narrativa se propone".
No tengo dudas, Luís Britto García realizó el milagro que mi personaje
Gobernador hizo posible en Pueblo: acercó la línea del horizonte de la
literatura venezolana y aquí la tenemos frente a nosotros, al pueblo
todo, la podemos ver, tocar, oler, vivir.
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Instituto de Estudios Avanzados (IDEA-MPPCTII)
Director del Area de Sociopolitica y Cultura