Esta vieja discusión se dio en la vanguardia de la Revolución Rusa y se repitió mucho en los partidos comunistas. Para Marx, el socialismo aparecería cuando las fuerzas productivas (el trabajo del hombre, los objetos de la naturaleza sobre los que recae ese trabajo y los instrumentos con los cuales se trabaja) se desarrollen tanto que entren en contradicción con las relaciones de producción existentes (relaciones de propiedad sobre los medios de producción). Esto significa que el socialismo debió aparecer en los países capitalistas desarrollados, pues es en ellos donde las fuerzas productivas están más desarrolladas. Pero no fue así y Lenin desarrolló la teoría del "eslabón más débil", según la cual la revolución socialista se daría primero en los países atrasados, pues en ellos es donde las contradicciones capitalistas se expresan en las formas más despiadadas.
Así, la revolución socialista se da en la Rusia zarista, la China feudal, la Cuba subdesarrollada, en Viet Nam, Yemen y Angola, países atrasados y sin desarrollo importante de sus fuerzas productivas. Con esto, el dilema había sido resuelto por la práctica social y confirmado con la expansión posterior del socialismo, que lucía indetenible y sin “vuelta atrás”. El mapa del mundo dejó de ser rosado, color de Inglaterra y sus colonias, para ser rojo, pues cada vez más naciones, de nuevo atrasadas y miserables, asumían el socialismo como su proyecto nacional. Pero 70 años después del nacimiento del primer país socialista, el sistema así construido en Europa Oriental y Asia se derrumba con una facilidad impresionante, ante la sorpresa e incredulidad de los revolucionarios del mundo.
¿Se devolvieron del socialismo o nunca llegaron a alcanzarlo?, entre otras cosas porque el crecimiento de sus fuerzas productivas, aunque importante sobre todo en la Unión Soviética, no pudo superar o equipararse con el del capitalismo. La economía de éste terminó por doblegar a la socialista. Visto así, parecería que el socialismo no se decreta; se requiere un desarrollo de las fuerzas productivas, que genere riquezas capaces de soportar la distribución socialista de las mismas. Y para eso no bastan sólo los saberes populares, hay que desarrollar el conocimiento formal y las ciencias, la técnica y la tecnología.
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