En el marco de la Revolución Bolivariana, el presidente Chávez ha señalado que para llegar al Socialismo habrá una etapa de transición que denomina Democracia Revolucionaria. A tal respecto, el presidente dijo: Hemos asumido el compromiso de dirigir la Revolución Bolivariana hacia el socialismo y contribuir a la senda del socialismo, un socialismo del siglo XXI que se basa en la solidaridad, en la fraternidad, en el amor, en la libertad y en la igualdad. Además, este socialismo no está predefinido. Más bien, debemos transformar el modo de capital y avanzar hacia un nuevo socialismo que se debe construir cada día.
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Según lo anterior, dentro de este concepto, el camino a seguir sería definitivamente el Socialismo Libertario y Democrático. Pues, el presidente Chávez intenta sintetizar nuestra herencia cultural, histórica y política en el Socialismo Indoamericano, la Resistencia Cimarrona, la Gesta Independentista y el Bolivarianismo; todo ello bajo el análisis del Marxismo Científico del cual el Comandante-Presidente se declaró seguidor. Si nuestro análisis es correcto, el avance de la revolución venezolana hacia el Socialismo se apoyaría en la organización política, en una sociedad sin clases y en los sistemas de Ciudades Comunales. Esta triple tarea sólo puede hacerse con instituciones que dejen de lado la burocracia y la verticalidad para convertirse en instrumentos de formación y acompañamiento técnico.
El debate sobre la organización política ha sido un punto crucial para todas las revoluciones, pero también para los partidos, grupos, asociaciones, que de una manera u otra han estado involucrados en los procesos de cambio. Probablemente se requiera de la urgencia de crear una fuerza social, no solamente política, que contribuya a impulsar las transformaciones societarias. Ahora nos toca a los revolucionarios solucionar este asunto tan lleno de dilemas, de angustias futuristas, de esperanzas inminentes y seguramente de viejas obsesiones a sabiendas de la obligación de crear una fuerza social que contribuya a impulsar las transformaciones societarias.
En relación con el debate sobre la organización política, J. Escalona, señaló: Generalmente en teorías marxistas sobre la organización política se ha sostenido que ella prefigura a la nueva sociedad. Generalmente también ello ha coincidido con una visión de la organización política como poseedora de la verdad, como vanguardia de todos los procesos, como constructora del futuro. Escalona trata sobre un proceso esencialmente político como es la conformación del partido único, proyecto que considera diverso y unitario. Plantea la adopción de una visión de conjunto de los problemas políticos y humanos, privando su concepción del idealismo filosófico. Además, nos presenta un método acerca de cómo conocer mejor la situación del debate sobre la organización política, lo cual nos facilita el estudio de nuestra realidad objetiva y nuestra historia.
Creemos que la idea fue iniciar el debate político sobre la posibilidad de un partido único, como propuso Lenin. No tenemos evidencias de que esa discusión se haya producido en todo el país. Sólo tenemos las respuestas de las contradicciones internas que afloraron entre dirigentes de algunos partidos políticos y el presidente Chávez. Si hubo otras, no tenemos evidencias. Lo cierto es que las causas de esta imposibilidad, tienen que ver con la dependencia cultural de la militancia de estos partidos políticos más cercanos a corrientes de pensamiento reformista de derecha, los cuales se hacen evidentes por sus carencias de una línea general, que no podrán resolver a corto plazo esa izquierda partidista tradicional, influida por las reglas matemáticas de la institucionalidad burguesa, esto es, reparto de cargos burocráticos en la administración pública y posiciones en los cargos de elección popular.
Sin embargo, no se desprende que el objetivo estratégico principal sea el establecimiento de una fuerza social, no solamente política, que contribuya a impulsar las transformaciones societarias. Esa meta, por supuesto, debe estar sumida en objetivos tácticos y estrategias claras, pero dichas tareas deben ser consecuencia de establecer cuál es el eje, el punto clave de la dominación burguesa imperialista en el período en que nos encontramos. La táctica de los revolucionarios debería estar dirigida a construir un Poder Popular democrático y alternativo. Por ello una tarea estratégica de gran importancia es el estímulo de corrientes avanzadas en el seno de esas clases y capas sociales, provocando al mismo tiempo, la unidad con ellas en el partido único.
La propuesta de Julio Escalona contiene el carácter de las tácticas de la revolución venezolana. De lo que se trata es de una reflexión sobre el proceso de cambio, en el cual, el PSUV es uno más entre otras organizaciones populares con sus propios liderazgos en los procesos de movilización, maduración de la consciencia y organización populares, los que irán creando y determinando los liderazgos políticos, que para ser tales, deben ser legítimos liderazgos sociales. Se necesita una discusión sobre la práctica pasada, presente y sobre todo la candente experiencia en el contexto de los rasgos específicos del proceso revolucionario Bolivariano, Venezolano y Latinoamericano. Entendemos que el PSUV está hecho para la movilización electoral y eso lo ha hecho bien. Un partido así lo tenemos. Pero no es suficiente, por la tentación que se viene realizando de imponer liderazgos por encima del proceso mismo que les va dando origen, el que determina a las organizaciones políticas, el que les da vigencia y las legitima.
Entonces, lo primero que hay que establecer con claridad, es que el PSUV no es una organización revolucionaria per se, que es una organización en transición, que es una organización para resolver urgencias que se le presentan a un proceso en un momento determinado; pero que no es definitiva, que está destinada a desaparecer paulatinamente, en la medida en que el proceso revolucionario avance surgirán otras organizaciones propias del pueblo con las características y la profundidad que ellas mismas se vayan dando en las luchas reales y no según las expectativas de determinados grupos y/o dirigentes.
Las luchas reales para la construcción social colectiva, como elemento teórico que forma parte de la lucha de clases por el espacio, van determinando la orientación de la nueva sociedad al cambiar la Arquitectura, la propiedad y la diferenciación de clases en el espacio. Creemos que la nueva sociedad debe organizar los elementos y las relaciones del espacio urbano de modo que cada ser humano posea el espacio de reproducción de la Materia determinado por la propiedad social de la fuerza productiva industrial de la construcción y del espacio urbano. Y, además, debe reestructurar el problema urbano de modo que cada ser humano posea el espacio de intercambio de la Energía definido por el equilibrio entre los seres humanos y éstos con la naturaleza.
En relación con la construcción de la nueva sociedad, J. Escalona expresó: [] el bloque social que espontáneamente ha impulsado este proceso, lo impulsa y lo impulsará, no se define por la hegemonía de una clase en particular, sino por las complementariedades, y los conflictos que se van resolviendo mediante la práctica común, la reflexión y la construcción permanente de nuevos acuerdos cada vez más profundos, que van superando las diferencias o aclarándolas y dándoles su verdadero valor e importancia. Escalona no está hablando de una negociación, sino de una construcción social colectiva, que requiere una voluntad subjetiva y pasos objetivos para marchar superando contradicciones. El punto de partida es identificar rasgos que este proceso ya ha ido mostrando, para irlos proyectando como horizontes hacia la sociedad futura. Lo importante es entender que el proyecto societario es todo aquello que otorga cohesión a un colectivo e identidad a cada uno de sus integrantes, que les da organicidad a partir de la cual se establece proyectos de vida, derechos y deberes, que les ofrece estabilidad, seguridad y fraternidad.
No se puede imponer o decretar procesos, pues eso los destruye y en lugar de avanzar, se retrocede. Porque al final, el elemento subjetivo puede dar un impulso, como síntesis de aquellas luchas que se van dando cotidianamente; cómo distintas corrientes revolucionarias se encuentran en la práctica y están generando procesos unitarios de transformación, no sólo de la realidad, sino también del pensamiento; cómo ese proceso de encuentro puede conducir al desencuentro, pues grupos, personas, tendencias autodefinidas como muy revolucionarias, pueden ser en verdad unos saboteadores y/o unos corruptos. Los desencuentros, también, con aquellos que en verdad no han sido revolucionarios y sólo han estado buscando oportunidades para obtener logros egoístas; cómo en las Asambleas de Ciudadanos y en los Consejos Comunales, gente partidaria del gobierno y gente de la oposición, se encuentran para emprender proyectos comunes.
En el Artículo 15, numeral 4, de la Ley Orgánica del Poder Popular, se establece los sistemas de agregación comunal como: Los sistemas de agregación comunal, que por iniciativa popular surjan entre los consejos comunales y entre comunas. Este concepto resulta, por demás, ambiguo para el proceso de construcción de los sistemas de agregación comunal porque expresa una resistencia en la elevación del nivel de consciencia para lograr realmente un sistema comunal de ciudades, por lo que es imprescindible plantearnos otro modelo de desarrollo urbano y de organización social que anticipe un cambio político y la creación de alternativas espaciales, que puedan apoyarse en una práctica teórica para una práctica política que las haga realidad.
La ciudad se configura para el mayor beneficio del capital industrial, comercial y financiero y sólo accederá a destinar el excedente de producción a la conservación del espacio histórico cuando no enfrente los intereses que tenga el capital dominante. Y esto se comprueba en todo el mundo. En efecto, el espacio urbano pierde su valor de uso y se convierte en una mercancía que realiza su plusvalía acoplándose al mecanismo productivo Capitalista. Lo urbano se transforma en un caos bien alejado de las necesidades de espacio que exige la reproducción de la vida y de la especie humana.
Si la ciudad ha sido la forma material como se ha expresado la sociedad dominante y es esto lo que le da sentido estratégico a la construcción de los nuevos sistemas de ciudades, entonces, cualquier teoría arquitectónica que se fundamente sobre el desarrollo urbano y de organización social deberá partir de la propiedad social del espacio y de la socialización de la empresa constructiva. Y, desde luego, que esa teoría sea tributaria de la práctica política que desarrollen las multitudes, para que la plena utilización de las fuerzas productivas pueda satisfacer, entre otras, el consumo de espacio que las tensiones demográficas y los requerimientos humanísticos necesiten. De allí, la importancia de otro aspecto planteado por Escalona relacionado con la socialización de los medios de producción con énfasis en la cuestión productiva: Nuestras ciudades no pueden seguir siendo copia (caricaturesca a veces) de la ciudad moderna, explotadora del campo. El 15% de la comida del mundo se produce en las ciudades y ello puede ir marcando la desaparición de la separación entre campo y ciudad.
Esto quiere decir, que no se trata de lograr una imagen bucólica de los sistemas de ciudades y su nueva geometría territorial, sino por el contrario, se debe definir los verdaderos territorios de la gente estableciendo la socialización de los medios de producción, con énfasis en la cuestión productiva. De allí, que debemos definir no sólo el territorio productivo para propiciar la propiedad social y eliminar la dualidad entre campo y ciudad, sino también plantear una necesaria política de producción de prioridad agraria que nos sitúe sobre el problema urbano, a través de una nueva práctica económica-política de control social del espacio y su producción, como de una política para la ocupación del territorio de modo que todos los seres humanos posean el espacio necesario de abrigo, descanso, alimentación, juego, arte, fiesta y todas aquellas funciones de carga y descarga energética.
Efectivamente, vemos el avance de la revolución venezolana en la perspectiva concreta de la construcción del Socialismo del siglo XXI como elemento teórico y es, por lo tanto, ella misma, una especie de práctica revolucionaria. Y, esta tarea fundamental, debe apoyarse en la organización política, la construcción de la nueva sociedad y los nuevos sistemas de ciudades comunales. Anticipamos, entonces, una solución política para la organización del espacio urbano vinculado con el todo, con la ciudad, con la lucha de clases por el espacio. Que pueda apoyarse en una práctica teórica de producción de conocimientos y soluciones técnicas, para una práctica política que las haga realidad en su Ser para la vida y la libertad de uso del espacio y de una comunidad. De modo que cada ser humano posea el espacio de reproducción de la Materia determinado por la propiedad social de la fuerza productiva industrial de la construcción y del espacio urbano, cuya principal cualidad es la de poseer valor de uso.