Este no es un gobierno común, estos no son gobernantes comunes. Llevan en
sus entrañas el espíritu de Chávez, lo conocieron, con él lucharon desde
los días difíciles de antes del 4 y también después de la insurrección. Con
él bebieron la hiel y también la ambrosía. Fueron amonestados y muchas
veces reconfortados. Presenciaron el nacimiento de un Mesías, supieron de
la ferocidad del sistema capitalista, capaz de lanzar bombas atómicas
sobres niños, de asesinar a Cristo.
Este no es un gobierno común, en su seno está el espíritu de Chávez
encarnado en los justos, en los buenos.
También en su seno permanece la ética de lo personal a costa del bien
común, del sacrificio del rumbo socialista por la búsqueda del bienestar
individual; aquella que mide las acciones por el propio pellejo, incapaz
del riesgo, que siempre trabaja con red de seguridad, que no tiene otra
medida que el egoísmo, y parafraseando a Martí piensa que el mundo entero
es su entorno. La ética de los que se las arreglan para que otros corran
los riesgos, para después llegar a la hora de la cosecha, si la hay. Pero
si todo fracasa, si el viento se pone en contra, voltean para otro lado y
hasta condenan. Son los oportunistas, también los timoratos con buenas
intenciones pero con poco coraje para romper con la tradición, para hacerse
hombres del futuro.
Junto a estos mercaderes, traficantes del destino social, están los
capitalistas, los burgueses, los propios. Estos aparecen en los momentos
decisorios, luego se encapsulan en sus castillos. Recuerden que mendoza y
cisneros fueron al palacio y diseñaron las líneas maestras, luego volvieron
a sus bunker, dejaron el teatro para sus subalternos. Ellos tienen los
hilos, no les importan los ataques a mariacorina, a ledezma, que se
distraigan con leopoldo o capriles, con el muchacho deportado de
Colombia... que se distraigan, ellos mueven los hilos, las marionetas les
obedecen para proteger el sistema, por ahora les va bien, la contabilidad
del capitalismo es próspera. El teatro es sólo eso, teatro, lo importante
está tras las cortinas.
Es así, *esa lucha se libra en el interior del gobierno y de su masa. La
confusión reina, los campos están mal definidos. Se intenta cambiar de
rumbo sin cambiar de barco, pero una nave política tiene el carácter que le
confiere su rumbo, los ideales que lo mueven. Se podrán parecer, su imagen
podrá ser la misma, pero su función, su posición, sus razones, su meta es
diferente, va hacia otro lado, es otro. *
Por lo pronto, la masa, aunque recelosa, aún es fiel al barco, no se
percata de que la tarea es corregir el rumbo para que vuelva a ser lo que
antes era.
Tengamos fe, los chavistas tienen muchos recursos espirituales: son buena
gente (esa cualidad a veces los pierde), no captan la maldad posible, son
leales (esa cualidad a veces los engaña), les falta malicia y les sobra
candidez. Esas cualidades son su fuerza y al mismo tiempo su debilidad. Es
necesario que transformen el amor, la bondad, la buenura, en una formidable
energía para el cambio. Que perciban que el barco está transformándose en
otra cosa porque va a otro puerto, y que es necesario corregir el rumbo.
*Un día alguien de peso, libre de sospechas, con autoridad moral, sin
ambiciones mezquinas, un Chavista auténtico, de esos dirigidos por
profundos sentimientos de amor, esos que las masas reconocen, curtidos en
mil combates, recogerá el susto, el desasosiego de los que ven el barco
dirigiéndose al capitalismo, y ese día este hombre gritará: "¡Abismo a la
vista!". *
Será un clamor similar a aquel "Por Ahora", entonces, quizá, sólo quizá, la
gente lo siga, y como un milagro regrese el espíritu de Carabobo, y todos
empujemos para corregir el rumbo. Entonces, la voluntad de los chavistas se
impondrá por sobre bravos mares, olas inmensas, y el barco retomará su
rumbo tras el sol.
Y, allá en lo alto, el Comandante volverá a sonreír.
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