Imaginemos a un chileno que firmó alarmado y con pasión internacionalista la carta que el Presidente Maduro dirige a obama exigiendo la derogación del decreto que declara a Venezuela nación peligrosa para los gringos, decreto que se denuncia como preámbulo para una invasión.
Nuestro firmante imaginario sigue alerta todas las noticias de Venezuela, así supo de las declaraciones de los voceros del gobierno: "el continente peligra", gritó uno; "si cae Venezuela cae el continente", sentenció otro; "es la agresión más importante en doscientos años", "estamos a la puerta de una invasión", alarmó aquel. Leyó que el país se puso en alerta, que ordenó ejercicios militares, convocatoria de la milicia. Nuestro firmante se activó en el twitter, dictó charlas explicando la inminencia de la invasión…
Pocos días después leyó con asombro esta noticia con declaraciones de altísimos dirigentes del gobierno:
Un alto vocero del gobierno informó este miércoles que "más de 8 millones de temporadistas se han movilizado por diferentes destinos turísticos del país, a su vez indicó que se han desplegado 190 mil funcionarios para el resguardo de la seguridad".
Y el vicepresidente de la República interpreta el hecho así:
“La derecha está frustrada. Ni guerra económica /psicológica, ni decretos imperiales, han impedido que el Pueblo disfrute y comparta en familia”.
Nuestro chileno se perturba. El país que estaba a las puertas de una invasión ya anunciada, que estaba haciendo ejercicios militares, educando a la milicia en el manejo de sofisticados equipos, ¡se fue para la playa! Ya esto es raro, difícil de entender, pensó: esa gente debía de estar preparándose, alerta, demostrando al monstruo imperial su voluntad de resistencia. Nuestro firmante internacional no entiende, pero con las declaraciones del vicepresidente entendió menos.
Manda twitter pidiendo explicaciones, nosotros intentaremos algunos comentarios que pueden ayudar a nuestro firmante internacional a explicarse la situación. Veamos.
El gobierno es dominado por la ideología pragmática, la socialdemocracia, por eso navega sin rumbo definido, no tiene otra meta que permanecer. En ese empeño hace y deshace, dice y desdice, ataca y palmea, construyéndose una imagen gelatinosa, sin asideros, sin principios, que no convoca a la confianza.
Los pragmáticos dentro del gobierno se dieron cuenta de que el camino de la confrontación los llevó a un dilema: por un lado debían abandonar la democracia burguesa, definir el camino anticapitalista y socialista, única manera de preparar a la masa, dotarla de la pasión, de la conciencia necesarias para enfrentar lo que presagiaban; o debían incorporarse sin ambages al campo reformista, alinearse con las democracias burguesas del continente, iniciar el diálogo interno, soltar los presos, buscar la certificación de los capitalistas gringos y europeos, alejarse del Socialismo y del Comandante Chávez.
Es en este dilema que se debe intentar explicar la actitud de los voceros del gobierno ante el éxodo a la playa. Todo indica, el tiempo lo dirá, que la corriente socialdemócrata, la que propugna "pan y circo", dirigió una vez más las acciones y la interpretación de lo que puede denominarse un "dakazo playero". En lugar de alarmarse por la actitud de la masa, la festejaron. Todo indica que el gobierno dio un paso atrás, en los próximos días veremos si se confirma esta posibilidad, si vienen otras acciones en el mismo camino de la restauración. Entonces, retrocederemos más atrás del glorioso 4 de Febrero, y volveremos a la cuarta pero con maquillaje. Diremos con tristeza: tal como Bolívar, Chávez también ha arado en el mar.