La actitud frente a la corrupción tiene decisiva influencia en el rumbo de la Revolución. Las diferentes posturas se originan en distintas ideologías. Podemos, sin mucho esfuerzo, diferenciar la ideología revolucionaria de la ideología socialdemócrata por su tratamiento a la corrupción.

La socialdemocracia considera la corrupción como una dolencia del capitalismo, como manifestación de capitalistas que actúan de manera perversa. Combate la corrupción pero no ataca al capitalismo como un sistema corrupto, no lo considera un sistema a superar, explotador, creador de miseria; al contrario, lo prestigia como un motor productivo creador de riqueza.

 Considerado así, el combate a la corrupción favorece al capitalismo de dos maneras:

Una, cuida su funcionamiento de acuerdo a unas reglas acordadas entre los capitalistas. Así por ejemplo es corrupción que un funcionario licite con sobreprecio unos buques, pero no es corrupción que se explote a los obreros que construyeron esos buques, no es corrupción que el sistema condene a la exclusión a amplios sectores de la población; o que el gobernador de Aragua condene al estado a convertirse en una de las zonas más contaminadas del mundo como su paradigma Shandong. Es oportuno recordar la reflexión de Bertolt Brecht sobre quién es más ladrón, si el que roba a un banco o el que lo funda.

Dos, la otra manera de favorecer al capitalismo es que el combate sólo - lean bien- ¡el combate sólo a los corruptos! da la idea de que los males del sistema capitalista se deben a los corruptos y que no es un asunto de la esencia del sistema. De esta manera, se distrae la lucha contra el capitalismo con el trapo rojo de la lucha contra unos cuantos corruptos. 

La lucha contra la corrupción, vista de esta manera, todo gobierno socialdemócrata la lleva adelante; los adecos lo hicieron, los copeyanos también, en todos los países capitalistas la lucha contra la corrupción, ojo, vista de esta manera, como distractora de la lucha por el Socialismo, como saneamiento del capitalismo, es una constante. En España llevan a los tribunales hasta a la realeza, a los jugadores de fútbol, y el  sistema capitalista sigue campeando, fortalecido, moralizado, aunque sigan explotando y sea una fábrica de crear miseria.

La lucha de los Socialistas contra la corrupción es completamente diferente; debe ser, en primer lugar, contra la corrupción que es el sistema capitalista, por sustituirlo, por acabar con las relaciones económicas que permiten que una parte de la población, los capitalistas, se apropien, roben, la riqueza, el trabajo de toda la sociedad. Es una lucha contra la madre de todas las corrupciones, contra el sistema capitalista que soporta la ética que justifica, que sustenta, todos los otros robos. Mientras exista el sistema capitalista existirá a todos los niveles lo que llaman algunos la “viveza criolla”, que es la guerra de todos contra todos, la corrupción generalizada, ésta surge de las propias entrañas del sistema.

En resumen: dentro del sistema capitalista la batalla contra la corrupción termina siendo, necesariamente, un saneamiento del capitalismo. Sólo la lucha por la construcción del Socialismo le dará a la lucha contra la corrupción un sentido revolucionario.

 De esta manera, cuando un líder obrero dice que hay que aliarse con los capitalistas y además dice que hay capitalistas buenos, está aupando la madre de todas las corrupciones, al capitalismo; cuando un político dice que sin la burguesía no se puede hacer el Socialismo está aupando la corrupción, es decir el capitalismo. Pero esto no aparece como corrupción, lo que se publicita es al roba gallina, a unos gerentes menores, mientras las relaciones del capitalismo siguen intactas. Sólo yendo al Socialismo podremos, verdaderamente, luchar contra la corrupción.