¿Y, esto es el socialismo?

Un tema de alta prioridad para la construcción del socialismo debe contestar a la pregunta: ¿qué es un Estado socialista y cuál es la lógica con la que funciona?

Este punto reviste capital importancia para comprender la esencia del socialismo, las tareas revolucionarias y el papel de Estado en cuanto fase transitoria a la sociedad comunista. Una sociedad en el que la lógica de funcionamiento de la gestión pública recaerá de manera sustantiva en la responsabilidad individual y colectiva del ciudadano en la atención y resolución de los problemas de la sociedad.

El capitalismo como forma, emergente, de organización social tiene sus bases en los valores o creencias capitalistas (tomadas y adaptadas del feudalismo) que guían y le dan sentido a la práctica social, individual y colectiva, de los seres humanos en este período concreto de desarrollo social. Valores que permanentemente se contrasta y validan con los valores dominantes en la sociedad. Que permea, al principio, de lo individual a lo colectivo y societal y luego de lo societal a lo colectivo e individual; mediante la práctica reiterada y polifacética de dichos valores en el transcurso del tiempo: demostrando que son útiles para mantener una determinada estructura social. Estos son los mismos valores que luego de ser confrontados y refinado en las contradicciones del desarrollo histórico productivo del ser humano, se manifiestan en el capitalismo como irrespeto al otro, desvalorización de sus esfuerzos y utilización (y apropiación) del valor creado por ese otro. De donde, se desprende que la repetición consecuente y consistente de estos tres valores por los individuos de una sociedad desarrollan una lógica emergente de intercambio (de mercancías y de afectos) que determinan o construyen el ideario (conjunto de creencias validadas por la sociedad) que sirve de base y validan las relaciones sociales de lo que llamamos sociedad capitalista.

Por su parte, las bases del socialismo resultan de la contradicción con los valores capitalistas; que impiden una mayor circulación de mercancías, atentando contra la propia supervivencia de la mayor cantidad de seres humanos (igual que ocurrió, en su momento, con el feudalismo). De allí que los valores fundamentales del socialismo sean el respeto y la valorización propia del otro; así como, los esfuerzos colaborativos para la construcción del bienestar comun o de todos. Por supuesto que estos tres valores requieren para hacerse dominantes en la sociedad de la repetición pacífica, consecuente y consistente, por mucho tiempo, de prácticas sociales individuales y colectivas basadas en los valores socialistas. En ese sentido, el uso de estas prácticas socialistas permea en la sociedad (a partir de lo individual y hacia lo invidivual) e impulsan el desarrollo de una lógica emergente de intercambio de mercancías y afectos, distintas a la lógica capitalista. Practicas que resultan en el ideario que sirven de base y valida las relaciones sociales de lo que llamamos socialismo.

He aquí que la esencia del cambio del capitalismo al socialismo resida en la repetición consciente, consecuente y consistente (no violenta), por un largo período de tiempo, de los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo de la clase trabajadora. Donde la tarea fundamental de la vanguardia revolucionaria dirigente del proceso socialista es impulsar estos valores a través de la práctica conciente y diaria en el seno de la clase trabajadora, la socieda y el Estado capitalista; hasta transformarla. Repetición que persigue que la sociedad (el resto de los seres humanos) por imitación y refuerzo desarrollen, validen y acepten prácticas sociales basadas en los nuevos valores socialistas; en la que dichos valores resulten más útiles, prácticos y beneficiosos para la clase trabajadora que las prácticas basadas en los valores capitalistas. Repetición, a partir del cual, se asuma con normalidad la lógica socialista que se desprende de la aplicación de sus valores en el intercambio de mercancías y afectos en el seno de la sociedad.

La expresión económica de los valores socialistas en la producción de plus- valor se traduce en el reconocimiento de la contribución del esfuerzo del trabajador individual y colectivamente en la creación de bienes y servicios; así como, la valorización total (en cuanto suya) de su contribución en el aporte colaborativo junto al resto de los trabajadores. Para, finalmente, disfrutar individual y colectivamente, también de manera colaborativa, del esfuerzo o plus valor total que produjeron todos trabajadores. Y disfrute que no se circunscribre a lo individual sino que se extiende a su contribución al resto de la sociedad: al resto de los trabajadores de la sociead. Cubriendo de esta forma con la producción de mercancías todas las necesidades de los seres humanos; liberando así el intercambio de las limitaciones impuesta por la lógica capitalista (abundancia y miseria), que limita la circulación de mercancía a los que tienen abundante dinero y eliminando el hambre y las carencias (materiales y afectivas) del ser humano.

En el marco del desarrollo de la hegemonía de los valores socialistas de respeto, valorización y trabajo colaborativo en el seno de la sociedad se presenta la figura del Estado Socialista. Es allí donde el proceso gradual de transformación de Estado capitalista en Estado socialista se manifiesta mediante el desarrollo de prácticas de trabajo en el alto gobierno y en la administración pública que reproduce y enaltecen los tres valores socialista; condenando y reprimiendo las prácticas capitalista basada en los valores de irrespeto, desvalorización y utilización y/o apropiación del trabajo del otro. En este sentido, las tareas de la dirigencia revolucionaria en seno del Estado capitalista en su labor de transformación en Estado Socialista consiste en desarrollar una cultura socialista en el gobierno y la administración pública cuyas prácticas sociales de trabajo refuercen la toma de decisiones basado en valores socialistas. En este sentido, resulta claro como identificar un Estado socialista de uno capitalista. En el Estado socialista se estimula y acepta los valores de respeto, valorización y trabajo colaborativo en sus práctica administrativas (internas); así como, en sus prácticas gubernamentales (externas) en su relación con la sociedad (con la clase trabajadora); orientada siempre a estimular el ejercicio de su responsabilidad de la gestión pública. De aquí que en el Estado socialista se estimula el respeto al ciudadano, se valoriza su esfuerzo; así como, se exige que se valorice el esfuerzo del Estado socialista por mejorar la calidad de vida de todos, compartiendo instancias de poder sobre la gestión pública con el ciudadano (con la clase trabajadora y campesina). Se estimula e incentiva el trabajo colaborativo entre el Estado y los ciudadanos (individual o colectivamente) en la construcción de una sociedad orientada a enaltecer los valores socialistas y la calidad de vida de todos los seres vivos; y entre estos y la naturaleza.

En ese sentido, resulta fácil identificar un Estado capitalista cuando en sus prácticas administrativas (internas) imperan valores de irrespeto, desvalorización y utilización; y externamente una total indolencia hacia la sociedad y una actitud oportunista de los ciudadanos hacia el Estado.

Como vemos, los valores que subyacen en las prácticas administrativas del Estado reproducen y también refuerzan y estimulan los valores dominantes en la práctica sociales de la sociedad. De aquí que un Estado socialista reproduzca y refuerce los valores socialistas en la práctica sociales de la sociedad y otro capitalista los valores de capitalistas.

Pero, cómo llevar a cabo este cambio cultural con una vanguardia revolucionaria sin tareas concretas, que no conoce su misión ni cómo realizarla; que no cuanta con las herramientas propia de la madures personal y de las técnicas de gobierno y de gestión administrativa para llevar a cabo esta labor transformadora. Cómo construir revolución con una vanguardia conformada por gente inmadura y hasta con problemas sicológicos, con familias destruidas por los valores capitalistas, resentidos sociales, envilecidos por la arrogancia del poder y doblemente ignorantes (desconocedores de sus grandes ignorancias). Con este cóctel no se puede construir otra cosa que capitalismo de Estado; ya que practican y reproducen los valores del capitalismo. De lo que se saca que nadie puede reproducir practicas distinta a sus valores (a sus creencias) a menos que los cambie conscientemente hasta hacerlos, con la práctica reiterada, permanente y pacífica, inconcientes y naturales.

En otro sentido, los métodos de gobierno y de gestión administrativa no escapan a los valores de las personas que los implementan. Los valores, la ideología, la política y la acción administrativa de los que dirigen el Estado o cualquier otra organización constituyen la esencia de la práctica y la cultura del Estado y la sociedad. Una vanguardia madura y equilibrada, consciente de su misión, de sus tareas y de cómo lograrla no hace más que reforzar los valores socialistas de respecto, valorización y trabajo colaborativo en todos los ámbitos del proceso revolucionario (Estado, sociedad y familia); para lo cual debe estar dotada de las herramientas técnicas (de gobierno y de gestión administrativa), así como de una gran madures para persistir. Elementos que constituye el reto a superar para dirigir la construcción del Estado socialista y del socialismo como etapa de desarrollo social.

La madures personal, el conocimiento y la aplicación de técnicas de gobierno y de gestión administrativa constituyen un factor fundamental para dirigir el proceso de construcción socialista. Ya que estas herramientas le dan coherencia, dirección y tiempo a la gestión pública en el Estado capitalista para que desarrolle los valores y prácticas socialistas en la política, economía y la sociedad que lo transformen en un Estado socialista. Una buena Gestión pública es sin duda un pilar fundamental sin el cual no puede haber la eficacia política y eficacia administrativa que le muestre a la clase trabajadora que el Estado socialista es su oportunidad (en cuanto calidad de vida) para romper su estado de dominación y miseria frente al capital. Hecho que como dijimos señalará el camino al comunismo; fase superior en el que todos los trabajadores asumirán la responsabilidad directa en la gestión administrativa de la cosa pública: serán parte de la administración pública en su autogobierno. Viviremos y venceremos, que viva el socialismo carajo.



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Néstor Aponte


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