Una rama importante de la psiquiatría es la que trata de la política, Wilhelm Reich estudia las bases psicológicas de la política de masas en el fascismo, Freud nos habla de la “Psicología de las masas". Son importantes los intentos por enfocar la política desde el punto de vista de la psiquiatría, aclararía muchos aspectos de la transformación de la lucha de clases en conciencia, de los mecanismos de la dominación, de la influencia del poder sobre la psiquis de los gobernantes. Quizá algún día se unan la política y la psiquiatría y tengamos una mejor compresión de la naturaleza humana, de cómo influyen las relaciones sociales en la mente colectiva. Se evidenciarán muchas patologías que hoy pasan como eficacia política; muchos efectismos que hoy son considerados astucia política serán comprendidos como patologías. Las masas y los gobiernos serán llevados al diván del psiquiatra. Es interesante, ya que se presenta la oportunidad, tener la valentía, de acostar al gobierno en el diván. Veamos.
No pretendemos analizar al gobierno, a la política, desde el punto de vista psiquiátrico, sería ejercer ilegalmente la profesión, lo que sí podemos aportar son elementos políticos para ese análisis.
Una rara "enfermedad mental" se apodera de la sociedad; en la proximidad de las elecciones muere la cordura. Todos, la mud y el gobierno, se disocian de la realidad, para unos el triunfo está asegurado; para los otros, también. La mud nos dice que “el gobierno esconde la comida”, así promueve la escasez que lo está tumbando. No es necesario ir al diván para diagnosticar tamaña locura.
Permítasenos, a manera de ilustración, imaginar que el Apolo 13 no fue dirigido desde Houston sino desde el Miraflores de hoy. Entonces, aquella célebre frase sería “¡Miraflores, tenemos un problema!”
Frente a la alarma, inmediatamente se activan las diferentes posiciones:
Unos, los de más alto rango, dicen: "no puede ser que algo haya salido mal, no a nosotros".
Los aduladores se lanzan a justificar a los jefes: "debe ser una guerra de los gringos"; "es mentira de la prensa mundial", acotan.
"Escondan la noticia", dicen los más descarados; “defórmenla”, “denle vuelta”, piden los más alabadores.
Los más sensatos se atreven a decir, "¿pero si es verdad, por qué no investigamos?". Estos son aplastados.
Los más precavidos hacen proposiciones para solucionar el problema. Estos no son oídos, al contrario, se les acusa de alta sospecha.
Entonces, se impone la conducta de aislarse de la realidad y el Apolo 13 se queda en el espacio sideral como monumento a la esquizofrenia.
Ahora, haciendo intentos de volver a la realidad y relacionando con el Apolo de Miraflores, hay que decir, repetir, que el gobierno no reconoce ningún problema, todo está bien: el ministro aquel saca cuentas, "demuestra" que ahora la vida es mejor, el simulacro electoral fue “un éxito”, también lo fue la operación en la frontera, no hay inflación, la escasez ¡es mentira!, las colas son invento de la oposición. El gobierno escogió el camino de ignorar el llamado del Apolo 13.
Las elecciones burguesas requieren de la mentira, siempre ha sido así, en estas épocas todos falsean la realidad, eso es consustancial a la democracia burguesa: manipular a la población es la mejor arma de las clases dominantes. Pero lo que hoy cambia es que los dirigentes se creen la mentira, de verdad creen que todo está bien, el rey desnudo cree que va vestido, no toman medidas para defender a nadie, insisten en el camino equivocado, siguen viajando, siguen en la televisión, se engañan… esa es la enfermedad mental que pide urgente diván.
Este escrito no pasaría de ser un cuento si no fuera porque esta conducta abre puertas a la locura, a la disociación mayor. La masa se educa en las mentiras, las usa y las acepta, las cree, así pierde capacidad de relacionar, de reflexionar, de autocrítica; no puede, entonces, percibir la realidad, embrutece, y en esas circunstancias acepta cualquier argumento absurdo, por ahora del gobierno y de la oposición, pero más tarde de uno que se aproveche de lo que hoy se siembra y busque un culpable, por ejemplo, los colombianos, o los chavistas a los que "hay que buscar hasta debajo de las piedras", o los corruptos, y se inicie así la frecuente salida a la crisis: el fascismo, la dictadura, pinochet… la realidad plantea el dilema de Rosa Luxemburgo: ¡Socialismo o Barbarie!