Decimos brazos, podríamos decir tendencias o corrientes. Las elecciones de diciembre se asoman en el horizonte como el punto de quiebre de una situación que se arrastra desde hace tres años. Con el asesinato de Chávez, se abre una pugna por la hegemonía que parece llegar a su desenlace en las parlamentarias. Veamos.
Para entender la situación de hoy, debemos explorar cuál fue la corriente que se hizo hegemónica luego del asesinato de Chávez. Sus herederos abandonaron el rumbo al Socialismo, asumieron un capitalismo vergonzante, un discurso encendido y una práctica francamente capitalista; mantuvieron la imagen de Chávez pero le cambiaron el contenido, la llenaron de capitalismo. Desechado el Socialismo, entonces, la tensión principal fue entre corrientes socialdemócratas.
Una, la gobernante, francamente capitalista, clientelar, populista repartiendo la renta: la mayor parte para formar burguesía y engordar a la ya existente; el resto, las migajas suficientes para mantener el nivel de consumo van a la masa desposeída. El esquema ligado a los precios del petróleo entra en crisis periódicas; cuando llegan los precios bajos, éste estalla. Y eso está sucediendo ahora. Los gobernantes, desesperados por mantener el flujo de divisas, entregan parte de la Patria pero deben, necesariamente, apelar a la represión para amortiguar la presión social. Al principio la confunden con delincuencia y lentamente se deslizan a la represión política. Cuando se enfrentan a unas elecciones burguesas, en las que priva el clientelismo, tienen problemas serios. El resultado dependerá de la efectividad de la imagen de Chávez que, como dijimos, fue desdibujada por el mismo gobierno; o un “dakazo” de última hora.
La otra corriente socialdemócrata surge como posible relevo de la ya agotada forma clientelar, populista. Es un intento por mantener al capitalismo dentro de los límites de la democracia burguesa, dicen que cualquier resultado será un triunfo de la democracia… burguesa. Su tesis es el respeto de los resultados. Todo, en realidad, es un artificio para repotenciar la democracia burguesa, quizá revivir un pacto de punto fijo. De esa manera, pueden hacer lo que le está vedado a este gobierno: reprimir sin mayores explicaciones, descabezar a los movimientos populares, a los partidos que se les opongan, aplicar el exterminio a la delincuencia. En resumen, una democracia altamente represiva como la de punto fijo.
La tercera corriente en la escena, variante de las anteriores socialdemócratas, es la que postula que no se puede llegar a un gobierno socialdemócrata sin antes pasar por una fuerte dictadura que "desintoxique" al país de las veleidades revolucionarias y populistas, sólo después de esta “terapia de choque” se puede pactar una restauración democrática.
Las anteriores corrientes tienen en común ser enemigas del Socialismo, lo enfrentan de acuerdo a sus circunstancias: los "herederos" de Chávez lo hacen de soslayo; los otros, de frente, sin contemplaciones.
Se comprende que las elecciones de diciembre son un torneo propio de la Socialdemocracia, allí se dilucidará cuál forma va a sustituir a la hegemonía agotada, cómo será ese tipo de sustitución. El resultado electoral no alterara la esencia del sistema capitalista, sólo su forma.
La tarea de los Socialistas, de los chavistas, es no dejar morir al Socialismo, a Chávez, hacer que en medio de tanta farsa renazca con la fuerza que otrora tuvo, que vuelva a emocionar a la masa, al continente, al mundo, que reconstruya su vanguardia, que se erija en única alternativa al capitalismo, desechando los atajos reformistas.