La tarea conservacionista requiere de la participación activa de las comunidades y sus gobiernos, para aprovechar los sagrados recursos naturales que yacen en el planeta Tierra, y así desarrollar proyectos sustentables que garanticen el crecimiento endógeno de la población y su gente. No hay duda que el bienestar del Medio Ambiente, depende del esfuerzo unificado entre todos los actores sociales, que se retroalimentan del entorno natural al que pertenecen.
Para lograrlo, se necesita una corresponsabilidad que permita mejorar la calidad de vida de los habitantes, sin perjudicar la integridad de los ecosistemas y de la biodiversidad que abarca la geografía de sus ciudades. Es una labor voluntaria e inclusiva, en la que el pueblo asume el rol protagónico de salvaguardar los tesoros de la Pachamama, y exige que los organismos públicos trabajen en mancomunidad con la sociedad civil, para resolver los problemas socio-ambientales que enfrentan a diario, generando un clima de respeto, tolerancia y sana convivencia.
Precisamente, el Ecosocialismo es la gran esperanza latinoamericana para alcanzar sostenibilidad ambiental, dignificación social y progreso laboral en todas las naciones que decidan implantarlo. A nuestro juicio, el Ecosocialismo es mucho más que una doctrina política surgida a finales del siglo XX, pues creemos que es un valor, un estilo de vida y una norma, que rescata la identidad cultural y el interés colectivo por encima del individualismo. Es la única alternativa a futuro, para que los Seres Humanos vayan evolucionando con un alto grado de conciencia ecológica, que ayude a proteger las infinitas bondades que presenta la Naturaleza.
A diferencia del perverso sistema capitalista, que se dedica a irrumpir, explotar y rentabilizar los recursos naturales del planeta Tierra, para continuar cultivando la miel del dinero ensangrentado. Vemos que el Ecosocialismo busca aprovechar esos nobles recursos de forma racional, sin ponerlos en franco riesgo, y evitando la nefasta co-dependencia a la industrialización post-moderna, que obliga a criminalizar el alma de Gaia, para recibir los productos tóxicos que venden las marcas comerciales extranjeras, y a invertir en sus perversos megaproyectos que tienen el aval del Diablo.
Por el contrario, la corriente ecosocialista promueve la soberanía alimentaria a favor de los sectores más desposeídos del continente, el uso de energías renovables que garantizan el desarrollo socio-productivo de las regiones, y el rescate del legado arquitectónico de lugares históricos, que se encuentran abandonados por la típica desidia urbana. Así, se siembra el sentido de pertenencia en los ciudadanos, quienes entienden que es posible vivir bajo un esquema endógeno sustentable, sin la constante intromisión de agentes externos que se valen de artimañas legales y de campañas de desinformación, para intentar apoderarse de áreas naturales protegidas y crear un estado de zozobra permanente en el discernir de la gente.
En conexo, se fomenta la multiculturalidad vista como la mejor vía para que los pueblos originarios, que viven en zonas rurales y fronterizas de Sudamérica, tengan la oportunidad de expresarse y ser escuchados gracias a la presencia de los medios comunitarios, que se inmiscuyen en el seno de las colectividades para informar la realidad vislumbrada, y así evitar la manipulación mediática conllevada por los salvajes medios privados internacionales. Además, se construyen programas sociales que repercuten favorablemente en el modus vivendi de los indígenas, y se les reconoce la autonomía de sus territorios, ante la amenaza conspirativa que representan los latifundistas.
Por otro lado, el Ecosocialismo impulsa estrategias conservacionistas que fortalecen el trinomio Hombre-Medio-Sociedad, pues todos necesitamos de la buena salud del entorno para efectuar las actividades académicas, laborales u hogareñas. Si deseamos ser verdes y rojos por dentro, es vital comprender los deberes y derechos que cada ciudadano afronta al interactuar con la Naturaleza. Estamos acostumbrados a derrochar la energía eléctrica, a abusar del gas doméstico y a malgastar el agua potable, sin pensar en las miles de familias humildes que no tienen acceso a esos servicios básicos y padecen una emergencia sanitaria, porque el resto de la población se encarga de monopolizar el rumbo y el uso de esos beneficios.
No es suficiente con los reclamos que hacen los ambientalistas por la prolongada deforestación en el Gran Chaco Americano, ni tampoco criticando la agresiva desertificación visualizada en Coquimbo. Lo importante, es atacar el vacío ético y moral que se esconde detrás de esos conflictos. De allí, que el Ecosocialismo obliga a establecer un activismo de calle, para que las personas se atrevan a denunciar las irregularidades observadas en sus comunidades, y luego se apoyen en los entes judiciales que castigarán el hecho delictivo, evitando la impunidad en contra del Medio Ambiente.
En la medida que se cumplan las normativas legales vigentes, se reduce el deterioro ambiental que cometen las empresas petroleras, agrícolas y pesqueras, porque saben de las consecuencias penales que trae consigo la contaminación de los lagos, la polución del aire y la degradación de los suelos. Debemos erradicar la actitud pasiva que permite una serie de ecocidios en la belleza de las regiones latinoamericanas, lo cual tarde o temprano, vulnera el equilibrio ecológico y destruye la santidad de los recursos naturales, que todos requerimos para vivir en una sociedad a la que no debe importarle la voz, la raza o el credo.
Tras reconocer que el Ecosocialismo es la clave para reorientar nuestra relación con la Naturaleza y lograr el desarrollo integral de los pueblos, llega la inevitable pregunta ¿Por qué la mayoría de los gobiernos a escala global NO se deciden a implementarlo? Lamentablemente vivimos en un Mundo unipolar donde el billete doblega a la razón. Cualquier nación que se oponga al tradicional modelo capitalista de oferta y demanda, de bienes y servicios, y de ganar por sobre todas las cosas, pues termina sufriendo un arsenal de amenazas diplomáticas y retaliaciones políticas.
De hecho, ya hemos visto como el Imperio perjudica a varios países latinoamericanos mediante trabas socio-económicas, porque se negaron a sembrar la semilla transgénica en sus tierras, porque impidieron que el dióxido de carbono siga quemando el cielo y porque no dejaron que la fractura hidráulica causara un terremoto gasífero. En contraposición, la verdadera gracia de aceptar la doctrina ecosocialista, es debido a la posibilidad de entrar en un Mundo pluripolar que permite modelos alternativos de gestión pública, masificando el bienestar social e incentivando un comercio justo que NO destruye las condiciones naturales que alberga el Medio Ambiente.
La mejor forma de explicar las ventajas de practicar el Ecosocialismo, es resaltando el proceso de justicia ambiental que se escenifica en Venezuela. En nuestra querida patria revolucionaria, SI hay razones para apreciar los logros ambientalmente irrefutables del proceso ecosocialista. Por ejemplo, la Misión “Árbol”, la Misión “Nevado” y la Misión “Luciérnaga”, son el trío de iniciativas verdes que han rescatado la luz ecológica en el país, mediante la siembra de árboles patrimoniales, la adopción de perros y gatos en situación de calle, y la entrega gratuita de bombillos ahorradores a gran parte de la población.
De igual manera, la “Misión Mercal”, lleva más de 10 años satisfaciendo la demanda alimentaria del pueblo, vendiendo productos de calidad que forman parte de la cesta básica (arroz, harina de maíz, leche, azúcar) a precios realmente módicos y garantizando el abastecimiento a toda la población. Muchos de los alimentos ofrecidos en la red Mercados de Alimentos (Mercal), son producidos y comercializados por empresas socialistas legalmente constituidas, que trabajan de la mano con los consejos comunales y los agricultores, para certificar que los productos lleguen a tiempo a la mesa de las familias venezolanas, evitando que los consumidores visiten los comercios privados, que engañan a los clientes con el sobreprecio y el acaparamiento.
Mientras que los pueblos originarios, han visto como el Ecosocialismo reivindica sus derechos constitucionales y dispone el trato igualitario a nivel nacional. En la actualidad existe el Servicio de Atención y Orientación al Indígena (SAOI), que atiende a la población indígena ubicada en zonas rurales y urbanas del país, bajo un enfoque humanista que se sensibiliza con los problemas cotidianos que cotejan sus habitantes, y se consolida con la presencia de facilitadores interculturales bilingües, que aseguran un vínculo comunicativo eficiente entre el personal de salud y los pacientes. Hasta la fecha, hay más de 30 centros distribuidos en 11 estados venezolanos, que abarcan Amazonas, Zulia, Bolívar, Apure, Sucre y Delta Amacuro.
El uso de energías renovables al servicio de la paz, se evidencia con el Parque Eólico La Guajira que tiene 12 aerogeneradores que aportan 25,2 megavatios al Sistema Eléctrico Nacional, convirtiendo la fuerza del viento en oportunidad de progreso para las comunidades Wayúu y Añú que habitan a su alrededor. Cabe destacar, que en Ciudad Guayana se ubica una fábrica de calentadores potabilizadores de agua que funcionan con energía solar, los cuales se encargan de pasteurizar al agua y permiten ahorrar el consumo de gas y electricidad. Además, se espera que el Parque Eólico de Paraguaná enclavado en el estado Falcón, tenga más de 70 aerogeneradores que diversifiquen la obtención de energías, y acrecienten el empleo de la tecnología ambiental.
Sin embargo, tener un modelo ecosocialista no garantiza el desarrollo sustentable de los pueblos, si la sociedad civil evade la responsabilidad ambiental en defender el entorno. Es consabido que Venezuela es el país latinoamericano con la mayor generación y el más alto consumo de energía eléctrica, porque la mayoría de los venezolanos practican la adversa Cultura del Derroche. Es común que el estado Zulia sature el sistema eléctrico, lo que se traduce en apagones y fallas de suministro, ya que el aire acondicionado se prende descomunalmente para mitigar el calor en áreas residenciales. Por eso, el gobierno puso en marcha la campaña ambiental “Soy consciente, consumo eficiente”, para estimular la Eficiencia Energética en el discernir de los venezolanos.
En cuanto a los instrumentos legales, Venezuela presenta valiosas armas de ataque, como la subrayada “Ley penal del Ambiente” que sanciona con el pago de unidades tributarias y la privación de libertad, a las personas naturales o jurídicas que atenten contra la integridad de los recursos naturales. A su vez, se habilita el 0800 Ambiente (26243683), que es una línea telefónica gratuita y operativa las 24 horas del día, para que la población venezolana llame y denuncie los abusos ambientales que cometan empresas o ciudadanos en el país. Tras recibir la denuncia, el Ministerio del Poder Popular para el Ambiente junto a la Dirección Estadal Ambiental (DEA), se articulan con los organismos judiciales para investigar el caso e iniciar el proceso penal contra los delincuentes.
La experiencia positiva del ecosocialismo venezolano, viene permitiendo que más naciones latinoamericanas se sumen al desarrollo sostenible de los pueblos. Por ejemplo, el Estado Plurinacional de Bolivia tiene la “Ley Marco de la Madre Tierra y Desarrollo Integral Para Vivir Bien”, que busca recuperar los saberes locales y conocimientos ancestrales, sobre los mágicos dones que la Pachamama puede regalarle a los Seres Humanos, a cambio de que sus hijos la respeten, no la maltraten y la defiendan de las trasnacionales que intentan ahogarla en contaminación. Vale aclarar, que Bolivia tiene el 40% de toda la diversidad biológica mundial, lo que obliga a crear un marco legal que evite el lucrativo tráfico de la flora y la fauna, que pone en peligro de extinción a especies autóctonas.
En Argentina, se desarrolla el Atlas digital de los pueblos originarios, que es una forma didáctica de conocer el legado cultural y los problemas sociales que enfrentan las comunidades indígenas en la nación argentina. Gracias a una serie de mapas interactivos que contienen información demográfica actualizada, se construye una herramienta de divulgación científica para que los jóvenes en etapa escolar, reconozcan el gran aporte histórico y el espíritu de lucha que caracterizaba a las etnias aborígenes, buscando el respeto de los derechos humanos y la independencia de sus territorios. El Atlas es una oportunidad para que los ciudadanos aprendan del modo de vida de los indígenas, y no permitan que las empresas extractivas invadan sus comarcas, para despojarlos de los recursos naturales que albergan las sagradas tierras.
En Perú, se fortalece el “Programa Nacional de Electrificación Fotovoltaica Domiciliaria”, en aras de que las familias humildes peruanas tengan energía eléctrica gracias a los rayos del astro rey. Ya se instalaron más de 1600 paneles solares en la provincia de Contumazá, ayudando a más de 8000 lugareños que viven en caseríos donde no existen redes eléctricas. En paralelo, Ecuador recibe los frutos ecológicos generados por la Central Eólica Villonaco, situada en la provincia de Loja a 2,720 metros sobre el nivel de mar, que tiene 11 aerogeneradores con una potencia de 16,5 megavatios, los cuales han evitado la emisión de toneladas de CO2, que es uno de los principales gases de efecto invernadero que carcomen al planeta.
En Nicaragua, se apuesta por el Biogas, que es un gas combustible limpio y sin impacto ambiental negativo, el cual se consigue por las reacciones de biodegradación de la materia orgánica. Se pretende instalar 750 biodigestores en las fincas de productores agropecuarios, que viven en zonas rurales ganaderas de Boaco, León, Nueva Guinea y Chontales. Así, se garantiza el servicio de energía eléctrica para los campesinos, impidiendo la tala indiscriminada de árboles por la obtención la leña. No olvidemos que la Reserva de Biosfera Bosawás, considerada el pulmón vegetal de Centroamérica, está enfrentando un proceso de deforestación masiva por culpa de las mafias que operan el sector maderero.
También, la nación caribeña de Cuba ejecuta un plan de recogida y destrucción de los hidroclorofluorocarbonos (HCFC), siendo el primer país latinoamericano en implementar un proyecto viable para erradicar esos gases tóxicos, que son nocivos para la capa de ozono y envenenan al planeta. Por su parte, la hermosa provincia de Pinar del Río, fue seleccionada en el 2014 como la sede oficial cubana del acto central que conmemora el Día Mundial del Medio Ambiente. Dicha provincia, posee el nivel más alto en la calidad del agua potabilizada, emplea el abono orgánico para proteger la fertilidad de los suelos y presenta el área geográfica con mayor reforestación en todo el paisaje cubano.
La gran deuda del modelo ecosocialista en América Latina, es el Reciclaje de los materiales que compramos y empleamos a diario (papel, plástico, cartón, vidrio). Es el desafío ecológico latente para nuestros pueblos y sus gobiernos, porque exige una mancomunidad entre ambos factores sociales. La ausencia de políticas ambientales para cumplir con las 3Rs (reducir, reutilizar y reciclar), es el resultado de la carencia de Educación Ambiental en las aulas de clases, en las casas de familia y en las oficinas laborales. Ese grave problema, viene afectando a los ecosistemas que albergan los senderos latinoamericanos.
No debemos privatizar los recursos naturales de la Pachamama, por el arrebato destructivo de los Seres Humanos. Recordemos que el bienestar integral de las naciones, se construye mediante la preservación del entorno, y estableciendo un norte conservacionista que se transforme en la brújula del planeta Tierra. Queda claro, que el modelo ecosocialista es la gran piedra angular para que los hombres y las mujeres, se reencuentren con el abrazo revolucionario de la justicia ambiental global.
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