Me despido Roraima

El pájaro de la muerte, súbito, te ha alcanzado compañera para no verte más.

Que sorpresa, que dolor, informarme esta mañana que has dejado de existir. Como tantas veces, son las muertes inmerecidas que advienen a las personas mas queridas, mas luchadoras, mas preciosas, como tu lo fuistes.

Roraima, gracias por haber hecho tanto honor al nombre de la montaña sagrada, gracias por haber puesto en la cumbre el ejemplo de la mujer venezolana, gracias por haber hecho de tu vida un pináculo presente de dignidad, de constancia, de lealtad con ideales que fuiste construyendo en la medida en que recorristes tu vida.

Quiero expresar con todo el dolor que acompaña su muerte que Roraima Quiñones fue una maestra, excepcional, una profesora de hombres y mujeres libres, muchachos que a través de ella aprendieron lo fundamental: a saber que la creación, el conocimiento y la lucha constante son la tríada indispensable a la hora de construir desde sus inicios una vida que realmente valga la pena.

Mujer  que no se dejó intimidar jamás por todas las mafias académicas que una y otra vez, y aún hoy, tienen en sus manos ese informe y decadente mundo de las universidades, y en este caso La Universidad de Carabobo, ejemplo perfecto de la decadencia del espíritu de maestría en nuestro país, en sus mas viejos ejemplos. Sobran las anécdotas donde ella sola junto a la rebeldía juvenil y profesoral que la acompañó siempre, le reventó el espinazo a estas pestes que hacen de su status medioeval de únicos cognocentes y monopolizadores de saberes, una fuente de poder, de dinero, de tarado prestigio dentro de una sociedad aún colonizada gracias a las cavernas de conocimiento que son capaces de reproducir. Conciábulos de la complicidad cuyo único oficio de respeto es lamerle las medias a los viejos y nuevos gentilicios burgueses, mafiosos y políticos; y que a Valencia su ciudad la han tenido sitiada desde la independencia hasta hoy, dentro de una continuidad que no hemos sabido quebrar,

Amenazada hasta cansarse por la violencia que el mismo status social produce, teniendo tantas veces que buscar refugios clandestinos de resguardo, Roraima consiguió formar un espacio de rebeldía que luego sirvió para que muchas de esas personas y discípulos entiendan el valor y la inmensa dicha de lo que supone la irreverencia y la constancia. Cuanta gente Roraima te debe estar agradecida, deben ser inumerables las pesonas que hoy, siendo quien fuesen tomaron de tí esa gota determinante que divide la vida bella, ética y rebelde, del simple pasar por este mundo así terminemos podridos de plata. Es la paradoja alegre de Simón Rodríguez, hombre feliz sin duda, que murió en cualquier lado, probablemente olividado, pero absolutamente lleno y rico como lo dejó ver en sus libros, cuentos y enseñanzas.

Y a sí mismo Roraima fue una militante que acompañó hasta hoy las luchas subversivas. Una y otra vez estuvo al lado de la lucha desobediente y revolucionaria, juntando las condiciones para que ella pueda seguir avanzando, poniendo cualquier recurso en sus manos a su disposición, haciendo la tarea de la que muchos se espantan. Presente en todas las grandes gestas de la insurrección, y en la defensa revolucionaria. Allí también se las jugó, fue la mas fiel acompañante y amiga y de eso muchos y muchas, le estaremos enormente agradecidos, que el jugarse la vida hasta en los momentos sin esperanza, en batallas que en su momento fueron gestas perdidas, le da la prueba a cualquiera.

Mis últimos encuentros el año pasado con Roraima, fueron un contraste entre la fustración y la esperanza. Roraima era también refugio de los pesares. De muchos según me contaba -incluidos altos personajes de gobierno- que fueron a llorar sus rabias ante este contexto donde solo la desaforada e inducida corrupción es capaz de romper todas las constancias y reventar la fe necesaria. Pero Roraima era una mujer de esperanza, no importan las diferencias de criterio, lo cierto es que ella nos probada que así sea solos, todo es perfectamente posible. Su último esfuerzo hecho como directora de la Misión Sucre en Carabobo, y como siempre con todos los saboteos encima, le demotraba a ella y a todos nosotros, que sea lo que sea venceremos. En este caso como funcionaria, un ejemplo de honestidad, de dedicación y sobretodo de sensibilidad hacia el universo humano que le tocó dirigir, con el mínmo de recursos. Pero allí está esa última gota de lealtad consigo misma y su patria, que es ese universo universitario disperso que apenas anuncia uno de sus grandes sueños: una univesidad para una educación liberadora.

Me despido sin lágrimas mi amiga, compañera, camarada...que tu ejemplo sea para siempre.

 



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Roland Denis

Luchador popular revolucionario de larga trayectoria en la izquierda venezolana. Graduado en Filosofía en la UCV. Fue viceministro de Planificación y Desarrollo entre 2002 y 2003. En lo 80s militó en el movimiento La Desobediencia y luego en el Proyecto Nuestramerica / Movimiento 13 de Abril. Es autor de los libros Los Fabricantes de la Rebelión (2001) y Las Tres Repúblicas (2012).

 jansamcar@gmail.com

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