La ciencia, el arte, de la política es, en esencia, prever, presentir, pronosticar y prepararse para esa nueva situación. Esta capacidad tiene relación directa con el éxito. Siendo así, el presente tiene sentido si nos sirve para otear el futuro, esa es su importancia. La pregunta ¿para dónde va esto? es crucial en política.
Cuando las sociedades entran en crisis, el futuro se acerca al presente, lo invade. Entonces, los pronósticos son más fáciles, no se necesitan muchos instrumentos para vaticinar, es suficiente leer la realidad con un poco de sensatez.
Paradójicamente, es frecuente que esta sensatez no acompañe a los gobernantes en crisis, los ejemplos abundan. Gorbachov todavía no entiende cómo la Unión Soviética se le fue de las manos. Pérez Jiménez murió rumiando su incomprensión de aquel enero. carlos andrés nunca entendió para dónde fue su prestigio, cómo se esfumó en un mes. No comprendieron la crisis, no previeron el futuro.
La Revolución chavista atraviesa una feroz crisis y es urgente discutirla, apreciarla, para poder prever. No se puede perder la vista larga apreciando, regodeándose con triunfos vanos, con metas superficiales, se debe ir al fondo del problema. Veamos cuál es la situación, hacia dónde vamos.
Cuando debíamos profundizar el Socialismo, fuimos a pedir ayuda al capitalismo, a los capitalistas. La oligarquía, como era de esperar, y como declara abiertamente, comió de nuestra mano y luego la mordió. Se apropió de la renta y ahora el reclamo de más renta se hace infinito.
Simultáneamente, abandonamos la formación de la masa, la dejamos huérfana en manos de los valores capitalistas que aupamos, la transformamos en aliada de la burguesía en la captura irresponsable de la renta.
Estos dos factores son los polos que mueven el presente hacia el futuro: la economía, la disputa de los dólares, y una sociedad golosa de renta, irresponsable en el consumo y en las expectativas.
Las posibles soluciones a esta contradicción, el futuro que pronostica, son dos:
Una, la salida de la burguesía: fuerte represión fascista que someta, reduzca la masa a sus guetos de miseria. Es decir, una fuerte dictadura que saque a grandes sectores del consumo, los reduzca a la inopia, y de esta manera reserve la renta para una minoría y así restablezca el "equilibrio capitalista". Recordemos que el "equilibrio capitalista" necesita grandes cantidades de pobres, de excluidos.
La otra, la socialista: una profundización de las medidas socialistas, una fuerte transformación cultural. Informar a la masa de la situación, convocarla para las nuevas relaciones de realización del humano, no por la mercancía sino que los productos sirvan para sostener el crecimiento de las mejores cualidades del hombre. En otras palabras, racionalizar el consumo cambiando la manera de vivir, de producir, de consumir, que el centro del humano sea el desarrollo espiritual y no la tenencia material.
Atrás quedan las viudas del pacto de punto fijo, plañendo, gimiendo, un regreso imposible.
Si insistimos en buscar la solución en el lado económico de la contradicción, estamos condenando a la Revolución al fracaso. Por ese camino colocamos a la masa al servicio del capitalismo, la convertimos en su propio verdugo, nos suicidamos en primavera.
¡Viva Chávez y su legado original: el Socialismo!
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