Quinto malo

La palabra y la propaganda en la batalla de las ideas

Algunas veces hemos insistido en torno a la idea de que la palabra no inventa nada sino que ella es inventada luego de una relación social de trabajo en la que la modificación de lo real (puede ser de la materia prima) genera conceptos.

La palabra es siempre universal, independientemente de los idiomas en los que estén codificados los conceptos. Más allá del origen de las mismas, que no es el tema en esta oportunidad, las palabras tiene una significación especial en la propaganda y, es por ello, que ahora las observamos desde esa perspectiva, para efectos de esta reflexión.

La palabra, dentro de la propaganda, es uno de los instrumentos fundamentales para la persuasión y el convencimiento. Solo comparable, quizás, con la fuerza de la imagen. De la imagen real, tangible, fotográfica preferiblemente.

Ahora, la propaganda, ese cuerpo discursivo que propaga por igual "verdades" o mentiras, que las confunde, las mezcla o las individualiza, para el capitalismo tiene el poder de vender, de hacer que hasta lo más espiritual e intangible pueda cosificarse para intercambiarlo en el mercado por su valor de cambio.

La propaganda, quizás en un sentido muy general, porque pudiese existir alguna excepción, está justificada por su esencial capacidad de mentir, de seducir y convencer con la mentira. Esta no necesita siempre de la palabra. Es más, mientras pueda obviarla, obviar los discursos y las sesudas explicaciones, es mucho mayor su éxito.

La propaganda es una forma de comunicar con ideología dominante capitalista. No es casual que su nacimiento se haya producido bajo esta nefasta forma de producir los bienes mediante relaciones de explotación entre seres humanos que poseen medios de producción (un ínfima minoría en el mundo) y seres humanos que solo cuentan con su fuerza de trabajo para venderla (la inmensa mayoría en el mundo).

Pero la gran diferencia, cuando la propaganda es asumida con sentido revolucionario, está en los valores que la motivan. A tal efecto, es Lenin (Vladimir Illich Ulianov) quien apunta claramente que "Nuestra propaganda tiene tanto éxito no porque seamos propagandistas muy hábiles, sino porque decimos la verdad". Y la verdad va asociada a la convicción que se tiene de ella y de lo que se propagandiza. Y, parafraseando un viejo principio marxista, podemos decir que no habrá propaganda revolucionaria si no hay práctica revolucionaria.

Propagandistas hábiles los burgueses. Nuestro deber es ser propagandistas de una práctica revolucionaria con arraigo cierto en las bases proletarias, sembrados en el pueblo y conscientes de la razón y fines de clase que nos motivan.



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Iván Padilla Bravo

Director del semanario cultural "Todos Adentro", medio adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Cultura. http://www.mincultura.gob.ve/

 ivanpadillabravo@gmail.com      @IvanPadillaB

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