"Lealtad", "unidad", "disciplina", "amor a Chávez" son algunas de las muletillas más usadas para responder a la posición política expresada por Jorge Giordani, pero consciente o inconscientemente pocos hacen un esfuerzo por dar contenido al significado de estás palabras. Más se ha debatido sobre la calidad revolucionaria del ex-ministro que sobre las aseveraciones políticas y económicas que en su artículo plantea, y por supuesto no faltan los expertos en táctica y estrategia que siempre recomiendan el silencio porque "nunca" es el momento.
Esta introducción adelanta sobre lo que voy a escribir. No pretendo venir a defender a un hombre, no es esa mi intención, vengo a defender y exaltar la necesidad del debate por más incómodo que sea para el liderazgo de la revolución. Es en momentos difíciles donde ese liderazgo se pone a prueba permitiendo que se imponga la intolerancia o convirtiendo el debate en un instrumento pedagógico para fortalecer los niveles de consciencia.
Muchos de los que combaten el "revolucionómetro" son los primeros en ponerlo en uso para señalar a tal o cuál -en este caso a Giordani- como un traidor, desleal, etc. Quienes critican el dogmatismo exaltan el pragmatismo como su dogma fundamental, desacreditando a quienes desde la elaboración intelectual hacen aportes a la conducción de la revolución. Quienes levantan las banderas contra el sectarismo aprovechan para hacer tráficos ideológicos que fundamenten el oportunismo. No, así no es la vaina, es hora de dar vuelta a la tortilla. A Giordani le toca con hechos dar a saber a todos si continua con la revolución o no, al resto nos corresponde convertir esta polémica en una oportunidad para dar los debates que se vienen exigiendo desde hace rato para corregir el rumbo de la revolución.
Mientras se dispersa el debate estigmatizando al cartero y dejando de lado el mensaje -como dice un querido amigo y camarada de luchas infinitas-, los trabajadores automotrices enfrentan una arremetida patronal, los siderúrgicos se encuentran atrapados en un debate de contrato colectivo sin pronta salida por los frenos de la burocracia, el poder adquisitivo está cada vez más golpeado, los inmensos logros de la revolución están pasando a segundo plano por desgaste o descuido, y el 3° congreso del PSUV ahoga a su militancia por la imposibilidad de cambiar lo que debe ser cambiado.
Pero, ¿Es esto una razón para desmovilizarlos o desmoralizarnos? No, absolutamente no. Es razón sí para dar paso a todo el huracán revolucionario que llevamos por dentro no como persona sino como pueblo bolivariano, es hora para poner en marcha todo lo positivo del legado de Chávez y superar lo que criticamos de su propio legado. Es la gran oportunidad para dar vuelta a la guerra económica, defender nuestra renta de la burguesía desesperada por atragantarse de dolares, y poner a ganar a la clase que vive únicamente de su trabajo sostén del proyecto bolivariano.
Puedo estar de acuerdo con cuestiones planteadas por Giordani como lo estoy, como también puedo tener discrepancias con la arrogancia de tratar de librarse de toda culpa. Pero en lo que si estoy absolutamente en contra es en poner todo el aparato comunicacional del Estado no para discernir y derrotar una idea sino para enterrar al hombre que la expuso.
He sido, soy y seguiré siendo un profundo defensor de la crítica -por más dura que sea -como método para corregir. He crecido en revolución no para callar y recomendar el silencio, sino para expresar con la más absoluta libertad lo que pienso, no es necesario esperar a ser viejo para ser más libre y radical,el momento es ahora. Sigamos en revolución y hagamos caso al golpe de timón.
*Militante de Marea Socialista
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