Parece mentiras que a la Revolución Bolivariana organizada, liderada y conducida desde el año 1999 hasta el 5 de marzo del año 2013 por el fallecido comandante Hugo Chávez Frías se le está apagando los motores por falta de combustible. Lo único que escuchamos en los medios oficiales es pura retórica y nada de solucionar los problemas más graves que padecemos los venezolanos.
Este Gobierno lleva dos años hablando de una supuesta “guerra económica” que, según Maduro, ha sido inducida desde EE.UU., mientras que los productos de primera necesidad desaparecieron desde hace mucho tiempo de los anaqueles. El problema de la gente es el hambre. No conseguimos alimentos, productos higiénicos, pañales, cauchos, baterías, medicinas, cemento y ningún tipo de materiales para la construcción. No hay nada en la tierra de Bolívar y el Presidente Maduro habla como si de verdad estuviéramos viviendo en el país de las maravillas.
Uno de los más graves problemas que sufrimos los trabajadores es el deterioro continuado del poder adquisitivo, todo o casi todo lo dejamos en manos de los “bachaqueros”, especuladores y hambreadores del pueblo, quienes han tomado esta actividad de una manera común y corriente. Esta inescrupulosa gente, los “bachaqueros” cuenta con el respaldo de cuerpos de seguridad del Estado, funcionarios gubernamentales y complicidad interna con los establecimientos comerciales, permitiéndoles realizar esta ilícita actividad sin ningún tipo de inconvenientes..
Confieso que esta situación no me hará cambiar mi posición de revolucionario. Soy marxista-leninista desde hace más de 40 años. Militante del Partido Comunista de Venezuela. Pero no puedo dejar de decir que al Gobierno se le está escapando de las manos el gran desorden económico que existe en el país. Pareciera que esta situación le es favorable al Poder Ejecutivo, pues por carecer de una verdadera política social, que impulse el aparato productivo y genere fuentes de empleo en el país, por el contrario, se aprovecha del “bachaqueo” para estimular el “populismo”, corriente nefasta por inducir a la pérdida de valores de la gente, y mantener sus adeptos que le garanticen obtener más victorias en los venideros procesos electorales. En Guayana estamos esperando por la Plataforma para la Auditoría Pública.
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