Si en el análisis de este breve y elemental esquema de la problemática venezolana tomamos como punto de partida la aclaración de las premisas teóricas y prácticas con las cuales se critica desde la izquierda el socialismo impulsado por el gobierno venezolano, talvez lleguemos a encontrar las insuficiencias de tal crítica.
Hay dos sentidos en la crítica de izquierda: uno, en donde la crítica queda insertada en una dimensión exclusivamente epistemológica y otro, los que pretenden reducir el campo de la revolución al espacio geográfico venezolano.
Las premisas filosóficas de la primera tendencia se apoyan en las ideas de ciclos cerrados de continuidad y discontinuidad como en Foucault o en los comienzos y re comienzos de Arturo Roig, que tienen que ver con la concepción de la historia que de allí se deriva. La historia así planteada no es más que una historia de límites y repetición de errores. Esto convierte el proceso revolucionario en un movimiento de repeticiones cerradas, que no nos permite ver las transformaciones cualitativas que la revolución está construyendo en la realidad y en el pensamiento.
También, hay en esta dirección, quienes reducen la crítica del socialismo al mero planteamiento de los límites y posibilidades de la razón y basta con hacer un giro epistémico para que las posibilidades de cambio se puedan reiniciar. Por aquí se sitúan los que aconsejan al presidente y al gobierno en “cómo hacer las cosas”.
Ahora bien, los que pretenden reducir el campo de la revolución al espacio geográfico venezolano, y focalizan su crítica en sujetos determinados: Maduro, D. Cabello, J. Rodríguez, etc. Echándoles la culpa de haber perdido el rumbo y que están conduciendo la revolución a una entrega del proyecto socialista a la burguesía. De acuerdo con lo que nos dicen estos críticos de izquierdas, el socialismo cayó en manos de reformistas, quienes en conciliación con la burguesía nacional e internacional (Rusia y China fundamentalmente) han vaciado de contenido ideológico Chavista el proceso y se han adentrado en la democracia social o social reformismo.
Por consiguiente, según la crítica de izquierda el socialismo se mueve entre límites y posibilidades de la razón de quienes conducen desde el partido y el gobierno el proceso revolucionario. La crítica así planteada, se queda gravitando en ciclos epistemológicos y toma el sitio de palco en el teatro esperando la epifanía del espíritu de los gobernantes y dirigentes del Psuv, cuando llegue a tocar sus brillantes críticas y dé el giro copernicano hacia el socialismo. Esto es pura metafísica.
Queda incluido en este resumen, el planteamiento de las posiciones que ven solamente en Venezuela y en sus dirigentes las fuerzas motrices y directrices de la revolución mundial. Si bien es cierto que Venezuela es un foco generador de ideas y acciones revolucionarias nuevas; es necesario ver que esta revolución está insertada en un proceso latinoamericano, que también, no es exclusivo (hay luchas de liberación en Libia, Donest, Luganks, India, Siria, muchos países de África…).
La crítica tradicional de la izquierda venezolana me resulta insuficiente cuando no logra incluir la cuestión relativa a la experiencia revolucionaria latinoamericana cuya tarea ha contribuido a debilitar la derecha latinoamericana como son los casos del Zapatismo de Chiapas, el reformismo y las revoluciones centroamericanas, los cambios fundamentales en Bolivia, Ecuador, Uruguay, Argentina y lo grandioso de Cuba y el Caribe. Y cuando levanta un paralelismo entre las formas artesanales y las formas desarrolladas de impulsar la revolución. En este caso se ha utilizado la estructura jurídica y política del Estado para desmantelar la forma artesanal de hacer la revolución desde los barrios de los más sufridos y marginados, con los costes en vidas y descontentos ya conocidos.
En fin de cuentas, con este breve y elemental esquema de la situación ideológica venezolana se buscan caminos para conducir la crítica hacia estados menos dañinos para el pueblo. Como lo hizo Chávez, de esta manera se situó Chávez frente a Marx.
En manos de los revolucionarios debe estar la revolución.