En mi muro Facebook publicaron: “Se buscan personas que vuelvan a unir a Venezuela”, con el nombre patrio decorado en los tres colores, muy llamativo y emotivo. Típico mensaje elaborado por la amorfa e insípida llamada clase media (para ser preciso, hablemos de ‘capas’ medias, no son una clase social).
El poema de Mario Benedetti la retrata muy bien: “entre lo que cree ser y lo que es media una distancia medio grande”, ubicada en “medio de la nada”:
Clase media
medio rica
medio culta
entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande.
Desde el medio mira medio mal
a los negritos
a los ricos
a los sabios
a los locos
a los pobres.
Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che
medio también.
En el medio de la nada medio duda
como todo le atrae (a medias)
analiza hasta la mitad
todos los hechos
y (medio confundida) sale a la calle con media cacerola
entonces medio llega a importar
a los que mandan (medio en las sombras)
a veces, solo a veces, se dá cuenta (medio tarde)
que la usaron de peón
en un ajedrez que no comprende
y que nunca la convierte en Reina.
Así, medio rabiosa
se lamenta (a medias)
de ser el medio del que comen otros
a quienes no alcanza a entender
ni medio.
Sobre esa publicación escribí en mi muro a la ingenua persona que me lo remitió:
“Bueno, eso de "volver" a unir a Venezuela es confuso. ¿Estuvo unida antes? ¿O hubo una época en que sencillamente se escondía la cabeza como el avestruz para no ver los grandes niveles de desigualdad y pobreza? "Volver" implica mirar al pasado. Es mejor trabajar en el presente, buscando algo mejor. Creo que gran parte de Venezuela está unida, pero hay grupos sociales que sienten afectados sus privilegios, tienen miedo, o egoísmo, y hay sectores poderosos que no quieren una sociedad más justa. Estamos en un proceso de cambio, traumático, con problemas como todo proceso, pero quienes buscamos crecer en la unidad de todos nuestros hermanos, debemos estar allí, ayudando a avanzar y superar las desviaciones. Estoy de acuerdo, no mas odio entre hermanos, pero la solución no es una sociedad que oculte el odio, sino que sustituya las relaciones de odio por relaciones de amor, y ello requiere un cambio de sociedad, una revolución, y requiere de nuestra participación activa. Un mundo mejor no lo lograremos sólo cambiando nosotros como personas individuales, hay que actuar en colectivo, lo contrario es engañarse.”
Ahora debo agregar lo siguiente, porque en el pensamiento de las capas medias también está implícito el señalamiento de que fue Chávez quien inició la desunión. Y nada más lejos de la verdad. Antes de Chávez, en Venezuela las grandes mayorías eran invisibles, su pobreza sencillamente pasaba desapercibida, salvo en las frías estadísticas, incluso las oficiales. El pueblo no tenía acceso a la alimentación, a la salud, a la educación, a la vivienda. Y había sido ‘domesticado’, acostumbrado a soportar callado. Pero, que la opresión era aceptada en una calma tensa, ¿significa que había unión? La alineación del sistema nos hacía ver como normal las desigualdades, ante la cual se nos decía que todos teníamos oportunidades de surgir, tu sabes, el lenguaje de María Corina ahora con su capitalismo popular. Recuerdo haber visto en los años 1980s en un Centro Comercial a un vigilante del barrio Las Casitas de Guatire, a quien conocía, un hombre humilde que vivía en un rancho de madera, echar a unos jóvenes, harapientos, porque esas eran las instrucciones que tenía, pero lo asombroso es que les decía “fuera de aquí, chusma, ¿no ven que esto es para gente decente?” En ese momento él personificaba al patrón, a la ‘gente decente’ (de nuevo pienso en María Corina, cará), a pesar de que los muchachos eran sus vecinos. En ese vigilante estaba representada la cultura dominante en esa época, de una división oculta por la ideología.
Chávez lo que hizo fue llamar a las cosas por su nombre, pecado del que no es Chávez el primero en cometerlo: Jesús se caracterizó por su lenguaje directo, hasta violento: expresiones como raza de víboras, hipócritas, salen de la boca de Jesús cuando se dirige a los fariseos, y supo usar el látigo cuando fue necesario.
La división la empezó la clase opresora (burguesía hoy, señores feudales o mantuanos antes).
Si el término “volver” a la unión puede llegar a tener una connotación real, significativa, tendríamos que pensar en épocas precolombinas, en la que no existían clases sociales. Pero sin mistificar a esa sociedad tribal, aunque es lo que más se acerca a la ‘unión’ que tanto anhela esa persona de clase media que escribió en mi muro.
Las capas medias añoran el pasado. Los revolucionarios lo estudiamos, más miramos al futuro.
El Socialismo en el Siglo XXI para mí, busca, entre otras cosas, en nuestras raíces, pero viendo al futuro, me gusta llamarlo ‘socialismo indígena, pero con computadoras’.