Durante la campaña electoral de 1.988 Carlos Andrés Pérez acusó al
Fondo Monetario Internacional –FMI- de “genocida de los pueblos de
América Latina” y con ello consiguió muchos votos. Alcanzado el
triunfo electoral se arrodilló ante el genocida y desde Davos-Suiza
señaló que: “por estar nuestro país inmerso en el sistema que rige el
FMI, no podemos estar pensando si es bueno o es malo. Lo importante es
negociar con él…” (El Nacional 28/01/1.989) y se suscribió la trágica
concertación de un paquete de medidas contra el pueblo para complacer
las exigencias del capital hegemónico norteamericano.
El 2 de febrero de 1.989 CAP es juramentado en medio de un majestuoso
sarao que sirvió de escenario para legitimar las relaciones con el FMI
y el anuncio de una “Carta de Intención” cuyo contenido estaba
dirigido a complacer las exigencias del FMI con una receta que
contenía el aumento de las tarifas de los servicios públicos,
congelación de sueldos y salarios, aumento de los precios en los
productos de la cesta básica, aumento de los precios de la gasolina,
Impuesto al Valor Agregado –IVA-, impuesto al Debito Bancario y la
garantía implícita del suministro de petróleo a bajos precios, entre
otros. 25 días más tarde estallaría la ira popular.
Aquel 27 de febrero de 1.989 en Caracas, Guarenas, Maracay, Puerto La
Cruz, Barquisimeto, Maracaibo, San Félix, Cumaná, Valencia, Los
Teques,… en casi toda Venezuela se desbordó una mezcla de ira y
júbilo. El país conoció la risa brava de los pobres que celebraban,
entre rabia y alegría, la posibilidad de alcanzar por su propia fuerza
lo que la corrompida dirigencia adeco-copeyana les había arrebatado
con la fábula de la “Democracia Representativa”
Lo que permanecía acaparado por los mercaderes de la miseria para
jugar a la escasez y al aumento de precios, con el aval de un
gobierno diseñado para reproducir la miseria social en nombre de la
Democracia Representativa y el desarrollo tecnológico, fue tomado por
la fuerza. Hombres, mujeres y niños cargando con un saco de arroz,
carne, café, harina de maíz, aceite, mantequilla… material para
satisfacer las necesidades básicas y luego el televisor, el betamax,
el equipo de sonido y la cerveza para completar la fiesta.
Ese día el pueblo dio rienda suelta a la ira acumulada tras 31 años
de sometimiento a punta de promesas y engaños. Esa fue la respuesta a
31 años de saqueo a la nación en nombre de la democracia. A partir de
ese momento los tecnócratas del gobierno de CAP tenían una nueva
variable para medir el descontento popular, éste crecía en los
estómagos vacíos, en el descenso de la calidad de vida y el
crecimiento acelerado de la pobreza.
La fiesta se desbordó y el gobierno desencadenó una cruenta matanza.
Los grupos económicos dominantes pidieron soltar la jauría a la calle
para mantener su “orden social” y comenzó la masacre más desastrosa
de nuestra historia. Muertes injustificadas y ejecuciones públicas sin
control. Unas Fuerzas Armadas con la orden expresa de matar (donde y
como fuera) y un pueblo desarmado, pero dispuesto a defender sus
derechos y su dignidad. Un pueblo que comenzó a reclamar cambios
estructurales de la sociedad venezolana.
En aquel momento se demostró la incapacidad estructural del gobierno
para atender las necesidades de la población. CAP hizo gala de su
cinismo y siguió mintiendo y exigiendo sacrificio al pueblo para
aplicar las medidas que exigía el FMI. El Ministro de Relaciones
Interiores no pudo dirigirse al país a través de la televisión porque
perdió el control de algunos músculos lisos (intestinos) y el Ministro
de Defensa admitió su complacencia porque finalmente solo se
registraron 300 muertes aunque las organizaciones sociales y los
familiares de las víctimas contabilizaron más de 3000 muertes
injustificadas. Cifra que fue corroborada un año y nueve meses mas
tarde (Diciembre de 1.990) cuando se descubrieron miles de cadáveres,
enterrados en fosas comunes, en un sitio conocido como “La Peste”.
Cuando se cumplen 24 años de estos trágicos acontecimientos estamos
obligados a reivindicar el coraje de un pueblo que a partir de ese
momento salió a la calle a reclamar sus derechos y aun sigue en
movilización permanente construyendo el Poder Popular. También es
necesario reafirmar que estos hechos produjeron una fractura en
nuestras Fuerzas Armadas y con ello el fortalecimiento de la
conciencia nacional y del Movimiento Bolivariano 200 –MBR200- que
tres años mas tarde (4 de febrero de 1.992) protagonizaría una hermosa
rebelión militar que abrió paso al juicio, destitución y
encarcelamiento de CAP (mayo 1.993) y posteriormente conjugó el
impulso popular a la Revolución Bolivariana bajo el liderazgo del
Comandante Hugo Chávez.
Aquel 27 de febrero de 1.989 (con el pueblo como protagonista
circunstancial) constituye la génesis de la Revolución Bolivariana en
la cual ese mismo pueblo es el sujeto histórico (protagonista
permanente) y garantía de transito hacía una sociedad Socialista donde
todos podamos vivir y morir con dignidad.
dariomorandy@gmail.com