La dominación capitalista encontró en las elecciones burguesas un instrumento formidable de dominación. Podemos decir sin temor a exagerar que el capitalismo tiene asegurada su dominación mientras se efectúen elecciones burguesas, ellas son una señal de que el capitalismo todavía reina en el alma de esos pueblos.
Puede darse que un proceso consiga resquebrajar la dominación o disminuir su efectividad, pero mientras no consiga superar las elecciones burguesas esa sociedad estará a merced de la lógica del capital, y la restauración será cuestión de tiempo, hacia allá se dirige.
La lógica electoral burguesa determina toda la actividad política hasta llegar a un nivel en el cual es imposible pensar en otra posibilidad: todo se dirime en lo electoral, los líderes devienen expertos electorales, los encuestadores en sacerdotes de esa liturgia que son las elecciones, los tiempos son los tiempos de las elecciones. Las elecciones son la religión de esta época, son ecuménicas, en todo el planeta están presentes, todos acuden a ella para invocar el milagro de la consagración del capitalismo depredador de hombres y naturaleza.
Esta Revolución no ha escapado al movimiento electoral, se rige aún por las leyes de las elecciones, quince años sumergida en estos vapores han hecho su trabajo, ahora nuestra política es tallada a imagen y semejanza de la tentación electoral. Los electos alcaldes, gobernadores, diputados piensan en elecciones, las de ahora y las futuras, todo está teñido de votos. Los argumentos, los principios, las ideas cedieron frente a la búsqueda del cliente-elector; si una acción eleva la votación es buena, si la pone en peligro es mala, esa es la medida. Siendo así, las acciones clientelares, dar prebendas para ganar adeptos, son las más eficaces, no importa que emboben a los pueblos, el resultado es lo importante. Permanecer es la meta.
En los últimos meses se ha impuesto con más crudeza esta lógica perversa, nuestros dirigentes, nuestros cuadros medios se empapan cada vez más de ella, los eventos no dan respiro: las primarias, que en realidad son dos elecciones, copan la escena y abren camino a las parlamentarias. Pero después puede venir un referéndum, y más allá unas presidenciales, y luego llega el 2019.
Y así, de elecciones en elecciones, la lógica burguesa ahoga a la lógica revolucionaria. Lo importante son las elecciones, no se piensa en otra cosa, el Socialismo se reduce a ganarlas, el resto no se percibe. Puede ser que regresen las compañías gringas que dirigieron el sabotaje petrolero, pero eso no es tema electoral, entonces, no importa; puede ser que los bancos hayan ganado como nunca, no es importante, no es tema electoral. La única respuesta que importa es la electoral, la ubicación de los líderes, de los cuadros medios en el mercado electoral; primero ganar dentro del partido, después afuera, no hay más principios que buscar el voto, la manera no importa, las consecuencias no interesan. "¿Cómo me ubico en las próximas elecciones, y en las próximas, y en las que siguen?" Hay quien tiene diseñado el mapa hasta de cuatro o cinco elecciones adelante.
En este ambiente nadie piensa en Revolución. La sociedad, sin percibirlo, se transforma en un circo electoral, lleno de piruetas, zancadillas, asesinatos políticos; y la economía, la explotación, la Revolución son actividades aparte, desligadas del opio que adormece a los pueblos.