Ya no es un dato confinado a los subterráneos del gobierno y de las encuestadoras afines, ahora emerge, inocultable, la realidad: ¡el gobierno y la Revolución han perdido apoyo popular! Los voceros y los escribidores del gobierno aceptan la situación de peligro grave con diferentes eufemismos: unos dicen “las elecciones son complejas”, otros postulan números menguados, más allá sacan cuentas de mayorías simples o minorías viables. Algunos comienzan a pensar en convivencia con una Asamblea contraria, sueñan con volver a punto fijo.
El desencanto cunde en la pradera chavista, los ataques buscando culpables arrecian, los aires anuncian estampida. Pasaron los días de la embriaguez cuando se hablaba de “aplastar”, de “barrer”, de números mágicos propios de triunfalismos nefastos.
La dura realidad desviste la textura de cada quién. Es así, en las dificultades, con el viento en contra, es cuando se mide la verdadera calidad de los humanos.
Son tiempos de acerar el espíritu, es allí que se decide la batalla. Son tiempos de Alegría de Pío, que retumbe en el cielo que anuncia tempestad un grito que salga de lo profundo del alma, que venga desde 1812, cuando Caracas se estremeció con aquel "si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca". Eso somos, estirpe de guerreros por el humanismo que Robinson inculcó en Bolívar, soldados del ejército del hombre de las dificultades. Militantes del "por ahora" que se convirtió en "por siempre". Gritemos, entonces, como los veteranos del Granma asediados por la infamia en Alegría de Pío, “¡aquí no se rinde nadie!”, gritemos “¡Chavista no pide cuartel!”
Y después que ese grito nos recuerde qué somos, de dónde venimos, pensemos cómo organizar la batalla que se avecina, cómo ganarla, cómo recuperar lo perdido. Iremos a la batalla a triunfar, no entregaremos la Patria sino en duro combate.
Lo primero es pensar ¿qué nos pasó, dónde erramos, por qué estamos en esta situación compleja y difícil? No es hora de buscar culpables, de lamentos, son tiempos de prepararnos para el combate, de detectar el camino errado para corregir rumbos. Veamos.
El error principal que nos trajo a esta desventaja fue abandonar el terreno propicio para el combate. Cuando salimos del terreno socialista y nos adentramos en el pantanal capitalista despojamos a la masa de razones sagradas por las cuales luchar, de la pasión del que lucha por una causa noble por la cual vale la pena arriesgarlo todo. Cuando compramos adhesiones con dádivas materiales, cuando abandonamos la espiritualidad nos sumergimos en terreno capitalista, de egoísmo, de valores individuales, abandonamos el altruismo que triunfó en Carabobo y Junín, aquel que hizo posible el Paso de los Andes, el amor a una causa que condujo a Negro Primero a luchar hasta el último aliento y con él despedirse de la Independencia encarnada en el Catire Páez. El mismo altruismo del Samán de Güere, de la insurrección del 4 de Febrero que se transformó en huracán en abril, y en látigo justiciero en el Diciembre Petrolero. Al volvernos capitalistas nos debilitamos, nos convertimos en pueblo incapaz de afrontar la grandeza.
La solución es volver a Chávez, y para volver a ese espíritu es necesaria una profunda autocrítica. Reconozcamos de verdad, verdad los errores, ese reconocimiento convirtámoslo en práctica, en voluntad de lucha, así los gobernantes recuperarán credibilidad, queribilidad, crecerán. Reconozcamos que somos principales causantes de las dificultades que hoy vivimos, que nos equivocamos: al querer ahorrar penas al pueblo, a los humildes, confiamos en la burguesía, en el imperio. Ahora los campos están claros, por un lado los que mordieron la mano extendida y enfrente, los chavistas, el pueblo humilde que fue, una vez más, burlado. Ya sabemos que "con el capitalismo ni tantico así". Estamos en condiciones inmejorables para recuperar el camino, ya está demostrado que una Revolución no se hace por atajos, se enfrenta con la burguesía, con los capitalistas, o sólo es caricatura de Revolución.
Córrase el riesgo de convocar al pueblo humilde para la batalla, explíquense claramente, con argumentos creíbles, las dificultades y por qué vale la pena enfrentarla, dénse pruebas de los propósitos de enmienda, tomen medidas que demuestren la voluntad de cambio. Rómpanse los círculos materiales y espirituales que aíslan al gobierno. Declaren la emergencia política, que eso es lo que vivimos. Constituyan un Alto Mando Político Civil-Militar, de profundo prestigio, de alto poder de convocatoria, llamen a los históricos excluidos, que vuelvan a casa, ¿Qué hace Giordani apoltronado, Rodríguez Torres mandando twitter?; ¿qué hace Alí Rodríguez, ese Comandante, en Cuba, tráiganlo al frente de batalla?; traigan a Adán, que venga con el morral a bañarnos de chavismo; ¿qué hace Jaua peleando por un curul, cuando la guerra se decide en otro combate? Traigan a Julio Escalona; a Navarro, que anda buscando a dios por los rincones; ¿qué hace Rafael Ramírez en la onu tras los rusos? Llamen a esos cuartos bates, son necesarios para que ayuden al Presidente en "la batalla definitiva".
Tomen medidas urgentes, de impacto para recuperar el espíritu chavista, que demuestren que un gran viraje ocurrió en el gobierno. Deséchese la idea de continuar por el camino que nos trajo a estas dificultades. No es un asunto de repartir, se trata de elevar la moral de la masa, de hacerla capaz de resistirlo todo. Chávez construyó sus grandes triunfos sobre la moral, lo material siempre subordinado a lo espiritual.
Un buen mensaje a la masa que le indique que hay un viraje, un nuevo rumbo sería nombrar una comisión nacional e internacional para investigar el asesinato de Chávez, de investigación ante todo política, luego forense, policial.
Reúnan a los candidatos al parlamento, dénle a la elección un carácter de reto nacional. Hagan un juramento de lealtad al Socialismo, al Comandante Chávez, ese juramento acompáñenlo de los lineamientos principales de una agenda estratégica parlamentaria de defensa del Socialismo, de regreso al Plan de la Patria original.
En sus manos está la Patria, en sus manos el Socialismo, en sus manos el futuro… háganlo, rectifiquen… y cuenten con nosotros.