La extraña guerra mediática ... o que regrese Mario Silva


Los voceros más destacados del gobierno denuncian una embestida de la oligarquía y hablan, por ahora, de tres componentes principales: desabastecimiento, ataque al dólar y silencio mediático. Toda la ofensiva oligarca parece girar, por ahora, alrededor de lo mediático, desde esos cañones, sus medios de creación de falsa opinión generan zozobra, manipulan el dólar y ocultan la obra del gobierno.

No podíamos esperar otra cosa,los medios oligarcas son instrumentos, armas, para la protección, reproducción y perpetuación del sistema capitalista, obedecen al imperio gringo y europeo. Es ingenuo, entonces, esperar que ellos tengan otra actitud, están, simplemente, cumpliendo su papel: erosionar a un gobierno que les es adverso, apoyando las acciones que contra ese gobierno diseña la oligarquía gringa.

Estamos frente a una guerra de cuarta generación, en la que lo mediático es fundamental,ese es el frente de batalla principal, una derrota allí conduce a una derrota en toda la guerra, al fracaso de la Revolución.

En esta situación, extrañamente, nuestra política comunicacional se comporta como si viviéramos en sana paz, nos damos el lujo de eliminar nuestros cañones grandes y pequeños, sacar fuera del aire a uno, dos, tres programas de resistencia a la opinión oligarca, cambiarle la puntería a canales de radio y televisión… en resumen, desmontar algo que debía ser sagrado: los canales de comunicación de la Revolución con la masa.

Cuando retiramos un programa que tiene sus oyentes, que se relaciona con ellos en una verdadera comunicación, cuando ese programa ha ganado credibilidad, entonces no estamos castigando a ese programa, estamos mutilando una vía de comunicación de la Revolución con la masa, que en plena guerra es vital.

Los fascistas saben de la importancia de estos medios.En Chile, lo primero que hicieron fue sacar a Radio Magallanes del aire, aquí hicieron lo propio con el canal 8. En Chile, cerraron a Punto Final, la allanaron, dañaron sus maquinarias.

Ha sido así, los revolucionarios han tallado sus vías de comunicación en las catacumbas. Radio Rebelde de Cuba encendió el espíritu libertario en la América, transmitiendo bajo asedio constante. Bolívar llamó a la imprenta “la artillería del pensamiento”, le dio una importancia superior.

Nosotros no podemos, en plena contienda, hacerles el trabajo a los fascistas, a la oligarquía gringa, mojar la pólvora de nuestros cañones.

Pero, ¿por qué sucede esto? ¿por qué disparamos para adentro? La respuesta una vez más es ideológica: la pequeña burguesía se debate entre ser y no ser, entre querer y no querer. Denuncia al capitalismo pero tiene terror a superarlo, no le gusta la oligarquía pero ¡con qué gusto! sería como ella. En ese dilema existencial sólo puede querer unos medios que no ataquen, que sean inocuos, que defiendan pero sin herir, que resistan pero no tanto. Sólo apariencia, sin pasión, sin entusiasmo, sin pasar la línea de lo permitido, sin quemar las naves, sin romper puentes, dejando grietas para una concertación.

Por eso, si queremos dar la principal batalla mediática, comencemos por traer de nuevo los cañones, secar la pólvora, blandir de nuevo la espada con el espíritu del Correo del Orinoco, el de Bolívar… podíamos comenzar por traer a Mario Silva.


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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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