Un tiempo hace ya, que me defino como oposición por la izquierda al gobierno de Nicolás Maduro, esencialmente al darme cuenta de la nula posibilidad de que este gobierno cambiara su rumbo. Sin embargo, no deja sorprender el nivel de cinismo con que este gobierno, ya de forma natural, trabaja. Muy a pesar de la exigencia de sectores que votaron por Maduro en las pasadas elecciones, que plantean un cambio radical de gabinete, el gobierno hizo caso omiso, realizando un cambio ministerial, que de cambio tiene poco, y de ratificación de la misma forma de hacer gobierno tiene mucho. Pero quizás lo más emblemático es la designación de Tareck El Aissami, ahora nuevo vicepresidente de economía y ministro de industrias y producción. Es el mismo que siendo vicepresidente en medio de la feria productiva -semanas antes de las elecciones presidenciales- invitaba a la empresa privada nacional y trasnacional a invertir en Venezuela porque es un país de "mano de obra barata". Pues bien, para los que aún podían tener alguna falsa expectativas, el presidente les respondió con la misma receta. Es hora de construir algo distinto
