Recomiendan los clásicos que en la guerra es vital conocer al enemigo. En unas elecciones como las que hoy enfrentamos, que forman parte de una agresión que comenzó con el magnicidio a Chávez, la recomendación es más que pertinente. Veamos.
El candidato del plan de agresión contra la Patria tiene debilidades y también fortalezas. Es el candidato del mayor imperio conocido por la humanidad. A su servicio tiene tanques pensantes formados por mentes brillantes, todo dispuesto para someter al mundo a sus nefandos intereses.
Ya este dato es suficiente para entender su fortaleza.
El candidato de la agresión imperial tiene las debilidades inherentes a su persona. Cada día aparecen más. Por ejemplo, sus notas son un desastre, en sus manos no se puede poner ni la defensa de una bodega. El hombrecito es flojo. A la hora de las definiciones se raja como una patilla. Lo anterior es verdad y podríamos hacer una larga lista de sus carencias, pero eso no constituye su mayor debilidad ni la que más importa en la confrontación de hoy.
La mayor debilidad del candidato gringo es que representa a un sistema, a un imperio que no puede ofrecer a los venezolanos ni al continente otra cosa que miseria. No se trata de si él es bueno, de si aprobó Derecho Romano con veinte, si lo reprobó con cero tres o si se copió. Se trata de que es instrumento del imperio oligarca para someter de nuevo a Venezuela, para truncar la obra de Chávez y llenarnos de "miseria y oprobio."
Y no por casualidad la mayor fortaleza de Maduro es ser el candidato de la Soberanía conquistada con Chávez, del proyecto de la esperanza que es el Socialismo, el de la continuidad del sueño que garantiza resolver los problemas de los venezolanos, y el único que puede construir una patria donde el hombre sea hermano y no lobo del hombre.
Es, en resumen, el candidato del Socialismo y de Chávez, enfrentado al candidato del capitalismo, del imperio gringo.
Conocidas las debilidades y fortalezas del candidato de la agresión a la Patria , ya tenemos una guía para orientar la campaña, sabiendo además que las elecciones son una fase de la agresión que se despliega ante nuestros ojos.
Seguro no aceptarán la aplastante victoria de Maduro, continuarán la agresión, y nosotros debemos, no sólo ganar las elecciones, sino salir de ellas preparados para la escalada que se avecina, para proteger la paz de la única manera que es posible: con equidad y disuadiendo al enemigo, haciéndole saber que una agresión se estrellará contra un muro de pueblo consciente, organizado, heredero de Bolívar y de Chávez.
Cuando planteamos la batalla en el plano personal, careando a Maduro con capriles, estamos en terreno donde capriles oculta sus debilidades y Maduro oculta sus fortalezas, quedamos a merced de los retruécanos, de los vericuetos de la propaganda, de las habilidades de las agencias de publicidad, de los tanques pensantes.
¡Siempre Chavistas!
¡Con Maduro, es con Chávez!
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