En Venezuela la renta ha construido una sociedad especial: una masa clientelar, y una dirigencia cómoda que consigue lealtad con los sobrantes del despojo. En los últimos años, quizá un siglo, esta situación ha creado un falso dios, el pueblo, y una religión, la samsung. Veamos.
El llamado pueblo es etéreo, no tiene precisión alguna, no se sabe dónde se ubica, tiene millones de sacerdotes, todos hablan en su nombre, todos lo invocan para justificar cualquier cosa, su imprecisión lo hace soporte del oportunismo.
Sólo sabemos con claridad lo que "el dios pueblo" no es: no es un cuerpo social con conciencia de serlo. Es la suma de egoísmos que se mueven tras intereses individuales.
Estos egoísmos han tallado la política nacional, han construido un monstruo insaciable de pequeños bienes materiales, cascajos de la renta. Cuando este alimento falla, hay amenaza de motín. Cuando hay elecciones, la fiera exige más comida, arreglar calles, tapar huecos, unas latas de zinc, algunos ladrillos, pintar los ranchos, operativos de esto y de lo otro.
Así, gobierno y masa componen un complejo que funciona con armonía, los gobernantes dan, ofrecen, y el pueblo los apoya en el acto individual que son las elecciones burguesas. Si el ofrecimiento es insuficiente, eligen al adversario que ofreció más. Todo esto es un buen sistema de dominación: la renta fluye, el imperio contento, la burguesía vampiriza…
El sistema es bueno, funciona, pero no es perfecto, el Comandante Chávez quebró el sistema de dominación, despertó al gigante libertario que dormía en el pueblo de Bolívar, y el sentimiento desplazó a lo material, la masa lo eligió en contra de la lógica electoral burguesa. En abril y en diciembre la masa tomó conciencia de su poder, actuó por primera vez en años como un solo cuerpo, se movió por motivos altruistas, se hizo fuerza, se reconoció.
Han pasado muchas lunas y muchos sucesos. La vieja maña clientelar apareció con fuerza, el pueblo de abril y diciembre regresó a su fragmentación, a sus apetitos, aparece una nueva religión adoradora del falso dios, en su altar se sacrifican electrodomésticos, neveras, tablas, es la religión samsung, que engulle de nuevo el intento libertario, se alimenta de la esperanza.
Es así, hemos llegado a niveles nunca vistos, el ofrecimiento de una tabla samsung para todos los universitarios es una acción emblemática de estos tiempos: la consigna es alimentar al falso dios para implorar su apoyo, dar, dar, dar, sin pedir nada a cambio, a no ser el apoyo electoral, no se aspira a más, ningún esfuerzo, ningún cambio de conducta. De esta manera la fiera se alimenta, se reproduce, exige más, su apetito es infinito.
Volvimos a la lógica de siglos ¿¡Esto era todo!? Aún hay tiempo de romper el hechizo, la tentación que nos regresa al pasado, que nos debilita y abre flancos para que surja el fascismo. Aún hay tiempo de despertar al pueblo de Chávez, convocarlo para fundar mundos felices. Aún hay tiempo para que esta dirigencia se crezca, se haga gigante…
Esta nota ha sido leída aproximadamente 3004 veces.