De las críticas de izquierda se puede deducir que los gobernantes venezolanos están más interesados en mantener el Estado que la revolución. ¿Será esto cierto?
Yo creo que las "pequeñas" victorias como la derrota electoral de la derecha en 2013, la contención y descalabro de los planes terroristas de las guarimbas de 2014 y el actual fracaso de la intentona golpista de febrero 2015, en el terreno político estos resultados tienen un significado glorioso para la revolución.
Si a esto se agrega las derivaciones del combate a la guerra económica como un mejor control sobre el contrabando, el bachaqueo, el acaparamiento y aunque con menor éxito, pero si con avance, se ha logrado crear medidas económicas locales contra el bloqueo oligárquico imperialista, parece que el progreso de la revolución es indetenible.
Ampliando la mirada al terreno político diplomático y el campo socio-cultural, como la participación en organismos internacionales y regionales, el sostenimiento de las misiones, los avances en el terreno de la ciencia, la tecnología, el arte, el deporte, la educación, se puede ver que estas acciones han mejorado tanto el área productiva nacional, como el área de proyección internacional de la revolución. (Hay muchos ejemplos que se pueden constatar en cualquiera de los aspectos mencionados)…
Sin embargo, si todos los casos muestran los éxitos políticos del Estado como maquinaria de poder, hay una cuestión que se convierte en el punto sensible de las críticas de la izquierda, que yo le llamo como síntesis: "la energía ideológica-política de la revolución", es decir, la participación consciente de las masas en ese combate.
En ese campo, parece ser que la dinámica política del Estado está sustituyendo la dinámica ideológica-política de las masas y que en esa ruta el organismo se va alejando de la participación de las masas hasta convertirse en el Leviatán.
Error histórico del Estalinismo.