“Patria… Socialismo o muerte”: es una consigna nacionalista y no socialista

Con el debido respeto por todos y todas quienes gritan y creen en la consigna de “Patria… Socialismo o muerte”. Para nada se me ocurriría descalificarlos por lo que creen, pero considero que tenemos el deber de exponer cada quien sus ideas para analizarlas, confrontarlas y reflexionar sobre ellas para asumirlas o negarlas. Eso enriquece el conocimiento y contribuye a corregir lo que haya que corregir. Si estoy equivocado, lo aceptaría con mucho placer.  Alguien pudiera preguntar ¿Y por qué eso no se dijo en vida del camarada Chávez?  Respondería lo siguiente: si mal no lo recuerde en un documento que le envió El Pueblo Avanza (EPA) al Presidente Chávez hace unos pocos años, se le planteaba la inconveniencia del uso de la consigna “Patria… Socialismo o muerte” y se le expusieron las razones y los argumentos en los que creíamos y continuamos creyendo. No puedo afirmar que el camarada Chávez lo haya recibido o lo haya leído. Sin embargo, creo que muchísimas cosas no se dijeron en vida del camarada Chávez por uno u otro motivo que no voy a escudriñar ni a destapar acá. Siempre el EPA –y mi persona en lo particular- buscamos una oportunidad para dialogar con el camarada Chávez pero, muy lamentablemente, eso no se logró. Y, al mismo tiempo, debo reconocer que el camarada Chávez hizo uso de otras consignas que se correspondían con sus planteamientos y las necesidades del Proceso Bolivariano, tal como: ¡Socialismo… Venceremos! ¡Viviremos y Venceremos! En fin, el camarada Chávez llegó a reconocer que la consigna “¡Patria… Socialismo o muerte!” había cumplido una etapa y decidió no continuar utilizándola. Pero se sigue utilizando como la principal.

En el único país, -creo- donde se considera hay una Revolución en el poder político y se entiende como el período de transición del capitalismo al socialismo lo que se está viviendo, que se ha hecho de uso cotidiano esa consigna es en Venezuela. No recuerdo muy bien, pero no la he escuchado ni leído ni por boca ni por escrito de ningún dirigente revolucionario de otros países

         Quienes crean en el socialismo tienen, por obligación o convicción, que creer en que el proletariado es la única clase social que lleva en sus entrañas el socialismo. No estamos diciendo que sólo los proletarios sean revolucionarios y sean los únicos que participan en las luchas por conquistar el poder político y hacer andar la locomotora de la historia hacia la construcción del socialismo. Ese viejo sectarismo y dogmatismo fue, principalmente, despolvorizado con los muchísimos sacerdotes cristianos y católicos que asumieron el socialismo como su bandera de lucha y en la búsqueda de ese objetivo no encontraron contradicción con el comunismo. Pero la experiencia histórica enseña, demostrado como irreversible, que sin proletariado no hay ni habrá jamás socialismo en ninguna parte del planeta. Pero si se cree en el socialismo y en el proletariado, igualmente, debe creerse en que éste no tiene patria y por ello la consigna esencial y final –fijémonos bien: la consigna- del Manifiesto Comunista no es otra que: “¡Proletarios de todos los países, uníos!”.

         Un partido político es una táctica, un sistema de organización y un programa. Después de ello, lo más importante, es la consigna porque ésta refleja la línea política de una organización o de un Gobierno que lucha por establecer un determinado régimen económico-social. La teoría del socialismo en un solo país ya dio demasiadas pruebas de fracasos y de imposibilidad de construirse. Los que han creído que Marx sí creía en esa idea, no sólo están errados sino que desvirtúan la esencia del pensamiento marxista. Marx nunca llegó a pensar en tal fantasía. El socialismo en un solo país puede concebirse únicamente en la “Utopía” del camarada Moro, pero a éste le costó su propia vida por tanta fantasía difundida.

      Entre los elementos fundamentales para comprender que el socialismo es imposible construirlo en un solo país o en pocos países –especialmente atrasados o llamados del Tercer Mundo- de manera independiente del contexto capitalista internacional que les rodea, basta con saber o interpretar correctamente lo que nos dice el camarada Trotsky en una parte de su maravilloso escrito “El marxismo y nuestra época”, donde destaca que: “El capitalismo tiene el doble mérito histórico de haber elevado la técnica a un alto nivel y de haber ligado a todas las partes del mundo con lazos económicos. De ese modo ha proporcionado los prerrequisitos materiales para la utilización sistemática de todos los recursos de nuestro planeta. Sin embargo, el capitalismo no se halla en situación de cumplir esa tarea urgente. El núcleo de su expansión sigue siendo el Estado nacional con sus fronteras, sus aduanas y sus ejércitos. No obstante, las fuerzas productivas han superado hace tiempo los límites del Estado nacional, transformando, en consecuencia, lo que era antes un factor histórico progresivo en una restricción insoportable. Las guerras imperialistas no son sino explosiones de las fuerzas productivas contra las fronteras del Estado que han llegado a ser demasiado estrechas para ellas…”.

De lo dicho por el camarada Trotsky podemos, sin equivocarnos, sacar la conclusión que la contradicción esencial de este tiempo, en que domina el mundo el capitalismo más altamente desarrollado, es la siguiente: la contradicción antagónica entre las fuerzas productivas no sólo con las relaciones capitalistas de producción sino, igualmente,  con las fronteras nacionales. Los grandes del marxismo jamás al socialismo lo han limitado al contexto interior de las fronteras nacionales. El socialismo es universal mucho más que el capitalismo que de Francia tuvo –para no ser vencido- que traspasar sus fronteras para imponerlo en el mundo pero respetando, hasta cierto límite, los hitos fronterizos o Estados nacionales porque, nunca, se planteó la emancipación de todas las clases sociales explotadas y oprimidas. Esto hubiese sido como pedirle al Diablo implantase el régimen del Cielo en el Infierno. Los dolores y los sufrimientos de los muchos humanos (esencialmente de los esclavos) es imprescindible para poder sostener un modo de producción de explotación y opresión de una clase por otra. Lo que no deben, el proletariado y su vanguardia política organizada, es esperar que en el capitalismo altamente desarrollado se produzca la Revolución Socialista en cuanto a toma del poder político. Lo importante es que en cualquier país donde se armonicen las condiciones objetivas y subjetivas hay que arrebatarle el poder político a la burguesía y de esa forma entrar al período de transición del capitalismo al socialismo.

Si la experiencia del derrumbe de lo que fue la Unión Soviética y el llamado campo socialista del Este (más las realidades adversas que en Cuba han obligado al Estado a tomar medidas económicas que no son propiamente socialistas) no nos sirve de nada, estaremos sometidos a las reacciones de la danta, golpeándonos la cabeza creyendo que avanzamos hacia el socialismo y lo que logramos es más dependencia del mercado mundial capitalista Si la teoría juega algún papel importante en el Proceso Bolivariano venezolano tiene que ser, entre otras cosas, para comprender no sólo los factores primordiales de la situación nacional, los de carácter internacional sino, muy importante, el elemento doctrinario para entender que la construcción del socialismo es, esencialmente, una cuestión de universalidad, que rompe con la concepción fronteriza de los Estados. Y en esa situación no debe ser la consigna “Patria… Socialismo o muerte” –como expresión del internacionalismo proletario- la que caracterice la lucha contra el capitalismo. Pienso, sólo lo pienso, que “Por el Socialismo… Venceremos” (parafraseando al camarada Chávez), recopila más objetivamente los clamores de ese elevado porcentaje de pueblo que ansía la creación de un nuevo mundo.



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Freddy Yépez


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