Coloquialmente se suelen utilizar los términos “Estado” o “Gobierno” como sinónimos y es un grave error, no por la superflua confusión de términos, la gravedad consiste en que confundir estas instituciones en la praxis es sinónimo que algo marcha muy mal en la democracia. En su concepto más universal, el Estado es la sumatoria de todo, a decir, del territorio, de la demografía (personas) y del elemento grato-político (leyes y sistema de gobierno), en líneas generales, el Gobierno es solo una parte del Estado, encargada principalmente de su administración, es decir, el Gobierno se encuentra inmerso dentro del Estado. Más aún, esta concepción de “Estado Moderno” se complementa con la figura de República, o sea, la arquitectura grato-política donde la soberanía recae en el pueblo, apoyado en una insustituible así como rigurosa separación de poderes públicos, donde cada uno de ellos sean absolutamente autónomo y puedan controlarse unos a otros, así vigilar por el fiel cumplimiento de sus funciones conforme a la constitución, solo así existe la “democracia”. Más importante aún, el Estado yace en la constitución nacional, en ella se define su forma, su naturaleza y sus fines, fines que deben ser inalterados por los poderes públicos a menos que tras una constituyente (o cualquier otro mecanismo estipulado) los habitantes de un país decidan refrendar una nueva constitución, unos nuevos fines, he allí la suprema importancia de separar fines del Estado con los fines del Gobierno ¿por qué? porque la complexión del Gobierno es complicada, siendo meramente política; otorga poder, control, el manejo legal de la fuerza y la represión, las relaciones internacionales, la dirección de parte importante de las instituciones públicas como los ministerios aguas abajo, el destino de los fondos de la nación, entre otras, es por esta razón que muchas naciones del mundo decidieron, con resultados realmente fabulosos, distribuir equitativamente entre sus poderes públicos las competencias más relevantes de la conducción del Estado, a fin de evitar que algún poder público en particular tergiversara los fines del Estado hacia fines furtivos, particulares, grupusculares. Así pues, los fines del Gobierno deben ser estrictamente los fines descritos en la constitución (los del Estado) motivado a que sería realmente contraproducente, perjudicial, que quienes ejerzan las funciones de Gobierno definan los fines del Estado, los destinos de quienes dirigen, pues buscarían concentrar todo el poder, el manejo discrecional de los recursos de la nación, buscarían la manera de mantener el poder (y sus beneficios) manipulando la ley y las instituciones ¿se da cuenta que Estado y Gobierno no son lo mismo? Que incluso guardan dramáticas diferencias, diferencias que deben ser resguardadas muy recelosamente por el pueblo, sobre todo por el pueblo venezolano, emancipador de libertades, de repúblicas.
@leandrotango