El 4 de Febrero fue una insurrección en contra de la democracia burguesa, de la pseudodemocracia. He allí su valor histórico: desenmascarar al capitalismo, despojarlo de su disfraz, atreverse a irrumpir contra el opio electoral que mantiene a las masas cuestionándolo todo menos al sistema capitalista, que sólo le permite pensar lo que no lo ponga en peligro.
Desde entonces, muchas vueltas ha dado el mundo y muchas han sido las argucias del capitalismo para defenderse del "peligro chavista". De todo han ensayado, desde golpe hasta magnicidio, al final tuvieron un éxito definitivo con el asesinato del Comandante. Sin embargo, y como suele suceder, el golpe de gracia vino desde adentro de la propia Revolución y ocurrió, como es de ley, en la ideología. Veamos.
Sin que lo percibiéramos, el reformismo jugó su carta, reemplazó al Socialismo por la democracia burguesa, por el mismo capitalismo y la misma forma política que se cuestionó con fuerza hace más de quince años, el 4 de Febrero. Así como hicieron con los indios que le cambiaban perlas, oro, por espejitos, así pretenden hacerlo con nosotros, cambiarnos Socialismo por su podrida pseudodemocracia.
El Socialismo cayó en manos de los reformistas y éstos, con pasos sutiles pero firmes, lo fueron desdibujando, el objetivo se borró, el enemigo se transmutó en colaborador, la convivencia entre el tigre y el conejo se hizo meta. Dijeron que el capitalismo no es malo, que el Socialismo sólo acaba con los defectos de ese sistema: las colas, los contrabandistas, los buhoneros; éstos son los enemigos, nunca la propiedad nosocial, a esa ni se nombra, el que la mencione es un pazguato, gamelote.
Ahora el paradigma, el ejemplo a seguir, es Brasil; dilma es la heroína, vean como allá el cien por ciento escogió entre el "chingo y el sin nariz", todo siguió igual, los burgueses de Río o San Pablo pueden dormir tranquilos, la masa sigue narcotizada. Por supuesto, cuando este circo pseudodemocrático no funcione, allí están los militares prestos a empezar otro ciclo; vendrá la dictadura y volverá, después de años de lucha, la pseudodemocracia con su capitalismo a cuestas, y todo seguirá igual por los siglos de los siglos… hasta que un día alguien grite ¡maldita democracia!, ¡Viva el Socialismo!
Aquí, entre nosotros, intentan instalar de nuevo su circo, ahora el objetivo, el opio, son las elecciones de parlamentarios, los de aquí y los de allá no se ocupan de otra cosa, esas elecciones marcan los tiempos. Es que el congreso, en la democracia burguesa, funciona como un "amansa agallas", hasta en el último rincón de la Patria habrá alguien, algún líder local, que aspire a ser diputado y ponga todo su esfuerzo, su prestigio, en ese empeño, se compre un flux, una corbata roja y una azul por si las aguas siguen cambiando, y deje de pensar en grande, en sociedad, en Revolución, para ocuparse de su elección. Así la política será atrapada por el opio electoral.
Pero no olvidemos, tengamos fe que "el viejo topo" sigue cavando las bases del sistema capitalista. Fue así que cuando menos lo esperaban surgió un Chávez y cuestionó las bases mismas de la injusticia social, nos habló de Socialismo.
Los pueblos irredentos, los humildes, un día encontrarán a sus conductores y entonces los burgueses dejarán de dormir tranquilos.