En una generación podemos establecer dos componentes principales: uno, la generación verdadera; el otro, la “contrageneración”. Expliquemos.
La generación propiamente dicha es la comprometida con el movimiento histórico, impulsa su tiempo hacia el cambio, es, en otras palabras, Revolucionaria. La “contrageneración” está ligada con la permanencia, impide el cambio, es reaccionaria. Entre estas dos corrientes se produce una pugna por el salto histórico, esta tensión produce el movimiento social. En cualquier etapa histórica, en cualquier generación, encontramos estos dos componentes, le confieren el signo a su época.
La historia de la Independencia es la historia del movimiento de estas dos tendencias; allí se aprecia claramente, se detecta, la evolución de cada una de ellas: cuándo se agota su capacidad de cambio, hasta dónde llegan los mantuanos, cómo y dónde la Revolución se detiene, cómo se frustran en manos de la “contrageneración” los sueños de lo mejor de la generación verdadera.
Con Zamora sucede igual, la generación verdadera es víctima una vez más de la “contrageneración”. El 23 de Enero de 1958 (la situación por más cercana es más clara), la “contrageneración”, desde el pacto de punto fijo y desde la mismísima Junta Patriótica, someten a la generación verdadera; así el salto histórico es frustrado una vez más. En la lucha armada de los 60 se da la misma situación: Fabricio, generación verdadera, es vencido por Rómulo, y aparece claro para nosotros un fenómeno representado conspicuamente por “américo martín”: el oportunismo, el pragmatismo, como otra corriente que oscila entre las dos principales, y al final siempre contribuye con la “contrageneración”.
Chávez, los chavistas son la vanguardia de la generación del 4 de Febrero, o si queremos, la generación del Samán de Güere; o, podríamos decir, la generación del Sabotaje Petrolero; o, más preciso, la generación del Plan de la Patria. Esta generación se caracteriza por su evolución hasta encontrarse con el Socialismo, unido al Cristianismo.
Para evaluar el movimiento de una generación se puede utilizar el método de estudiar el movimiento de su vanguardia, considerando que una generación se mueve, en fundamental medida, siguiendo el movimiento de su vanguardia, de sus dirigentes.
Mientras Chávez vivía, no es difícil seguir la evolución de la generación del Samán de Güere, va desde el Socialismo utópico hasta el Socialismo pasando por momentos de tercera vía, ensayos de organización popular, tanteos de diversas formas de propiedad. Siempre hacia adelante, guiado por profundos sentimientos de amor, claridad del enemigo, “horror a la oligarquía”, modificación profunda de las relaciones de propiedad y de los humanos entres sí y con la naturaleza. La culminación de esta evolución la encontramos en el Plan de la Patria, en sus objetivos históricos.
Luego del asesinato del Comandante la situación cambia, la pugna feroz entre la generación chavista y la “contrageneración”, entre Revolución y contrarrevolución, entre Socialismo y capitalismo, se agudizó. El mandato de Chávez es desvirtuado, se reduce a la persona y se excluye la ideología que debía guiarlo, al Socialismo. La generación chavista, como suele suceder, confundiendo lealtad a la forma y no al fondo, se paraliza, pierde el sentido del momento histórico, de la pugna histórica, no identifica a la “contrageneración” que crece en sus filas (ahora sin la formidable contención que fue Chávez) y contribuye así a la restauración, a la parálisis del movimiento revolucionario.
El deber de la generación del 4 de Febrero, de la resistencia al golpe de Abril, al Sabotaje Petrolero, es no permitir que la historia se repita, que San Pedro Alejandrino vuelva a ocurrir, que la herencia de los grandes sea deformada como lo fue la Gran Colombia o el 23 de Enero. Impedir la entrega de las banderas que dieron razón a la lucha, que justificaron a la generación. No puede ser una generación perdida.