Aquello fue lo más parecido a un congreso socialdemócrata de la cuarta república, igualito, hasta los mismos actores. Abundaron los veteranos diputados, se agarraron por las greñas, dieron un bonito espectáculo de lucha de utilería. La noche estuvo cargada de discursos, acusaciones, defensas, rabias contenidas, despliegues histriónicos, y al final, el objetivo se cumplió: servir de circo que engañe, distraiga, la entrega del Socialismo, que lo convierta en un discurso más del cretinismo parlamentario que presenciamos ayer 10 de abril en la reunión de diálogo entre las partes aspirantes a administrar el capitalismo.
Podemos calificar ese show de golpe helado, de complot de ambos bandos, y no nos equivocaríamos. Y, coincidencia para los supersticiosos, se hace en las vísperas del golpe de abril de 2002.
Esa noche funesta no se habló de Socialismo, se nombró poco y cuando se hizo fue de soslayo, como para llenar una formalidad. Se planteó no como un cambio de relaciones sociales, de creación de una nueva conciencia, de un hombre nuevo, es decir, como una Revolución, sino como un simple reparto, más amplio, de la renta petrolera, es decir, una pirueta socialdemócrata.
Los dos lados de la larga mesa de diálogo representaban al capitalismo, con diferentes matices pero la misma esencia. Las acusaciones, los reclamos, eran más a la forma de administrarlo. Hasta algunos de los diputados de este nuevo congreso se atrevieron a quitarse la careta y decir, palabra más, palabras menos: este no es un problema ideológico, ni siquiera político, es un asunto de administración eficaz.
La lucha de clases apareció, tímida, al final de la noche, como doncella arrepentida de haber perdido el pudor, se oyeron voces que reivindicaban a los obreros (que no estuvieron en la mesa) y acusaban al lado opuesto de burgués, cuando pasaron toda la noche implorándole que explotaran, que montaran trampas de explotación que, eufemísticamente, llaman unidades productivas.
Pero, ¿qué hay detrás del circo parlamentario de anoche? Algunas medidas fueron pedidas de manera directa: amnistía total o parcial, desarme de los colectivos, nombramiento de las autoridades que faltan, abrir el grifo de los dólares un poco más, etc. Otras se harán tras bastidores, de ésas nos enteraremos cuando las tomen.
Ahora bien, para los revolucionarios la discusión debía y debe estar centrada en algo que allí sólo se asomó:
…el nuevo rumbo del proceso, atrás quedó el Plan de la Patria de Chávez, ahora se plantea con descaro un capitalismo siglo XXI que tiene como esencia el absurdo de formar capitalistas para que eleven las fuerzas productivas, es decir, poner en manos de la burguesía y la neoburguesía la renta, con la excusa de superar la economía rentista, pero no hacia el Socialismo sino hacia el capitalismo.
¿De dónde sacaron este nuevo rumbo? ¿Por qué abandonaron el Socialismo de Chávez, que era contra "la lógica del capital"? ¿Dónde quedó el "horror a la oligarquía", por qué se arrinconó el Plan de la Patria? ¿Quién lo va a cumplir? ¿Los capitalistas, que contentos se sientan en las mesas económicas? ¿Por qué este pacto con la burguesía en contra del legado de Chávez?
Esa es la verdadera discusión, y debe darse entre revolucionarios. Algunos tienen esperanza de que esa discusión se dé en el congreso del PSUV, amén. Pero tenemos nuestras dudas. Preferimos que esto se discuta a cielo abierto, bueno, no tan abierto, a los que discrepan de ese nuevo plan contra el Plan de Chávez le cierran las vías de comunicación que permiten llegar al cielo. Algunos piensan que esta discusión se debe posponer, ¿para cuándo? Si no hablamos ahora, luego, con todo consumado, será inútil.
La noche del 10 de abril asistimos a la guarimba mayor, no pretenden parar el tráfico de carros sino el tránsito al Socialismo, no desnudaron sus cuerpos sino su alma capitalista.
¡Entregar el Socialismo es entregar a Chávez!
