Los humanistas deben reaccionar ante las declaraciones del gobernador de Aragua

El gobernador de Aragua declara sobre los acontecimientos de Maracay, revisemos la noticia:

"Durante su intervención, el primer mandatario regional manifestó que el operativo de seguridad realizado en el sector San Vicente, en Maracay, garantiza el derecho colectivo a la paz, ‘nosotros somos un pueblo de paz y el presidente Nicolás Maduro ha hecho un llamado, un millón de veces a la paz, al desarme y a que cese la violencia criminal’.

Asimismo, aseguró que el procedimiento se realizó con el acompañamiento de Ministerio Público, el Poder Judicial y los cuerpos de seguridad a fin de garantizar los derechos humanos de las personas implicadas en algún tipo de hecho delictivo.

‘Vamos a seguir buscando a quienes cometan delitos y colocándolos a la orden de la justicia venezolana y por supuesto que hemos sido también tendencia nacional, no se trata de atropellar a nadie, es actuar con autoridad’, dijo.

En este sentido, afirmó que no se trata de repetir el modelo represivo que se implementó en la cuarta república pero sí de actuar con ‘resolución, firmeza y con la justicia por delante’."

El gobernador de Aragua declara que el operativo de seguridad realizado en el sector San Vicente, Maracay, garantiza el derecho colectivo a la paz. Expone así un peligroso concepto: un operativo se justifica, se consagra, si se supone que garantiza el derecho colectivo a la paz, y esa garantía queda al libre albedrío de los que realizan el operativo. Se establece así una doctrina de los derechos humanos que justifica su violación para favorecer un supuesto derecho colectivo.

Aún no se explica en qué consistió ese inmenso operativo que ocurrió en secreto, nadie del barrio habla, nadie se queja, miles de policías, no se dice por qué tantos detenidos, cuánto fue el número de muertos, no se habla del respeto a los derechos humanos. Todo se legaliza por la presencia de un fiscal que no declara. Todo se reduce al peligrosísimo argumento de que era en defensa de la paz del colectivo.

Es cierto que el argumento tiene muchos adherentes, a la gente a primera vista le gusta la "acción de limpieza", y esa simpatía indica ya el aparecimiento de un sentimiento, de un miedo que autoriza al fascismo, a la dictadura que ofrezca mano dura. El Socialismo, la fraternidad, la convivencia pierden terreno, la sociedad se bestializa.

El gobierno puede caer en la tentación de la solución aparentemente fácil. No obstante, el camino lleva a terrenos de deshumanización; primero se limpia a los delincuentes conspicuos, luego a los sospechosos, más tarde comienzan a aparecer los falsos positivos; se sientan así las bases éticas para la aparición de los ajusticiamientos particulares, los paramilitares (esta vez, buenos), las autodefensas aceptadas. Luego se aplica la medida cruenta a quienes disientan, la medida se hace política, no hay razón para no hacerlo; al final surge el temible "comité de salud pública" y ya nadie estará a salvo, habremos creado una sociedad más cruel, peor que la que queremos redimir.

El crimen debe ser combatido con estricto cumplimiento de los derechos humanos, de todos. Violar esta norma nos conduce, no al saneamiento de la sociedad, sino al contrario, a convertirnos en una sociedad forajida, en la que será difícil diferenciar a los delincuentes del Estado y la sociedad, todos tendrán la misma base psíquica aunque con diferentes justificaciones, todos militarán en la cultura de la muerte.

Lo de Maracay fue de tal magnitud que amerita una investigación profunda, no puede ser despachado con un discurso y voltear para otro lado, dedicarse a la campaña electoral. Debe abrirse una discusión sobre los orígenes de la inseguridad, su relación con la lógica del capital, el egoísmo que de allí emana. La responsabilidad es de todos.

El asunto merece la discusión de la sociedad, si dejamos imponer las razzias como terapia contra el crimen estaremos transitando camino al fascismo. Es urgente un debate sobre lo ocurrido, preguntarnos como el filósofo: ¿cómo se hace para no convertirse en fascista aún cuando (especialmente cuando) uno cree ser un militante revolucionario?

elaradoyelmar.blogspot.com



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Toby Valderrama


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