Cuando se examinan los detalles del proceso histórico venezolano es posible ver con claridad cómo, después de haber cruzado muchas y diferentes etapas en el pasado (la independencia, la liberación nacional, las repúblicas…) al llegar a las primeras décadas del siglo XXI, el desarrollo del país ha decantado en lo económico en la política económica de nacionalización de los recursos petrolíferos y de gas naturales, detener las privatizaciones, impulsar las políticas de beneficio social popular-misiones, inicio de una reforma agraria con la introducción diversificada de cultivos. En lo político-social, se ha transformado el papel de los sectores populares ahora promovidos al poder político, y se ha instaurado un régimen rumbo al socialismo, debilitando a la burguesía como clase dominante.
Es natural que la burguesía y su cohorte de intelectuales (abogados, publicistas, empresarios de periódicos, políticos, artistas, clérigos) y militares en retiro, que extraen su bienestar de la situación existente (explotación, especulación, contrabando, acaparamiento, etc,), opinen que el socialismo es un mal y “la democracia” es el mejor de los mundos y que el capitalismo, la libre empresa no debe cambiarse, porque es compatible con la tradición, el derecho y la voluntad providencial.
Este concepto de Venezuela, es la base de la ideología reaccionaria que ha dominado en el país y a su alrededor gira todo el pensamiento social y político burgués de los últimos años.
Pobre de aquél, que se sienta a disgusto en ese mundo burgués, y peor aún, si se atreve a desafiar el designio de tales cosas.
Entonces, para que esta ideología pudiera cumplir su misión deformadora del espíritu, es preciso difundirla entre las masas de la población ocultando el contenido ideológico de clase, su esencia oligárquico-terrateniente, con todo tipo de maquillaje: ¡La propiedad privada es inviolable! ¡El infierno para los inconformes! ¡Cátedras de ideas falsas en las universidades! ¡Maduro con un pie adentro y otro afuera de Miraflores! ¡Diosdado es narcotraficante! ¡Defendamos la constitucionalidad de las Fuerzas Armadas!...
Engañar al pueblo, he ahí la honorable función de la intelectualidad burguesa.
Al final de esta apreciación podemos decir que hay dos maneras críticas excluyentes, de enfocar el problema del desarrollo histórico de Venezuela. De un lado la oligarquía-terrateniente que es la minoría, aseguran que la situación del país es desastrosa, caótica, violenta, de miseria y que debe ser cambiada a toda costa, para volverla al capitalismo. Esta es la manera conservadora burguesa de ponerse frente al problema. De otro lado, en cambio, la mayoría de la población, opina que aunque hay problemas de sabotajes acaparamiento, contrabando, consumo y lujos exagerados de ricos y pequeños ricos, el proyecto socialista debe ser conservado y mejorado. Aún con los empirismos de las anécdotas de las colas, esta es la manera progresista, democrática y revolucionaria de encarar el problema.
En la base de estas dos concepciones, actúan las causas determinantes y las fuerzas motrices del proceso histórico actual de Venezuela: la transición hacia el socialismo, el cual pretende regir los cambios, es febrilmente dinámico y que no interrumpirá su curso solo porque así lo desean las clases dominantes y el imperialismo, sino que marchará adelante enfrentando las fuerzas que sobre él puedan ejercer tales clases sociales.
Ya se nota, en los medios como aporrea, con el mazo dando, Correo del Orinoco, telesur, tribuna popular y muchos más, que el pueblo está interviniendo conscientemente en la dirección del proceso histórico. Ya su actuación, que se viene expresando en tales medios refleja que los venezolanos conocen la motivación causal, el trasfondo político, el mecanismo burgués y la proyección histórica de los acontecimientos correspondientes a este período: por eso el tema del artículo: LA HISTORIA VENEZOLANA NO ES UN CALLEJÓN SIN SALIDA ¡DERRROTAREMOS EL GOLPE DE ESTADO!