Aquí, todo el que puede pujar una lombriz está conspirando. De pensamiento o de acción, con mayor o menor actividad, con más o menos hipocresía, pero todos en algún momento del día le jalan la alfombra al gobierno. Nadie lo dice abiertamente, con excepción de algunos loquitos protegidos en el exterior, pero todos hablan tras el biombo de la Constitución que, en realidad, nadie respeta. Dicen que se debe salir del gobierno por vía constitucional, ¡hipócritas!, hablan así porque les falta coraje para exponer claramente sus intenciones.
Sólo el gobierno parece no percibir la situación, el peligro, actúa como un habitante de un mundo feliz, no capta la pérdida del apoyo, las movilizaciones políticas esmirriadas, que a duras penas llenan las tomas cerradas de la televisión, nada de esto lo alerta. No percibe que lo que está movilizando a la gente es el interés individual egoísta, en lo que fue educada, que cada día se aleja más de la política, que sólo se importa por su entorno individual, ese es su universo; en esas condiciones, es material para el fascismo, para cualquier propuesta que llene su angustia con unos culpables de sus penas, le dé metas para fundirse en un colectivo que ahogue sus miedos, para esconderse, y al final tome por ellos las decisiones crueles.
Esta inercia del gobierno, que se confina en ser una caricatura del pasado, repitiéndolo como una letanía inoperante, crea un vacío de poder, una tierra de nadie que completa el cuadro propicio para la conspiración.
Lo que se impone es el diagnóstico de las corrientes que conspiran, para dónde proponen ir, cuáles son sus planes. Veamos.
La unión de los defensores del capitalismo salvaje es nítida, existen, conspiran. Trabajan en dos vías: la falsa, democrática, y la golpista franca. Su propuesta es un paquetazo que ocultan, junto a una feroz represión. Sea cual sea la vía de su arribo al gobierno, tendrán que aplicar esta fórmula.
Por otro lado, encontramos a los desconcertados, que ven cómo se pierde el espíritu del chavismo. Esto los preocupa pero aún no atinan a buscar una solución. Sólo hablan con sordina, en la oscuridad se lamentan, pero paralizados dejan la situación correr, presencian inermes la caída que un entorno amigable pero ineficaz no puede evitar. Se encuentran en una situación pre-conspirativa, descontentos, pero sin proyecto alternativo, atrapados en el tremedal de la democracia burguesa, en la lógica del capital, confundidos en una lealtad que se desliza a la sumisión, no aciertan a rescatar la vía al Socialismo, no consiguen seguir el camino que Chávez señaló el 8 de diciembre: Maduro y SOCIALISMO. En esta parálisis peligrosísima, dejan crecer el descontento, la incertidumbre en la masa, y ven con ojos de vidrio el crecimiento de la posibilidad fascista.
¿Qué esperan para decir que la traición del camino que nos marcó Chávez es la causa de todas las adversidades de hoy? ¿Qué esperan para reafirmar el espíritu que guía al chavismo verdadero? ¿Qué esperan para hablarle alto y claro al gobierno, para devolver la esperanza, el rumbo a un pueblo inerme, abandonado, que será víctima primera del fascismo?
Qué saludable, para el gobierno y para el pueblo, sería un documento público de destacados chavistas donde se diga lo que se repite en susurros, ¿qué esperan para reunirse y producir este documento?, ¿qué los detiene para dar muestras de solidaridad con el gobierno, que no es la adulación sino la crítica seria, oportuna?, ¿le temen a los ataques de la derecha interna, a que los acusen de golpistas? Entonces, que se energicen con el recuerdo de la valentía política de Chávez.
¿Se lamentarán de lo que no hicieron?, se acordarán de Allende, pero será tarde. El silencio de los chavistas es un crimen de lesa Revolución.
