Las empresas socialistas tienen mucho que aprender de la experiencia de las empresas capitalistas, ellas les sirven de base material y de medio para negar el modo de producción capitalista. En ese sentido, la literatura capitalista habla del transito de estas empresas por tres grandes hitos históricos, cada uno de ellos lleno de retos gerenciales. Esta historia habla de una empresa capitalista que pasó por una primera fase de consolidación marcada por una etapa de estructuración organizativa, que siguió a otra de optimización de los procesos productivos y que finalizó con el desarrollo de una visión sistémica del negocio basado en resultados. La segunda fase denominada de cambio continuo involucró las etapas de visión estratégica del negocio y de desarrollo de estrategias basada en valores. Finalmente, la literatura menciona la fase de cambio discontinuo donde las empresas se estructuran en base a la innovación de productos nuevos. Esta historia de la empresa capitalista, de más de cien años, le puede servir a la empresa socialista para ubicarse en su estado actual de desarrollo; así como, en señalar los retos a los que ella se enfrenta.
Comentábamos en otro momento la importancia de la producción y distribución organizada de mercancías, como objetivo fundamental para la construcción del socialismo. Pero, también comentábamos acerca de las debilidades de las denominadas empresas socialistas. Aquellas que se caracterizan por la baja productividad, la carencia de direccionamiento estratégico y táctico, la desconfianza, la arbitrariedad, el autoritarismo, el arribismo y la flojera. Parecieran, vista estas debilidades, que las empresas socialista estuvieran en la fase de consolidación; concretamente, en la etapa de estructuración organizativa de su cadena de mando y funciones de apoyo.
En esta fase de desarrollo empresarial los directores y gerentes socialistas tienen el reto, casi imposible, de organizar a las empresas y de optimizar su producción bajo una estrategia de valores socialistas. Un reto inmenso para quienes en su mayoría no saben dirigir ni gerenciar y, mas aún, no tienen claro la distinción entre Estado y empresa socialista.
Es por ello que se requiere salir con urgencia del marasmo en que nos tiene sumido la desorganización. De aquí que la tarea fundamental de los directores, gerentes y supervisores socialistas, en esta fase de desarrollo de la empresa socialista, involucre saltar a la fase de implantación de un modelo de gerencia basada en resultados. Un modelo que permita tomar control de la empresa e incluso despedir a aquellos trabajadores que pretender confundir socialismo con sinvergüenzura, solidaridades automáticas, indulgencia, cuotas de poder, mediocridad, bajo rendimiento, poca productividad y nula prácticas socialistas. Los trabajadores directivos deben saber marcar una dirección basada en dos resultados: volumen de mercancía y profundización de la ideología socialista. No es sólo producir organizadamente, no es sólo ideologizar con valores socialistas: son las dos cosas. De allí que nuestros directivos, gerentes y supervisores deben comprometerse en un auto- desarrollo que fortalezca su capacidad de previsión y de confianza en sí mismo a fin de controlar mejor su tiempo y enfocarlo en el impulso de creación de riquezas y profundización de la ideología socialista. Los directivos, gerentes y supervisores deben desarrollar en la empresa socialista una perspectiva centrada en la satisfacción de las necesidades de la clase trabajadora y campesina, con una visión puesta en el futuro y en las oportunidades; y donde, el clima organizacional se caracterice por la diversidad de puntos de vistas, el respeto, la confianza, la capacidad para construir sobre las diferencias, el liderazgo compartido, la dignidad, el aprendizaje continuo y la adaptabilidad. Una empresa donde los procesos productivos estén basados en conceptos sencillos, ágiles, eficientes, adaptables y flexibles. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo, Carajo.
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