Sin dudas, la fuerza del Comandante Chávez emana del Socialismo. Él comprendió que era la idea Socialista la única capaz de dotar a los pueblos de ideas sagradas que los guiaran a construir el futuro alternativo a la barbarie capitalista. Sintió, en lo profundo de su corazón, que la idea Socialista equivalía a la idea Independentista que fundó este mundo donde hoy vivimos. El Comandante percibió que habían regresado los tiempos de los Próceres, de las grandes hazañas de las masas irredentas.
Y fue esa idea la que impregnó a la sociedad, a los humildes y los hizo reconocerse fuerza volcánica capaz de crear nuevos mundos y de defenderlos. Ese milagro del despertar de los desposeídos sorprendió a la humanidad. Los oligarcas detectaron el peligro del ejemplo y enfilaron sus mejores armas contra la Revolución. Los pueblos sintieron en su corazón que regresaba la esperanza, que el humano era algo más que una pieza en el hastío de la compulsión de consumir.
Lo asesinaron, era la única manera de detener aquel río crecido, aquel huracán embravecido… Después vino la turbulencia, la perplejidad. Y sobre la Revolución huérfana volaron aves carroñeras a intentar completar la obra del verdugo.
Su función era privar a la Revolución de la fuerza que brotaba del manantial del Socialismo, cegar la fuente. Ese es el dilema de estos tiempos, Socialismo o barbarie.
Al abandonar la idea Socialista, al privar a la masa de esa razón sagrada, al transformarla en frígido discurso confinado sólo a la retórica, al desdibujar los enemigos, al perder la brújula que señala el futuro, la Revolución se debilitó, quedó sin plan, sin proyecto claro, sin razones por la cuales luchar y por la cuales vivir. Y los dirigentes, herederos del Gigante, se confundieron con los dirigentes de la canalla.
La canalla, aprovechando las grietas de la conducta revolucionaria, las dudas propias del duelo y de los malos consejos, consigue instalar en el alma de segmentos de la sociedad la imagen de que somos una dictadura feroz, que torturamos, que comemos niños, que pateamos ancianos, enemigos, represivos. Y sobre ese espejismo consigue acumular fuerza, borrar definitivamente la esperanza. Las guarimbas señalan el camino, sirvieron de vehículo para impregnar a sectores sociales con razones para protestar y sentir simpatías por las protestas.
El gobierno descuida a su base social natural, da por descontado su apoyo, y con esa debilidad plantea un diálogo con el enemigo que está cohesionado, moralizado, con razones para luchar. En estas condiciones, el diálogo, que es aplaudido por la canalla internacional, es la sepultura definitiva del Socialismo y del gobierno revolucionario.
El grueso de la dirigencia política oligarca no acepta el diálogo, lo que acepta es una claudicación, una rendición. Los gringos ven en el diálogo la entrega del Socialismo y amenazan si el gobierno no mete la cabeza en esa guillotina.
La dirigencia económica oligarca, de forma astuta, sagaz, agarra los dólares que le ofrece el gobierno pero no acompaña sus medidas económicas, siempre dice que son insuficientes, quiere la sumisión total, y cada vez tiene más control de la situación, cada vez es más fuerte en el chantaje.
Esa es la situación, y para aquellos que piden propuestas, medidas, estas podrían ser:
Impulsar la idea socialista. ¿Por qué es necesario el Socialismo, cómo beneficia a la sociedad, por qué vale la pena luchar por él? Hacer una conferencia de Socialismo, que el partido se transforme en una escuela de Socialismo, las UBCH en centros de estudios del Socialismo. Plantear el diálogo, la unidad, alrededor del Socialismo. Sacarlo de la retórica, de ser una palabra vacía y transformarlo en fuerza viva, impregnar a la masa de esa idea. Recordemos que la grandeza de un pueblo, de sus hazañas, viene dada por la grandeza de las ideas que lo guían.
El gobierno debe transformarse claramente en el comando de esa gran idea, transformarla en medidas socialistas hasta el exceso, sin ambigüedades, con la convicción de que oligarca no aplaude medidas socialistas. Si la Revolución se va equivocar que sea para el lado del Socialismo, nunca para el lado del capitalismo. Los errores del Socialismo se pueden solucionar, el pueblo humilde lo entendería. Los errores hacia el capitalismo se pagan con sangre en las guarimbas, en los abriles y diciembres, en el desapego popular. Desarman las fuerzas revolucionarias.
Siempre es tiempo de Socialismo, siempre es tiempo de rectificar. La conciliación nos lleva a la entrega del Socialismo, y es la vía más rápida al fascismo…
Los dirigentes tienen la palabra.
¡Viva Chávez y su legado original: el Socialismo!