El capitalismo se caracteriza por la competencia, por la guerra entre burgueses, ésta adquiere diferentes modalidades y variadas intensidades, desde la pequeña pugna entre comerciantes hasta la beligerancia entre países. Siempre habrá en el mundo de los capitalistas peleas, reacomodos, acuerdos que serán rotos, desacuerdos que se solucionan con los intereses dictados por su único dios: el lucro. Esta conducta emana de la propiedad privada de los medios de producción, cada capitalista procura su mayor lucro enfrentado al resto de los capitalistas y sin tomar en cuenta los intereses de la sociedad. El capitalismo descansa sobre la idea de que la suma de los esfuerzos individuales egoístas produce el bienestar, el progreso de la sociedad. El capitalismo es esta relación, de propiedad privada, de egoísmo que con ella se entrelaza, de la competencia, de la guerra de todos contra todos, del hombre lobo del hombre.
El capitalismo no depende de la conducta, de la buena o mala voluntad de los capitalistas, no es un asunto personal, es una determinada relación económica y espiritual. Si la acción revolucionaria se limita a luchar contra individualidades o grupos de capitalistas sin tocar las relaciones que dan origen al capitalismo, estaremos en presencia de una pugna entre capitalistas, no de una lucha revolucionaria.
Ahora se discute la invitación al Presidente que hace fedecámaras a su reunión anual. Unos dicen que no debe ir pero insisten en el diálogo, otros manifiestan desacuerdo. Intentemos ubicar la invitación en una visión más amplia.
En Venezuela, la disputa principal es por la renta petrolera, la historia nos dice que al cobijo de los dólares petroleros surgen burguesías de la noche a la mañana, se habla de “Los 12 apóstoles”, de “boliburguesía” (Miami da testimonio de su existencia). Es comprensible que fracciones de la burguesía se enfrenten por la renta, si estudiamos sus pasos percibiremos el cuadro claramente. Veamos.
Pelea fedecámaras por aumentar el flujo de dólares baratos, flexibilizar el control de cambio, en otras palabras, por ponerle la mano a los dólares petroleros. Esta es una fracción con su modus operandi. Mientras el gobierno maltrata a esta fracción y le hace desplantes que siempre son transitorios, se forma otra fracción de capitalistas que disputa la renta en su propia fuente, en la Faja, cerca de los pozos petroleros, esta es la fracción de pérez abad, del alto comisionado del gobierno.
La fracción de pérez abad no tiene problemas con el gobierno, al contrario, está contenta, llegaron a tetas que ayer eran inalcanzables. Tiene fedecámaras mayor contradicción con el gobierno, tiene que sudar un poco más por los dólares, esgrime sus canales de distribución, sus capacidades de importación como credencial para exigir.
El gobierno plantea una lucha entre fracciones de la burguesía: a una la llama parásita, amarilla, y la ataca en lo que puede; a la otra la estimula, crea nuevos empresarios. Esta pugna, que a veces se agudiza y a veces toma aroma de diálogo, no se puede confundir con rumbo al Socialismo, al contrario, es una escaramuza que no modifica las relaciones sociales, al sistema capitalista.