Y así estamos Venezuela, de carajitos que viven su película Ucraniana y quieren derrocar a un gobierno, pero claro, sin que este se defienda es la pretensión. De protestas pacificas con pancartas incendiarias e infiltrados a los cuales luego quieren que liberen. Pataletas de quienes han perdido 18 elecciones. Pueden tener de todos en sus marchas pero carecen de base social, de pueblo humilde de verdaderas masas populares que son las únicas de despertar en furia ante las desigualdades y penurias que sufrieron en tiempos pasados.
De todas las joyas de la corona la más apetecible para las transnacionales que gobiernan al norte de nuestra América es Venezuela, se frotan las manos al pensar en colocarle las manos a lo que ya una vez fue arrebatado al pueblo, y que con su posición nacionalista y digna El comandante Chávez logro rescatar. El petróleo convertido en el gran potenciador de guerras, el alimento de ambiciones y justificador de las mayores atrocidades del planeta, y estas transnacionales no titubean cuando se trata de financiar cualquier locura con tal de la apetecida y más grande presa sea dada en contrapuesta del negocio.
Valientes de apartamentos, idiotizados por un mundo cada vez más globalizado, no invoquen fuerzas que no conocen y que no serán capaces de controlar. La paz y Chávez eran sinónimos, ahora no se puede sortear las reacciones de esas masas fieles y leales al legado. Esas que no conocen de redes sociales y de internet, pero si han identificado a quien históricamente los han oprimido durante los años de penurias a los que el sistema capitalista los condeno.
Que de diferencias y desacuerdos se puede estar discutiendo en el seno de la revolución, pero que estas acciones y amenazas solo amalgaman en una sola las fuerzas variopintas que aun creemos que una Venezuela más justa se puede alcanzar y esos dirigentes de cuna de oro no representan nada menos pasado a nuestros ojos. como dice la canción, yo me muero como viví
Con la Izquierda siempre.
