La atmósfera ideológica en la que se desarrolla el diálogo gobierno-oligarquía, está fijando en la conciencia de los ciudadanos un aparente mundo de intimidad, confianza y familiaridad. Esta imagen o conjunto de representaciones sustraída de las contradicciones internas, podría desviar o alejar la atención de los ciudadanos de los objetivos de la revolución.
Dado que en este aislamiento o reduccionismo del proceso revolucionario a la búsqueda contractual de salidas a la violencia y crisis económica, quienes más provecho sacan del hecho son los que logran invertir el curso del proceso revolucionario.
El diálogo de paz al que se hace referencia en este artículo, es un hecho político unilateral, es un fragmento del proceso que tiene poco o nada que ver con la revolución. Sin embargo, los acuerdos firmados entre el gobierno y la burguesía, ha generado polémicas y debates complicados durante los últimos meses.
Las preocupaciones en torno a la desviación del proyecto socialista están presentes en las reflexiones de Samán, Valderrama, Aponte y otros; quienes han resaltado que ese “diálogo” está regalando oportunidades a la burguesía de determinar condiciones que le favorezcan como clase. Otros apoyan las medidas gubernamentales.
Y dado que, quienes determinan efectivamente las condiciones sociales en Venezuela, no se escandalizan por los cuestionamientos públicos realizados por los intelectuales mencionados, porque en esos hechos, estos personajes se encuentran a sus anchas como el pez en el agua y estos no son precisamente Samán, Valderrama, Aponte y otros..
Ahora es la hora de preguntarse lo siguiente
¿Es verdad lo que plantean Samán. Valderrama, Aponte y otros?
¿Cuenta el gobierno y los políticos oficiales con categorías claras y marcos teóricos adecuados para encuadrar toda una serie de confrontaciones?
En política hay cosas ocultas y otras imprevistas, revelarlas es la tarea de los estrategas y de los analistas, sino, todo estaría dado.