La lucha entre capitalistas es esencia del sistema; la competencia, la disputa de mercados, es su signo. Ahora bien, cuando la pugna adquiere características nacionales, cuando los intereses de las burguesías se asimilan, se confunde con el nacionalismo. Entonces, el horizonte revolucionario se aleja en el mar del fanatismo nacional, se abre paso a un peligrosísimo nacionalismo, las metas socialistas se olvidan y se imponen los objetivos burgueses camuflados de patriotismo. Todos son obligados a optar por uno de los bandos capitalistas; la Revolución se olvida, no se comprende.
En la primera guerra mundial encontramos un buen ejemplo de esto que afirmamos. Veamos.
Los revolucionarios rusos entendieron la situación y nunca abandonaron sus banderas socialistas, de allí surge la Revolución Soviética. En contraste, los revolucionarios alemanes devinieron en guerreristas, apoyaron las acciones militares burguesas, se desenmascararon como reformistas y terminaron asesinando a Rosa Luxemburgo, acusada de falta de patriotismo por no querer defender los intereses de la burguesía alemana, el odio nacionalista se confabuló contra ella.
Hoy el imperio nos amenaza, y lo hace por dos razones: primero, por el potencial socialista que somos, por la herencia del Comandante; pero también nos ataca por lo capitalista que somos, por las facilidades a los chinos, las zonas especiales de neocolonización, los negocios con Rusia. Estamos en el centro de la disputa intercapitalista, los chinos-rusos contra los gringos, una mera disputa de mercado, por la energía.
El cuadro está claro, se puede ser antigringo y, al mismo tiempo, ser capitalista; se puede sufrir una agresión gringa dentro del marco de la lucha interburguesa.
Y, en contraste, se puede ser antigringo y ser Socialista, sufrir una agresión gringa en el marco de la lucha anticapitalista y enfrentarla luchando por el Socialismo.
La posición de los Revolucionarios está definida: antiimperialista, anticapitalista, contra todos los imperialismos, contra todos los capitalismos. Sería una estupidez, un acto criminal en esta coyuntura, abandonar el campo socialista para caer en brazos del capitalismo, confundir la defensa de la Patria Socialista que nos legó el Comandante con la Patria capitalista que nos quieren imponer.
¿Qué hacer?
Advertirle al imperio que si se atreven a pasar a mayores, que si sus medidas son para estimular a agentes internos, entonces, su ataque será la señal para radicalizar a la Revolución; que del capitalismo no quedará piedra sobre piedra, nada; que socializaremos todo medio de producción capitalista; que confiscaremos los centros de distribución; que la resistencia al imperio y a sus agentes nacionales tendrá el espíritu de la lucha por un mundo como lo soñaron Bolívar, Fabricio, Chávez.