Acabo de leer un artículo en Aporrea que realmente me llamó la atención por las concepciones políticas del autor, las cuales parecen sacadas de un catecismo y no ser productos del análisis objetivo de las situaciones y personajes abordados. Es uno de esos escritos que se hacen con las vísceras, es decir con los sentimientos, y no con el cerebro. Parece que el autor intentara imponerle a la realidad las ideas que tiene en relación con ella. Pero lo más asombroso es que el autor se inicia diciendo que hace los análisis desde su personal “óptica marxista”. ¡Increíble!
El articulista dice, en una parte de su novela, que la “contrarrevolucionaria Perestroika desmanteló a la URSS”, lo que significa que no ha entendido que fue lo que ocurrió con el llamado socialismo real, que se derrumbó de la manera más anodina, sin necesidad de un “empujoncito” y sin que nadie hiciera nada para evitarlo. No, camarada. No fue la Perestroika la que desmanteló a la URSS; su análisis está patas arriba, como la dialéctica de Hegel. El socialismo real estaba putrefacto, desmoronándose y uno de sus productos del momento fue la Perestroika.
Uno de los problemas centrales de muchos sesudos análisis políticos, y los izquierdistas están más dados a caer en este grave error, es la inversión del binomio causa-efecto. Así, las actitudes fraccionales, antiunitarias y paralelas, nunca son vistas como posibles consecuencias, es decir efecto, de actitudes equivocadas de la dirección política; jamás son pensadas como el resultado del autoritarismo de las direcciones partidista y la falta de democracia, que serían las causas, sino como producto de condiciones personales de quienes se separan en un momento particular.
Quienes se enfrentan y se molestan y terminan por irse lo hacen porque son cerebral y genéticamente traidores, están “dañados”, o si no, fue que los compraron, sucumbieron ante el capitalismo. Son los “herederos de la Perestroika”. Nacieron así y nada bueno se podía esperar de ellos. Es una visión religiosa de la sociedad humana, en la que existen los judas que nacieron para cumplir su misión de traidores y permitir entonces el reino de los Cristos. Muy lejos del marxismo, por cierto, este tipo de análisis y argumentación.
El enojo del articulista es, supongo, con algunos de sus correligionarios que no necesariamente comparten con él todo lo que piensa. A Rafael Caldera lo considera del Opus Dei, simplemente porque piensa que es el más extremo sitio de la derecha donde lo puede mandar, y desconoce la importancia que tuvo en abrirle camino a Chávez, aún sin proponérselo, al derrotar al bipartidismo adecocopeyano. Luego, la alianza de la izquierda con Caldera no favoreció a la burguesía y sus lacayos ni significó una traición a los inmaculados principios, como erróneamente concluye, en un ejemplo de análisis prejuiciado y sin ningún valor científico.
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