Es un fenómeno extraño que ocurre entre nosotros: destacados hijos de las clases dominadas han sido los operadores de la dominación. Nada más revisemos a los presidentes de la cuarta, todos de origen humilde, desde rómulo hasta carlos andrés, y fue toda la cuarta un empoderamiento de la burguesía.
Y tiene que ser así, las clases dominantes deben capturar a los mejores de las clases dominadas para poder conducirlas, engañarlas. Si la ideología capitalista no captura a los mejores de los desposeídos no es posible la dominación.
Entonces las credenciales revolucionarias no pueden ser el origen de clase, con ese criterio se desestimaría a grandes líderes, desde Bolívar hasta Fidel; pasando por el Che, un hijo consentido de la clase media. Y con ese criterio, el indio toledo, el obrero lula, obama descendiente directo de los esclavos deberían ser abanderados de la revolución y lo son de la contrarrevolución. Las credenciales revolucionarias de un gobernante son el cambio producido en las relaciones sociales, la elevación de la propiedad social en la economía y la conciencia del deber social que con ella se entrelaza.
La política, y más la revolucionaria, no es un asunto personal, se trata de un choque de intereses económicos y sociales. La posición política de un individuo, su calidad política, será la de los intereses que él defienda. No se puede decir que se es revolucionario y favorecer con su acción al capitalismo; será, simplemente, una personificación de los intereses del capitalismo, por más que se vista con otra bandera.
La lucha revolucionaria no se puede personalizar, sería un error que no permite concientizar a la masa, quedaría la lucha en el faranduleo, en la superficie, en el chisme, en el recurso barato, la zancadilla. La lucha política revolucionaria es un feroz choque de ideologías.
La confusión entre ideología de una clase y sus miembros es una de las bases de la dominación. Es comprensible, los dominados tienen más confianza en uno de su clase, que hable como ellos, aunque el contenido del mensaje sea esclavizante.
Más allá del origen de una persona, más allá de la retórica, allí está la realidad. Si los capitalistas aumentan, si se elevan los niveles de egoísmo, la Revolución está mal, el Socialismo se aleja, el proceso está condenado a abrir paso al fascismo, a la socialdemocracia. No importa el reparto de los bienes materiales, si ese reparto se hace sin acompañamiento de la formación de conciencia; a la corta estará creando condiciones morales y éticas para el egoísmo, para la salida individual, será base para la restauración del capitalismo.
En los últimos días soplan vientos de comprensión a la crítica, parece que se alejan aquellos tiempos de acusar de "estado general de sospecha", de "gamelote". Sin embargo, aún persiste el desdén por los libros, lo que se aprende en ellos es vergüenza; se prestigia al conocimiento por los sentidos, lo sensorial: "si pateo la calle, conozco", "si no la pateo, no conozco". De esa manera, el conocimiento es confinado al pequeño entorno, al pequeño tiempo y al pequeño espacio. Triste destino de una humanidad así, no podría salir del campamento, del estrecho espacio que alumbra la hoguera en la caverna.