"El arado y el mar"

Revolución sin enemigos no es revolución

Una Revolución es un formidable acto social de ruptura, del que necesariamente surgen enemigos, el pasado se yergue frente a ella con toda su fuerza restauradora. La historia nos ilustra la corriente contraria que tuvieron que enfrentar las Revoluciones.

Bolívar se enfrentó a las oligarquías europeas, a España, y también a las criollas. La Unión Soviética tuvo que enfrentar la entente, el mundo capitalista se confabuló contra ella. Cuba aún resiste el asedio del más poderoso imperio que haya conocido la humanidad, lo que da una idea de su grandeza. Y enfrenta la indiferencia del continente que tiene más de cincuenta años de espaldas a uno de los fenómenos sociales más importantes de la humanidad, la Revolución Cubana.

Chávez se enfrentó a enemigos de alto calibre, de afuera y de adentro; a medida que avanzaba, sus enemigos crecían. Siempre supo cuál era su trinchera y cuál territorio para buscar compañeros de viaje. Tendió la mano y también mostró el colmillo. Su trinchera definida, su férrea convicción socialista, le permitía holgura para la  amplitud sin entrega, con dignidad.

Es así, se puede decir que la calidad de una Revolución está en relación directa con la fuerza de sus adversarios, parece que se alimentara de ésta. Si todos la aplauden, que ponga sus barbas en remojo.

Hoy esta Revolución va perdiendo los enemigos poco a poco: unasur nos "ama", los enemigos de abril se sientan hoy en mesa común con el gobierno, los gringos son lisonjeados para que acepten al embajador, los empresarios son aliados en la guerra económica, mendoza lanza líneas de funcionamiento de la economía, los dólares fluyen para los oligarcas. Se hacen alianzas con  las compañías petroleras que ayer protagonizaron lo que se llamó la ofensiva más cruel, la destrucción más espantosa, que en toda la historia de la humanidad sufrió un país por parte de sus nacionales: el sabotaje petrolero. Esos genocidas regresan de la mano del gobierno, y ese regreso se publicita como un logro.

Estamos perdiendo enemigos, y eso es tan grave como frustrar amigos, aliados verdaderos, y estamos olvidando a los adversarios porque la Revolución se desdibuja, pierde definición. Esta falta de nitidez trae consecuencias trascendentes. Veamos.

Debilita al gobierno, a la Revolución, ya no hay razones para su existencia: lo mismo daría un gobierno de la mesa que un gobierno revolucionario, las diferencias serían de cantidad, vendría una comparación, por ejemplo, de los logros, más de esto, menos de aquello, con los otros se vivía mejor, todo dentro del capitalismo.

Estas circunstancias obligan al gobierno a desprenderse de su origen. El 4 de febrero, que fue una insurrección contra el pacto de la oligarquía, queda negado por la mesa donde se sientan los mismos actores contra los que se alzaron aquellos muchachos, hasta los presidentes de la cuarta son homenajeados. El Socialismo quedó en el olvido, se recuerda en algunas ocasiones, ahora se habla de democracia burguesa como una meta.

Necesariamente, tendrán que borrar la imagen de Chávez, ya el glorioso rojo, que viene de las boinas del 4 y de los enfrentamientos con la oligarquía, fue cambiado por un desteñido azul bobito. El Plan de la Patria quedó como aquellos libros de catecismo que no dirigen la vida de nadie, se esgrime sólo la portada. Apareció el flux oscuro, uniforme de la oligarquía, ahora andan los gobernantes disfrazados de empresarios.

Tendrán, desesperadamente, que buscar enemigos que no están en el campo capitalista, los fabricarán en el territorio de la crítica, entre quien denuncie el camino equivocado, entre quienes sigan fieles a Chávez.

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Toby Valderrama y Antonio Aponte

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