Ya en 1840 el ideólogo del liberalismo Alexis de Tocqueville, caracterizando a los EEUU como un país de aventureros y especuladores, señalaba "Nunca he visto un país donde el amor por el dinero tenga un lugar tan grande en el corazón de los hombres".
Por ello, no debe sorprendernos el contagio del amor "por puñado de dólares", como diría Sergio Leone, a nuestra Venezuela criada dependiente de los EEUU, ni tampoco la dimensión alcanzada por las prácticas delincuenciales industriales, mercantiles, financieras y comunicacionales ejercidas por los grupos de poder a partir de 1998.
Dimensión que responde al ingreso de muchos puñados de dólares petroleros reactivado por el comandante Hugo Chávez y a la utilización de nuestro amor por la divisa como punta de lanza de la Guerra Económica y Cultural emprendida por el gran capital contra cualquier atisbo de socialismo bolivariano.
Mientras avancemos tímidamente hacia el socialismo y no sea viable que el Gobierno asuma directamente la importación y distribución mayorista de productos básicos, los empresarios privados nacionales y trasnacionales así sus cómplices del sector público seguirán ideando cómo enriquecerse expeditamente, a través de la apropiación indebida de puñadotes y puñaditos de dólares y de cualquier otro mecanismo que empareje las ganancias en moneda local con el valor especulativo de la moneda estadounidense.
Ahora bien, tener o no consciencia de las condiciones sistémicas de esta situación, de nuestras debilidades y de nuestras limitaciones para enfrentarla adecuadamente, no nos exime de defender los logros sociales alcanzados y de trabajar por la materialización del proyecto socialista bolivariano.
El Gobierno y la FANB están haciendo un esfuerzo realmente extraordinario para combatir los efectos más visibles y sentidos de la Guerra Económica: la escasez y el encarecimiento galopante de productos alimenticios, medicinales y sanitarios y el desvío hacia Colombia de productos subsidiados para beneficio del pueblo venezolano. Y en ello todos debemos acompañarlos.
Paralelamente nosotros debemos utilizar nuestro ingenio y creatividad para practicar diariamente un gobierno popular de calle que contribuya a devolvernos la risa y el buen humor y nos vacune contra el amor por el puñado de dólares, la comodidad y el consumismo alojados en nuestra psique.