Gerenciar un estado o sociedad, ha sido tarea cotidiana desde el mismo momento en que la humanidad se posicionó sobre nuestro planeta, independientemente de la formación socioeconómica que ha dicha sociedades haya podido caracterizar. En nuestra sociedad actual (Venezuela), se produce un debate entre dos modelos, el capital vs el hombre, el capitalismo vs el socialismo bolivariano; pero ese debate no puede ser sólo dos frases banales y una lucha fratricida por quitar “la pajita del hombro” de nuestros adversarios y viceversa; tiene que tener un nivel de concreción en la vida cotidiana, en aquellos hechos que los ciudadanos aspiran como sociedad mejor, más allá de las mezquindades e intereses individuales que como humanos muchas veces nos marcan; la gestión puede ser un indicador relevante que nos ayude a medir en paralelismo, cómo el socialismo es la sociedad justa que nuestros pueblos merecen y por la cual tanto luchan.
Nosotros construirnos trenes, puentes, casas, escuelas, calles, acareas; pero la derecha también, algunos me querrán llenar de vaporub los ojos y decir que las nuestras son mejores lo cual es cierto, pero en muchos casos las nuestras son peores; creo que el paralelismo no está sólo allí, en el cemento y la cabilla, creo que el paralelismo está por un lado en lo cualitativo (la calidad revolucionaria), hacía quién va dirigida esta revolución (el ser humano) y cómo logramos sembrarla en el corazón de la gente; y por el otro lado la eficiencia revolucionaria, es decir, que lo que hagamos sea en el menor tiempo y lo más bueno posible, debemos superar la era de las colas y sus respectivos murmullos en MERCAL, la especulación descontrolada y voraz de todos los productos, los apagones infinitos en infinitas poblaciones, la impunidad ante la corrupción y los nuevos millonarios hijo de nuestra revolución, los asesinatos cotidianos y nuestros partes de guerra con cada semana, etc.; es decir, tenemos mucho por hacer.
El reto de esta revolución está en alcanzar una superior calidad como revolucionarios, que tengamos sustancia y contenido profundo, a la vez que en nuestra gestión, garanticemos que la misma impacte de forma real en la gente, logrando su incorporación y posicionamiento como la vanguardia de su ejecución. Transferir competencias y poder a la gente (recursos para proyectos) es una de las salidas, además contemplada en la Constitución, con ello matamos dos pájaros en uno, derrotamos la corrupción de las altas esferas y por fin comienza a gobernar el pueblo.
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